“Con 18 años me quedé embarazada y me mandaron a una residencia en Los Molinos, Madrid, regentada por monjas. Allí me encontré con diez chicas como yo, algunas llevadas por sus padres para ocultar sus embarazos. A medida que unas se marchaban otras venían. Gente de todo el país”, relata una mujer de la Plataforma de Afectados de la Clínica San Ramón, Santa Cristina y Belén.
Una red de pisos privados, residencias de monjas y pensiones recogía a las mujeres embarazadas, no casadas, tres meses antes del parto. Estos lugares surtieron el negocio de compraventa de bebés de la clínica privada San Ramón (Madrid) desde finales de los 50 hasta febrero de 1982, fecha en la que se cerró la clínica. Uno de esos pisos está situado en la calle Goya, entonces, con las habitaciones llenas de literas. Otro en el Barrio del Pilar. Pero las embarazadas también eran enviadas a pensiones, cerca de la Puerta del Sol o en el barrio de Salamanca, o acababan en los chalets regentados por monjas en Peñagrande y Los Molinos.
Todo lo controlaba la monja sor María Gómez Valbuena. Esta religiosa era asistente social en la maternidad pública de Santa Cristina (O’Donnell, 59) y al mismo tiempo era la que conducía a las embarazadas a la clínica privada San Ramón dirigida por el doctor Eduardo Vela Vela.
Situada en el paseo de la Habana, 143 de Madrid, la maternidad funcionó hasta que fue cerrada por el escándalo de compraventa de bebés, ‘incidente’ que se achacó entonces a una trama de prostitución y se archivaron las denuncias. Durante treinta años cientos de madres solteras, muchas menores de edad, fueron llevadas a dar a luz a San Ramón.
La monja cobraba los gastos
“Sor María se encargaba de cobrar a los padres y de pagar los gastos de esas chicas. Los pisos pertenecían a gente muy católica, de su confianza, que también cobraban. Sor María interrogaba a los padres adoptantes, antes recomendados por otras monjas o curas. San Ramón fue una fábrica de bebés expósitos [abandonados]. Había que seguir alimentando el negocio”, dice María, adoptada nacida en 1981 en esa clínica y hoy coordinadora de la Plataforma de Afectados de la Clínica San Ramón, Santa Cristina y Belén de Madrid.
Unos 300 adoptados y un grupo de madres que buscan a sus hijos integran esta plataforma que ha denunciado el tráfico de bebés en la materidad de San Ramón. Fueron cientos los bebés adoptados gracias a la falsificación de documentos. La trama de San Ramón saltó a los medios de comunicación ya durante el Franquismo, pero la información se tapó.
“Nosotros preferimos hablar de niños adoptados irregularmente, no de bebés robados. Tenemos escrituras de adopción, pero tienen muchas zonas oscuras. No consta la madre biológica, no hay renuncia al bebé firmada de la madre y en muchos casos la adopción plena se produce desde el mismo día del nacimiento, sin los seis meses que marcaba la ley para que la madre se ratifique en la adopción”, aclara la coordinadora de la plataforma.
Adopciones y robo de niños
Ellos, como muchos afectados, han iniciado su investigación particular y ahora cruzan datos con otros hijos adoptados de esa clínica y de otras maternidades afectadas por el robo de niños. “Nos sorprende la cantidad de nacimientos que se produjeron en una clínica tan pequeña. ¿De dónde salían tantas mujeres embarazadas?”, se pregunta María.
San Ramón solo tenía diez habitaciones y se producían un mínimo de dos y tres partos cada día. Los adoptados de San Ramón tienen ahora un puzzle casi completo pero aún les faltan piezas. Esas madres eran enviadas desde todo el Estado español e incluso del extranjero, y lo mismo se hacía con los bebés según ha constatado todos estos años la plataforma de afectados de San Ramón.
"Para evitar abortos"
"Antes de nacer los niños ya estaban adjudicados, según los casos que hemos investigado. En la plataforma el 95% son adoptados irregulares y un 5% apropiados”, explica María. Y añade que la mayoría probablemente no descubrirán que son adoptados. Fueron inscritos como hijos biológicos de sus padres adoptivos.
En San Ramón también daban a luz mujeres que sí estaban casadas, pero igualmente sus bebés desaparecían nada más nacer. Algunos de estos casos ya están en las Fiscalías para ser investigados. A las madres se les decía que el bebé necesitaba estar en una incubadora. Días después les comunicaban que el niño había muerto y, sí insistían en ver el cadáver, les mostraban un niño muerto, siempre el mismo, sacado de una cámara frigorífica. Los mismos argumentos, los médicos, las monjas y otros actores, coinciden con los testimonios recogidos en maternidades públicas.
“Ellos se escudaban en la caridad cristiana, una caridad que yo creo fue retorcida” señala David Rodríguez, de 29 años, portavoz de la Plataforma de Afectados de las Clínicas San Ramón, Santa Cristina y Belén. Rodriguez nació en San Ramón y fue dado en adopción nada más nacer. “Algunos de los adoptados nos hemos reunido varias veces con el doctor Vela en el salón de su casa para pedirle datos. Dice que esa documentación se destruyó y asegura que lo que él hizo era lo mejor para los niños y para esas madres. Dijo algo que se me quedó grabado, que lo hizo porque había barcos que se iban a aguas internacionales a provocar abortos”.
