Tras la asamblea del pasado viernes que dio luz verde a la inserción de los independientes, y tras anunciar EA que ya trabaja en la preparación de su propia oferta electoral, parecen quedar solventadas en sus grandes trazos las incógnitas del tortuoso y doloroso culebrón relativo a la composición definitiva de Nafarroa Bai cara a los comicios del 22 de mayo.
Ante apenas tres meses de arduo trabajo por delante, son de esperar llamamientos a aparcar cualquier expresión de desavenencia y a cerrar filas, como el ya realizado anteayer por la Comisión Gestora de los independientes:
".....Basta de recriminaciones y lamentaciones. Ha llegado la hora de cogernos del hombro, apretar los dientes y mirar hacia adelante. Porque, además, no es poco lo conseguido, si miramos desde dónde partíamos......."
Disiento en cierta medida de la literalidad de esa invocación. El mismo sentido de la honestidad que hace obligado el reconocimiento del esfuerzo e inteligencia de los negociadores como artífices de los constatables avances registrados respecto a las condiciones pactadas en un principio por los dos partidos que quedan en NaBai, me insta a revelar mi impresión, en base a lo que conozco, de que la asamblea no ha marcado el punto final de la desafección de muchos independientes. No comparto que sea todavía el momento de acallar "lamentaciones", sino de escuchándolas, y siendo conscientes del mínimo histórico actual en la movilización del entorno nabaizale, tratar de recomponer en la medida de lo posible su confianza en la posibilidad de construir todavía un proyecto en el que creer.
Porque la frustración no se deriva de aspectos accesorios ni de descontentos personales ni corporativos, sino de cuestiones esenciales, empezando por la evidencia de una pésima gestión de nuestra pluralidad. Se nos han ido Batzarre y EA, pérdidas las dos lamentables; la primera, evitable según mi punto de vista, repetidamente manifestado; la segunda, irreversible tras el trazado de una hoja de ruta convergente en el corto plazo con sectores que en su trayectoria hasta el momento tienen un modelo de construcción de país que no podemos compartir, se ha producido tras un discutible tratamiento por nuestra parte de la crisis política, que sin duda utilizarán como elemento de cohesión interna. Y el desgaste que podemos sufrir en ese contexto de emergencia de la propuesta de acumulación soberanista no lo vamos a poder compensar con un reforzamiento de nuestro perfil más social, porque a pesar de haber sido percibidos hasta ahora, según las técnicas de investigación, como una coalición situada notablemente a la izquierda, el PNV, que pasa de ser un partido entre cuatro a ser uno entre dos, adquiere una relevancia mayor que la que tenía anteriormente, con lo que ofrecemos un nuevo flanco de ataque. Esa situación hacía más recomendable que nunca la visualización de NaBai como algo más que una suma problemática de dos partidos muy diferentes, pero éstos no han dudado en continuar, con pequeñas correcciones más acusadas en el caso de la candidatura al ayuntamiento de Iruña, sus prácticas partitocráticas, que les llevan a la sobrerrepresentación, más que exagerada en el caso de Aralar, en relación con su implantación real.
Con todo, el factor que más desconcierto y sensación de inestabilidad genera es la precariedad de una coalición concebida como una entente táctica y por lo tanto expuesta a los vaivenes de la política de alianzas y estrategias de reconversión de espacios que muy legítimamente afronten los partidos en el futuro. Algo muy diferente a la NaBai en la que creíamos en 2007.
Mirando hacia el futuro, sin embargo, no nos faltan activos: contamos con el convencimiento de la mayoría de los independientes y de muchos nabaizales afiliados de la necesidad de desarrollar un proyecto estratégico para el cambio político. De un proyecto interidentitario, aunque muchos nos sintamos abertzales. Elaborado desde y para Navarra, con expresiones que se llamen como se llamen, no tienen porqué ajustarse miméticamente a la oferta y estructura partidaria de la CAV. No sólo contamos con el convencimiento; también posiblemente con la voluntad de toda esa gente, incluídos los cargos públicos que quieran impulsar ese proyecto en cualquiera de las circunstancias que se puedan producir.
Ese impulso requiere un discurso, que no hay por qué esconder ahora. Aprendamos de nuestros errores, que suponen nuestra cuota de responsabilidad en el deterioro de NaBai. Hay que llamar a las cosas por su nombre y con claridad y desde ya. Esa tiene que ser nuestra manera de trabajar ahora por NaBai, porque es la única manera de conseguir que la posibilidad de reconstruir un proyecto ilusionante alcance credibilidad entre tanto nabaizale que de una u otra manera se ha ido distanciando.
Por supuesto que tendremos que hacerlo a la vez que trabajamos en la preparación de las elecciones, en la construcción de candidaturas locales en todo lugar en el que sólos o junto con otros sectores progresistas existan expectativas razonables de superar el fatídico 5%, en la organización de charlas y en la puesta en marcha de todos los medios divulgativos y agitativos imaginables. Una coincidencia compleja pero ineludible.
No veo otra forma de reinvertir la situación actual de disgregación afectiva de muchos nabaizales, una situación que nunca hubiésemos querido. Pongámonos a trabajar, sin callar ni olvidar.
Praxku
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