El 24 de
febrero los premios de la Academia de Hollywood llegan a su edición número 85.
Fueron entregados por primera vez en 1929 para galardonar a las películas
estrenadas en la temporada 1027-28. Entonces, el cine todavía era mudo.
A lo largo de sus 85 ediciones la Academia ha apoyado a auténticas joyas que de otro modo habrían pasado desapercibidas, pero sobre todo ha premiado a las grandes producciones de los estudios más poderosos, en decisiones, algunas veces, escandalosamente desafortunadas. Ha laureado a actores y actrices histriónicos en sobreactuaciones muy ruidosas mientras negaba el pan y la sal a intérpretes introspectivos, sensibles y profundos que desplegaban su sabiduría artística sin aspavientos ni excesos. Ha descubierto películas extranjeras que eran olvidadas cinco minutos después mientras dejaba en la estacada a inmarchitables obras maestras que permanecerán en nuestra memoria para siempre.
Por eso no conviene tomarse demasiado en serio estos premios. Son un juego, una martingala de la gran industria que es Hollywood para vendernos su producto cada año. Y, sin embargo, es cierto que si repasamos la relación de premios y de candidaturas año tras año, tendremos una visión bastante atinada de lo que ha sido la historia del cine americano en estos últimos 85 años.
Vamos a dar un repaso a las películas candidatas este año, pero antes zanjaremos el apartado histórico sacando los colores a la Academia con una lista de ilustres cineastas –sólo se incluye los ya fallecidos- que jamás ganaron el premio al mejor director. Entre paréntesis el número de veces que fueron candidatos: Charles Chaplin (1), Josef Von Sternberg (2), Orson Welles (1), Howard Hawks (1), Ernst Lubitsch (3), Jean Renoir (1), Sam Wood (3), Clarence Brown (6), William A. Wellman (3), King Vidor (5), Alfred Hitchcock (5), Otto Preminger (2), Richard Brooks (3), John Cassavetes (1), Arthur Penn (2), François Truffaut (1), Stanley Kubrick (4), Federico Fellini (4), Louis Malle (1), Sidney Lumet (4), Ingmar Bergman (3), Akira Kurosawa (1) y Robert Altman (5).
No se sabe que llama más la atención, si que ni Hitchcock en cinco ocasiones ni Kubrick en cuatro fueran premiados o el que un director de carrera tan ilustre como Howard Hawks (Scarface 1932, La fiera de mi niña 1938, Sólo los ángeles tienen alas 1939, Luna nueva 1940, Bola de fuego 1941, Tener y no tener 1945, El sueño eterno 1946, Río Rojo 1948, Los caballeros las prefieren rubias 1953, Río Bravo 1959, Hatari 1962, El Dorado 1967) fuera sólo ¡una vez! candidato (por El Sargento York, 1941)
Las nueve candidatas de este año al premio a la mejor película ofrecen, en general, un nivel más alto del de los últimos años. Hay siete notables o grandes obras con múltiples puntos de interés y sólo dos más flojas, que, sin embargo, han tenido una gran aceptación por parte del público. Como en el mundo en que vivimos el dinero parece ser el motor de todas las cosas –para nuestra vergüenza por haberlo consentido-, vamos a ver esta relación de candidatas en orden de menos a más posibilidades de ganar según las casas de apuestas americanas.
Las rezagadas
“Bestias del sur salvaje” (Beasts of the southern wild, Benh Zeitlin) cuenta una extraordinaria historia de resistencia personal a través de los ojos de una niña, que lo ve todo como si de un cuento se tratase (algo que intentó sin éxito Guillermo del Toro en la sobrevalorada “El laberinto del fauno”). La película es fresca, emotiva y en muchos momentos fascinante; también es muy particular y no todos los públicos encontrarán atractiva ni su propuesta ni su línea narrativa; pero si se entra en su juego la satisfacción está asegurada. No ganará porque es el proyecto más marginal, más alejado de la corriente mayoritaria. La niña Quvenzhané Wallis es un encanto, pero que la Academia la haya nominado para el oscar es una de las decisiones más extravagantes de su octogenaria existencia.
