Peleas internas, proyectos que no terminan de cuajar, necesidades de capital, dudas de los inversores, torres por derribar, gastos astronómicos. Ésta es la situación en la que se encuentra Banca Cívica, uno de los primeros grupos de cajas que se constituyeron y que se ha visto alterado por la incorporación de Cajasol recientemente.
Según fuentes del sector financiero, está inmersa en un momento de extrema dificultad y su futuro se podría ver comprometido. Cuando el Banco de España, el Gobierno y los mercados reclaman celeridad en los planes de reforzamiento de las entidades de nuestro país, la incertidumbre planea sobre el grupo que lidera Caja Navarra (CAN), por diversos motivos.
Uno de los más relevantes es la falta de liderazgo claro. Los dos copresidentes, Enrique Goñi y Antonio Pulido, quieren hacer valer la contribución de sus entidades de origen (CAN y Cajasol, respectivamente) para guiar el rumbo de Banca Cívica. Tal es la tensión interna que, según varios colaboradores cercanos, los copresidentes se hablan sólo para las cuestiones imprescindibles y la sintonía entre ambos es prácticamente nula.
"El uno tiene celos del otro y los dos quieren que prevalezca su tesis sobre los asuntos más importantes", explican las mismas fuentes, antes de añadir que "ninguno quiere que el uno vaya a su zona de influencia y viceversa".
CAN y Cajasol cuentan con un peso del 29,1 por ciento de Banca Cívica. Los otros dos socios, Caja Canarias (con un 21,3 por ciento) y Caja Burgos (con un 20,5 por ciento) aguantan estoicamente y con perplejidad las luchas de los dos máximos responsables.
Las visiones sobre el negocio son completamente diferentes, las culturas organizativas también. Pero, uno de los detonantes de la 'guerra fría' entre Goñi y Pulido es la oposición del primero al proyecto estrella del segundo: la construcción de la Torre Pelli en Sevilla, cuyo coste asciende a 300 millones.
De momento, de nada ha servido el rechazo de Goñi a la continuidad de esta edificación, que Pulido considera estratégica para Cajasol. La torre consumirá un tercio de las ayudas recibidas por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob) depositadas hasta ahora, ya que las necesidades adicionales de capital de Banca Cívica alcanzan los 847 millones.
Falta de liderazgo claro
Para conseguir estos recursos, el grupo pretende salir a bolsa y evitar una nacionalización parcial. Los inversores privados, no obstante, no tienen claro el proyecto y exigen fuertes descuentos en la valoración para inyectar dinero. Fuentes de distintos bancos de inversión sostienen que el liderazgo claro es un asunto capital para atraer el interés de los fondos, los candidatos a entrar en las cajas, y que en el caso de Banca Cívica "no se percibe".
Otro de los aspectos que tienen en cuenta los inversores es el tamaño. El listón para considerar atractiva la compra de acciones de estas entidades está en los 100.000 millones de activos. El grupo gestiona 78.000 millones, de ahí que se haya puesto manos a la obra para encontrar un nuevo socio. En esta tarea no está obteniendo resultados positivos.
Banca Cívica se acercó a la catalana Unnim con el fin de que ésta se incorporara a su proyecto, pero la Generalitat intercedió para que abortara cualquier intento de negociación. El Gobierno de Artur Mas está obsesionado con mantener bajo su influencia todas las cajas catalanas.
Con una integración, Banca Cívica lograría un tamaño crítico para salir a los mercados. Eso sí, con descuentos en la valoración de, al menos, el 50 por ciento, que es lo que exigen los inversores.
En esta labor de búsqueda de capital privado, el grupo se están encontrando con dificultades no previstas. Uno de sus proyectos más ambiciosos se ha tenido que paralizar.
No podrá llevar a cabo su expansión por Estados Unidos al no contar aún ni con la licencia para abrir su oficina de representación, inaugurada por los duques de Palma, Cristina de Borbón y Iñaki Urdangarín, el pasado mes de junio.
Tal y como publicó esta semana elEconomista, la paralización de su plan USA complica todavía más las expectativas para saltar al parqué. Banca Cívica tenía como objetivo estar operativa al otro lado del Atlántico durante el primer trimestre de este año para captar 300.000 clientes hasta 2015.