Llegado el momento del parto las embarazadas eran conducidas a la clínica San Ramón. Algunas no sabían que su hijo iba a ser dado en adopción, otras sí, pero el médico y la monja se encargaban de organizarlo todo para que no pudieran arrepentirse.
Anestesiar a las embarazadas
Las dormían y cuando despertaban ya no estaba el niño. Las adopciones de San Ramón están cargadas de irregularidades. “La madre no podía retractarse, en el caso de que hubiera dado el consentimiento. En los trámites del juzgado, en muchos casos los padres adoptivos no aparecían por el juzgado para firmar la adopción. En otras ocasiones el propio Vela se personaba en el juzgado testificando que la madre biológica había dado el consentimiento pero que ella no podía personarse, otras veces directamente les daban a los nuevos padres la adopción plena del hijo, sin esperar el tiempo los seis meses que marcaba la ley. Sor María les decía a los padres que ella les arreglaba los papeles”, explican desde San Ramón. Pero el rosario de falsificaciones no acaba. El registro de los recién nacidos lo llevaba a cabo el encargado de mantenimiento de la clínica, Ramón Calandria y más tarde la administrativa Consuelo Rodriguez, e incluso el propio Vela.
Las negligencias durante el parto también eran notables. Según los testimonios recogidos por esta plataforma, como las mujeres estaban anestesiadas, no podían empujar y muchos bebés nacían con fórceps. En otros casos las episotomías vaginales eran casi cesáreas vaginales para ayudar a que el niño naciera. Se les vendaban los pechos con fuerza para evitar la subida de leche porque el hijo ya no estaba con ellas. Y a los dos días dejaban la maternidad. Era un negocio y había que dejar las habitaciones libres. La recuperación la hacían en los pisos.
Venta de bebés: 50.000 pesetas de entonces
Mientras, los padres adoptivos pagaban los gastos de la madre biológica. La administrativa, Consuelo Rodríguez Martínez, desglosaba la factura: estancia, quirófano, matrona, gasas, teléfono... Según los testimonios “se pagaban de 50.000 pesetas de entonces para arriba, donde se incluía cantidades elevadas en concepto de ’teléfono’. Era una forma de cobrar por el bebé”.
Pero sin duda, la ‘irregularidad’ más cruel es que, en todos los casos, en las escrituras de adopción figura que fueron abandonados. “¿Todos los adoptados en esa clínica fuimos abandonados? ¿Dónde están las renuncias de las madres? Si nuestras ellas quisieran ahora buscar a sus hijos, su dolor sería aún peor. Nosotros tenemos derecho a encontrar nuestros orígenes", señalan María y David Rodríguez.
Desde la plataforma se apunta que la AEPA estaba también en la trama. Denuncia que todo se hacía con la complicidad del Estado y de las personas e instituciones que en teoría debían vigilabar las adopciones. La Asociación Española para la Protección de la Adopción (AEPA) y el Instituto de Protección del Menor daban el visto bueno a esas adopciones cargadas de irregularidades y datos falsos.
Los afectados tienen datos que explican como muchos de los cargos de esa asociación se hicieron fácilmente con hijos adoptados. Además, como publicó DIAGONAL en mayo de 2009, un ginecólogo acusado por varias familias del supuesto robo de bebés, el doctor Ignacio Villa Elízaga, de la maternidad pública Santa Cristina, daba el visto bueno de esas adopciones irregulares de San Ramón.
Y aunque en muchos casos se adoptó con escrituras, “éstas se hallan llenas de irregularidades. Además, los mismos que las firmaron también se hicieron sin problemas con bebés”, señalan los afectados de San Ramón.
Cinco encuentros
La Plataforma de afectados de las clínicas San Ramón, Santa Cristina y Belén, ya ha conseguido cinco encuentros entre hijos adoptados y madres biológicas. Jaime Ledesma es el mediador familiar de la plataforma que prepara a las familias para ese momento. “Se trabaja el duelo [la pérdida]. Es complejo porque hasta la prueba del ADN, no sabemos con certeza si esa madre o ese hijo son los que buscamos. Cuando tenemos datos contactamos con la madre biológica. En la primera llamada le digo que una persona le está buscando. La primera reacción es siempre de silencio. En sucesivas llamadas vamos acercándonos hasta el encuentro”, dice Ledesma. Muchas madres no están en Madrid, llegan de Toledo, Ávila, Barcelona o Bilbao.
La Plataforma de Afectados de la Clínica San Ramón, Santa Cristina y Belén y las asociaciones de niños robados han colgado en sus web nombres de personas e instituciones que intervinieron en adopciones y supuestos robos. Piden a la Fiscalía que investigue las adopciones realizadas por la Asociación Española para la Protección de la Adopción, AEPA, y el Tutelar de Menores. Las personas que firmaron documentos en esos casos como Gregorio Guijarro, fundador de la AEPA y Fiscal del Supremo entonces y otras que intervinieron en San Ramón, como José María Cruz, Rosario Vegas, Eduardo Vela, aún vivo y sor María Gómez, entre Además, de instituciones relacionadas como el Teléfono de la Esperanza, Cáritas y Nuevo Futuro.
DIAGONAL ha intentado entrevistar al doctor Vela. A la llamada telefónica de este medio ha respondido la mujer de Vela y ha respondio que no podía pasar el teléfono a su marido porque: “Nos han dicho que con periodistas no hablemos”. Sobre las informaciones que acusan a Vela de robo de bebés, su mujer responde: “Vamos a dejarlo. Ya estamos con abogados. Disculpe, hasta luego”.
Diagonal
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