"Amor” (Amor, Michael Haneke) es la mejor película del lote pero no ganará de ninguna forma porque es una película hablada en francés (no olvidemos que en los Estados Unidos no practican la detestable costumbre del doblaje y ven las películas no habladas en inglés en su versión original con sus correspondientes subtítulos) y jamás ha ganado una película hablada en otra lengua. Además se trata de una obra de difusión minoritaria y ya llama la atención que esté incluida en esta lista. (Para mayor información sobre “Amor” pueden leer el artículo sobre este filme en las páginas –informáticas- de este Sillón informativo)
“Django desencadenado” (Django unchained, Quentin Tarantino) (ver artículo en el Sillón Informativo) tampoco está bien colocada en la carrera por el Oscar, a pesar de ser la vuelta de Tarantino al buen cine que se espera de él. Ha despertado un importante rechazo en la comunidad afroamericana; a la polémica generada por Spike Lee hay que añadir la negativa de la empresa que fabrica las figuras de los personajes de otros filmes de Tarantino a hacer lo propio con las de Django, Brunhilde y el resto de protagonistas de esta.
Las colocadas
Las opciones de “La noche más oscura” (Zero dark thirty, Kathryn Bigelow) se han ido deshinchando conforme avanzaba la temporada de premios. Partía como posible acaparadora de honores por doquier, pero ha ido siendo descabalgada por otros títulos más cercanos al gusto del público. Sin duda es un magnífico trabajo, preciso, bien narrado, intenso y con un desenlace de poderoso temple, pero está lastrado por una frialdad extrema, una asepsia casi insoportable y una falta de compromiso sospechosamente calculada. El mérito es de la protagonista Jessica Chastain, que tiene que llevar sobre sus espaldas todo el peso de la cinta sin tener en su personaje ni un solo agarradero emocional en el que apoyarse.
“La vida de Pi” (Life of Pi, Ang Lee) es un producto muy estimulante, mejor que el relato original que adapta. Intrigante, bien narrado, con gran profusión de efectos especiales al servicio de la narración, el único reproche que puede hacérsele es que al estar concebido para ser visto en 3-D alguno planos parecen superfluos si se ve en proyección convencional. No ganará el premio a la mejor película, pero sí se llevará unos cuantos premios técnicos.
En nuestro país ha gustado mucho “Los miserables” (Les miserables, Tom Hooper) pero estamos ante una de las propuestas más débiles de la selección académica; quizás su problema esté ya en el musical original, quizás la idea de hacer un musical de una novela como la de Victor Hugo sea un disparate. Con todo, tampoco estamos ante ningún bodrio: la partitura es muy agradecida, y en general la película tiene bastantes momentos atractivos. Lo mejor son sus intérpretes: Anne Hathaway se llevará con casi total seguridad el Oscar a la mejor actriz secundaria y si hay alguien que puede dar la campanada de la noche sería Hugh Jackman birlándole a Day-Lewis el premio que todos dan por descartado. Pero como película no, como película “Los miserables” no se van a comer ni un colín.
And the winner is...
Por extraño que pueda parecer “El lado bueno de las cosas” (Silver linings playbook, David O. Russell) (ver artículo en El Sillón Informativo) está en tercer lugar en el ranking de favoritos para ganar el gran premio de este año. Esperemos que los académicos no pierdan la cabeza y no cometan semejante disparate. Es la peor película de las candidatas.
“Lincoln” (Lincoln, Steven Spielberg) (ver artículo en El Sillón Informativo) parecía destinada a ser la gran vencedora de la noche y tiene suficientes méritos para ello. Es casi seguro que Spielberg se haga con su tercer Oscar como director (igualando a los míticos Frank Capra y William Wyler, y quedando sólo por debajo del grandioso John Ford que ganó cuatro) pero a última hora se ha visto adelantada en los pronósticos.
“Argo” (Argo, Ben Affleck) se ha erigido como más que posible ganadora, para sorpresa de muchos que la habían tachado de sus quinielas al no haber sido nominado su director. Sólo tres películas han ganado sin director nominado: “Alas” (Wings, William A. Wellman, 1927), “Gran Hotel” (Grand Hotel, Edmudn Goulding, 1932) y “Paseando a Miss Daisy” (Driving Miss Daisy, Bruce Beresford, 1989).