Estas previsiones, que han sido uno de los puntales del road show de Goñi para atraer inversores privados, no se cumplirán tal y como estaban diseñadas, lo que añade más incertidumbre al proyecto de negocio y diversificación del grupo, clave para la salida a bolsa.
Banca Cívica, que pretende colocar hasta un 40 por ciento del capital en el parqué para así recapitalizarse, todavía no ha culminado con la fase de integración plena. Ayer dió un paso hacia delante, al aprobar los consejos de las cuatro cajas socias el traspaso de todos los activos, a excepción de la obra social.
La operación deberá ser ratificada por cada una de las asambleas, a pesar de que el Banco de España asegurara hace dos semanas que las fusiones, a excepción de Banco Base, habían cumplido con los trámites y que, por tanto, eran irreversibles.
Éste era, precisamente, el mensaje del supervisor para presionar y, así, intentar evitar el fracaso de alguna otra integración de cajas.
Con un descuento del 50 por ciento en la valoración de los activos y teniendo en cuenta las necesidades de capital de Banca Cívica, los inversores tendrán que tomar en torno a un 39 por ciento, el máximo previsto por el grupo.
De no contar con el respaldo de fondos privados, la entidad tendría que dar entrada al Frob por este porcentaje. En caso de que la valoración sea inferior, tanto el capital privado o público alcanzarían una participación superior al 50 por ciento, por lo que las cajas perderían el control del grupo.
La gestión de Goñi se enfrenta a retos muy significativos, en un entorno de caída de la actividad, de bajada de los márgenes y con costes extraordinarios elevados, como el pago de las prejubilaciones y el ajuste de oficinas, así como el gasto de la nueva sede ejecutiva en pleno centro de Madrid.
La entidad cuenta con los 977 millones del Frob para llevar a cabo su fusión y reducir el sobredimensionamiento de la red comercial, principalmente en Madrid y Andalucía.
Banca Cívica solicitó estas ayudas con motivo de la adhesión de Cajasol a finales de octubre y por las negociaciones fallidas para que el fondo norteamericano JC Flowers inyectara 450 millones, ante la falta de acuerdo sobre la valoración del grupo.
El no de JC Flowers
JC Flowers dio marcha atrás en sus intenciones de invertir dinero, a pesar de haber llegado a un preacuerdo el pasado verano. No lo vio claro y prefirió esperar a que la situación de la entidad y de España se clarificaran. Entonces, Banca Cívica tuvo que incorporar a Cajasol, a pesar de que los números de la sevi- llana era mucho peores y afeaban las cifras del nuevo grupo.
La morosidad de la caja andaluza se situaba, a cierre de septiembre del año pasado, en el 7 por ciento, muy por encima de la media del sector, que por entonces estaba anclada en el 5,5 por ciento.
Tras la adhesión de Cajasol, el fondo norteamericano está dispuesto a destinar 125 millones de los 450 millones comprometidos, siempre y cuando la tasación sea favorable a sus intereses y vea potencial para conseguir rentabilidad futura, según fuentes financieras.
A finales de la semana que viene será clave para Banca Cívica, al igual que para el conjunto del sector. El organismo que preside Miguel Ángel Fernández Ordóñez definirá los planes de recapitalización de las entidades y considerará su propuesta para cumplir con los nuevas reglas de solvencia.
A día de hoy, tanto el Banco de España como la mayor parte de los expertos dudan de la capacidad de Banca Cívica para salir al mercado, al igual que del resto de cajas, a excepción de Bankia.
Goñi está empeñado en seguir adelante con el proyecto de cotización y ha puesto toda la carne en el asador para atraer inversores privados y evitar la nacionalización del sector, que podría tambalear su sillón de primer ejecutivo del grupo. Su mandato ha sido cuestionado ya por algunos responsable políticos. También el del número dos, Antonio Pulido.
El diputado del PP en el Congreso, Ramón Aguirre, reclamó en un pleno a puerta cerrada al Banco de España que tuviera otra vara de medir a los copresidentes de Banca Cívica o, al menos, la misma que ha tenido con otros de algunas cajas.
Aguirre aseguró que "tendríamos que llamarles a la atención sobre los señores Pulido y Goñi, para decirles: oiga, con los antecedentes que traen ustedes de pérdidas potenciales en su CajaSol y en su Caja de Navarra, ¿cómo les ponemos al frente de Banca Cívica?".
F.Tadeo y F.Llera en El Economista
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