El próximo 8 de julio hará treinta y cinco años desde aquellos sucesos: la entrada y carga indiscriminada de la policía en la plaza de toros causando decenas de heridos y el posterior asesinato del joven Germán Rodríguez en la Avenida de Roncesvalles y, días más tarde, de Joseba Barandiarán en Donostia. Las fiestas rotas y una ciudad herida en lo más profundo; herida que aún no se ha cerrado y de la que sigue manando indignación y demanda de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición.
En estos años hemos visto cómo cada vez hay más personas y organizaciones que se suman al esfuerzo colectivo por desmontar la enorme injusticia que supuso tanto el franquismo como la mal llamada “transición”. Y lo hacen, no como un ejercicio de nostalgia, sino como un elemento de lucha y movilización. El empeño por contar nuestra verdad, por reflejar nuestra historia está presente hoy día junto a la lucha contra los desahucios, los recortes sociales, las agresiones a la mujeres, la carencia de futuro de la juventud… Batallando contra la impunidad y por el castigo a los culpables de aquellos crímenes estamos contribuyendo a comprender mejor las actuales agresiones y a cambiar la injusta situación que padecemos.
Este treinta y cinco aniversario coincide con la apertura de un proceso judicial por parte de un juzgado de Argentina, la querella 4591/10, que pretende amparar las denuncias por genocidio y delitos de lesa humanidad cometidos por el régimen franquista.
Se trata de aplicar los principios de justicia universal, por los que se reconoce el derecho de los tribunales de justicia de cualquier país a ejercer, en nombre de la Comunidad Internacional, jurisdicción sobre delitos de especial gravedad. Delitos que por su naturaleza son conceptualizados como crímenes imprescriptibles y no amnistiables. Y entre los que consideramos que se encuentran los cometidos en julio de 1978.
Por eso, entre los cientos y cientos de personas que han presentado su denuncia ante este tribunal, se encuentran también algunos de los heridos en los sucesos de Sanfermines de 1978; la propia asociaciónSanfermines 78 Gogoan! se ha personado como denunciante, solicitando que se acabe con la impunidad de los culpables y que sean juzgados. Para las personas que formamos parte de esta asociación se trata de un paso más en la recuperación de nuestra memoria, entendiendo que este empeño constituye un imperativo ético irrenunciable. Se trata de avanzar en el camino por arrojar luz sobre las víctimas inocentes y restituir a nuestro pueblo la dignidad perdida.
También es una forma de romper con la impotencia que sentimos por la impunidad durante todos estos años, que es otra forma de corrupción y abdicación de los principios democráticos, y de quebrar el muro de inanición vergonzosa de los tribunales de justicia del Estado español. Se trata de una oportunidad para apoyar desde el discurso de los derechos humanos, la exigencia de la justicia necesaria para poner fin a la situación de desmemoria, dejación e impunidad con que se han tratado estas cuestiones. No sabemos hasta dónde podrá llegar el tribunal argentino, pero vamos a aprovechar la rendija que se nos ofrece para dar a conocer al mundo lo que aquí pasó y sobre todo cómo se ha amparado y protegido a los culpables. Por eso la causa abierta en Argentina va a tener un especial protagonismo en la conmemoración de este 8 de julio en Iruñea.
Igualmente coincide esta fecha con el anuncio de una posible aprobación por el Parlamento navarro de una Ley Foral sobre la Memoria Histórica.
Debemos poner todos nuestros esfuerzos para que esa ley sea un paso para acabar con el silencio de unas instituciones que hasta ahora han minimizado los derechos de las personas represaliadas, encarceladas, asesinadas, desaparecidas, torturadas… Para que no se convierta en un apuntalamiento del modelo español de impunidad, instituido por la ley de punto final de 1977 llamada de “amnistía”, que ha impedido la aplicación de la justicia y ha negado la reparación a que tienen derecho las victimas.
También debería incluir a todas las victimas de la llamada “transición” como son las de julio de 1978 y tantas otras que no han encontrado ningún reconocimiento ni amparo por parte de las instituciones.
Para ello resulta imprescindible contar desde el principio con la participación de las organizaciones memorialísticas que trabajan en Navarra, recogiendo sus aportaciones e incluyéndolas en el texto que se apruebe.
Mientras tanto seguiremos acudiendo como cada 8 de julio a la estela de Germán, con nuevos ánimos para seguir en la brecha, porque, parafraseando al poeta Gabriel Celaya, la memoria, como la poesía, es un arma cargada de futuro.
Ramón Andrés Contreras López, en nombre de la Plataforma sanfermines78: Gogoan! Ekimena
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