Pero “Argo” es una película muy atractiva con muchos argumentos a su favor; una buena historia (el intento de rescate de unos diplomáticos escondidos durante la crisis de los rehenes de la embajada, en Irán en 1980), un interesante cruce de géneros entre la comedia y el cine de acción y, finalmente, un apasionante crescendo narrativo que te pone el corazón en un puño durante más de cuarenta minutos en el desenlace del filme. Película que atrapa a todo tipo de públicos, si gana será una sorpresa para muchos sí, pero una sorpresa merecida.
En todo caso falta pocos días para que lo sepamos. Recuerden que no hay que tomarse este asunto en serio y tengan en cuenta que algunas de las mejores películas americanas de la historia del cine como “De entre los muertos” (Vertigo, Alfred Hitchcock,1958), “Centauros del desierto” (The searchers, John Ford, 1956) o “Qué bello es vivir” (It’s a wonderful life, Frank Capra, 1946) nunca ganaron ningún Oscar. Ni falta que les hace.
A lo largo de sus 85 ediciones la Academia ha apoyado a auténticas joyas que de otro modo habrían pasado desapercibidas, pero sobre todo ha premiado a las grandes producciones de los estudios más poderosos, en decisiones, algunas veces, escandalosamente desafortunadas. Ha laureado a actores y actrices histriónicos en sobreactuaciones muy ruidosas mientras negaba el pan y la sal a intérpretes introspectivos, sensibles y profundos que desplegaban su sabiduría artística sin aspavientos ni excesos. Ha descubierto películas extranjeras que eran olvidadas cinco minutos después mientras dejaba en la estacada a inmarchitables obras maestras que permanecerán en nuestra memoria para siempre.
Por eso no conviene tomarse demasiado en serio estos premios. Son un juego, una martingala de la gran industria que es Hollywood para vendernos su producto cada año. Y, sin embargo, es cierto que si repasamos la relación de premios y de candidaturas año tras año, tendremos una visión bastante atinada de lo que ha sido la historia del cine americano en estos últimos 85 años.
Vamos a dar un repaso a las películas candidatas este año, pero antes zanjaremos el apartado histórico sacando los colores a la Academia con una lista de ilustres cineastas –sólo se incluye los ya fallecidos- que jamás ganaron el premio al mejor director. Entre paréntesis el número de veces que fueron candidatos: Charles Chaplin (1), Josef Von Sternberg (2), Orson Welles (1), Howard Hawks (1), Ernst Lubitsch (3), Jean Renoir (1), Sam Wood (3), Clarence Brown (6), William A. Wellman (3), King Vidor (5), Alfred Hitchcock (5), Otto Preminger (2), Richard Brooks (3), John Cassavetes (1), Arthur Penn (2), François Truffaut (1), Stanley Kubrick (4), Federico Fellini (4), Louis Malle (1), Sidney Lumet (4), Ingmar Bergman (3), Akira Kurosawa (1) y Robert Altman (5).
No se sabe que llama más la atención, si que ni Hitchcock en cinco ocasiones ni Kubrick en cuatro fueran premiados o el que un director de carrera tan ilustre como Howard Hawks (Scarface 1932, La fiera de mi niña 1938, Sólo los ángeles tienen alas 1939, Luna nueva 1940, Bola de fuego 1941, Tener y no tener 1945, El sueño eterno 1946, Río Rojo 1948, Los caballeros las prefieren rubias 1953, Río Bravo 1959, Hatari 1962, El Dorado 1967) fuera sólo ¡una vez! candidato (por El Sargento York, 1941)
Las nueve candidatas de este año al premio a la mejor película ofrecen, en general, un nivel más alto del de los últimos años. Hay siete notables o grandes obras con múltiples puntos de interés y sólo dos más flojas, que, sin embargo, han tenido una gran aceptación por parte del público. Como en el mundo en que vivimos el dinero parece ser el motor de todas las cosas –para nuestra vergüenza por haberlo consentido-, vamos a ver esta relación de candidatas en orden de menos a más posibilidades de ganar según las casas de apuestas americanas.
