martes, 10 de mayo de 2011

LAS PARADOJAS DE ARALAR

Sin cumplir aún diez años de vida -lo hará en septiembre- Aralar debe superar el 22-M una prueba seguramente eliminatoria para su supervivencia política. Con la papeleta de Bildu en todos los colegios, los ciudadanos dirán si cuentan con el partido de Patxi Zabaleta y Aintzane Ezenarro para el futuro, dónde y en qué medida. Lo paradójico es que si la formación pasa el corte y los demás resultados le acompañan, su política de pactos puede resultar determinante. Ya ocurrió en Álava en 2007.

Aralar irrumpió en la política vasca como corriente de opinión dentro de la izquierda abertzale tradicional. Su decisión de constituirse en partido independiente fue la consecuencia de un fracaso: el de Zabaleta y los suyos en persuadir a sus antiguos compañeros de Batasuna (por aquellos días EH) para que renegaran de ETA y apostaran por la participación institucional normalizada.

Una década después, con ETA otra vez inactiva, la izquierda abertzale histórica no ha dudado en dar pasos significativos para obtener el plácet legal y poder regresar a esas instituciones que durante tanto tiempo despreció. No lo consiguió con Sortu; el Supremo le puso la proa. Pero el Constitucional le ha dado el visto bueno con Bildu. Según el texto de la sentencia hecho público ayer porque la presencia de EA y Alternatiba «avala» que la izquierda abertzale tradicional ha cambiado. Y porque las modificaciones legales pactados por el PSE y el PP permitirán actuar contra los electos de la coalición, si es necesario.

Hace cuatro años, Aralar afrontó los comicios municipales y forales en coalición. En la comunidad autónoma vasca con Ezker Batua, y logró 4 alcaldías, 56 concejales propios y 4 junteros. En Navarra con EA, Batzarre, PNV e independientes en la coalición Nafarroa bai. Su balance: tres alcaldías, una treintena de ediles y cinco parlamentarios forales.

Esta vez Aralar se la juega con sus siglas en la comunidad vasca. En Navarra, los acuerdos entre el mundo radical y el partido de Garaikoetxea terminaron con la antigua Nabai. Como en las otras provincias, concurren como Bildu. Aralar, el PNV y la mayoría de los independientes -con Uxue Barkos a la cabeza- son quienes van bajo el paraguas de Nabai.

De cara al 22-M los escenarios de partida, según las encuestas, son bien diferentes. En Euskadi, Bildu cree que ganará de largo a Aralar y que su gran batalla es contra el PNV. En Navarra todo parece más nebuloso y volverá a estar en juego la supremacía en el nacionalismo. La tuvo Batasuna hasta su ilegalización. Luego pasó a manos de una Nabai, que agrupaba a todo el progresismo vasquista, excepto a la formación radical. Los primeros sondeos vaticinan que Zabaleta puede ganar esta primera batalla en la comunidad foral.

Esta alianza de los jeltzales con Aralar en la comunidad foral y el acercamiento que han exhibido en los últimos meses en el Parlamento vasco, unido a la evidente animadversión política que deja entrever aún la antigua Batasuna hacia sus ex compañeros de viaje -en ningún momento fue invitada a cofundar Bildu- parecen apuntar en una dirección. Que si no hay pactos entre los tres grandes (PNV, PSE y PP), Aralar podría ser un buen soporte para los jeltzales. Al menos para ser minoría mayoritaria en Guipúzcoa y Álava y, de no mediar alianzas mayores, tener opciones de gobernar. Es lo que sucedió hace tres años, cuando la abstención de Aralar dio a los jeltzales la diputación alavesa, aunque el PSE acariciaba el sillón foral, y pese a la victoria en las urnas del PP.

Pero la mayoría de los cuadros de Aralar quieren una izquierda abertzale reunificada en el futuro. Si Bildu ganara el día 22, por ejemplo en Guipúzcoa, ¿el partido de Zabaleta podría llegar a ofrecerle sus votos a la coalición para propiciar un Ejecutivo foral abertzale y de izquierdas?

Alberto Ayala, en El Correo

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