Las rezagadas
“Bestias del sur salvaje” (Beasts of the southern wild, Benh Zeitlin) cuenta una extraordinaria historia de resistencia personal a través de los ojos de una niña, que lo ve todo como si de un cuento se tratase (algo que intentó sin éxito Guillermo del Toro en la sobrevalorada “El laberinto del fauno”). La película es fresca, emotiva y en muchos momentos fascinante; también es muy particular y no todos los públicos encontrarán atractiva ni su propuesta ni su línea narrativa; pero si se entra en su juego la satisfacción está asegurada. No ganará porque es el proyecto más marginal, más alejado de la corriente mayoritaria. La niña Quvenzhané Wallis es un encanto, pero que la Academia la haya nominado para el oscar es una de las decisiones más extravagantes de su octogenaria existencia.
"Amor” (Amor, Michael Haneke) es la mejor película del lote pero no ganará de ninguna forma porque es una película hablada en francés (no olvidemos que en los Estados Unidos no practican la detestable costumbre del doblaje y ven las películas no habladas en inglés en su versión original con sus correspondientes subtítulos) y jamás ha ganado una película hablada en otra lengua. Además se trata de una obra de difusión minoritaria y ya llama la atención que esté incluida en esta lista. (Para mayor información sobre “Amor” pueden leer el artículo sobre este filme en las páginas –informáticas- de este Sillón informativo)
“Django desencadenado” (Django unchained, Quentin Tarantino) (ver artículo en el Sillón Informativo) tampoco está bien colocada en la carrera por el Oscar, a pesar de ser la vuelta de Tarantino al buen cine que se espera de él. Ha despertado un importante rechazo en la comunidad afroamericana; a la polémica generada por Spike Lee hay que añadir la negativa de la empresa que fabrica las figuras de los personajes de otros filmes de Tarantino a hacer lo propio con las de Django, Brunhilde y el resto de protagonistas de esta.
Las colocadas
Las opciones de “La noche más oscura” (Zero dark thirty, Kathryn Bigelow) se han ido deshinchando conforme avanzaba la temporada de premios. Partía como posible acaparadora de honores por doquier, pero ha ido siendo descabalgada por otros títulos más cercanos al gusto del público. Sin duda es un magnífico trabajo, preciso, bien narrado, intenso y con un desenlace de poderoso temple, pero está lastrado por una frialdad extrema, una asepsia casi insoportable y una falta de compromiso sospechosamente calculada. El mérito es de la protagonista Jessica Chastain, que tiene que llevar sobre sus espaldas todo el peso de la cinta sin tener en su personaje ni un solo agarradero emocional en el que apoyarse.
“La vida de Pi” (Life of Pi, Ang Lee) es un producto muy estimulante, mejor que el relato original que adapta. Intrigante, bien narrado, con gran profusión de efectos especiales al servicio de la narración, el único reproche que puede hacérsele es que al estar concebido para ser visto en 3-D alguno planos parecen superfluos si se ve en proyección convencional. No ganará el premio a la mejor película, pero sí se llevará unos cuantos premios técnicos.
En nuestro país ha gustado mucho “Los miserables” (Les miserables, Tom Hooper) pero estamos ante una de las propuestas más débiles de la selección académica; quizás su problema esté ya en el musical original, quizás la idea de hacer un musical de una novela como la de Victor Hugo sea un disparate. Con todo, tampoco estamos ante ningún bodrio: la partitura es muy agradecida, y en general la película tiene bastantes momentos atractivos. Lo mejor son sus intérpretes: Anne Hathaway se llevará con casi total seguridad el Oscar a la mejor actriz secundaria y si hay alguien que puede dar la campanada de la noche sería Hugh Jackman birlándole a Day-Lewis el premio que todos dan por descartado. Pero como película no, como película “Los miserables” no se van a comer ni un colín.
And the winner is...
Por extraño que pueda parecer “El lado bueno de las cosas” (Silver linings playbook, David O. Russell) (ver artículo en El Sillón Informativo) está en tercer lugar en el ranking de favoritos para ganar el gran premio de este año. Esperemos que los académicos no pierdan la cabeza y no cometan semejante disparate. Es la peor película de las candidatas.
“Lincoln” (Lincoln, Steven Spielberg) (ver artículo en El Sillón Informativo) parecía destinada a ser la gran vencedora de la noche y tiene suficientes méritos para ello. Es casi seguro que Spielberg se haga con su tercer Oscar como director (igualando a los míticos Frank Capra y William Wyler, y quedando sólo por debajo del grandioso John Ford que ganó cuatro) pero a última hora se ha visto adelantada en los pronósticos.
“Argo” (Argo, Ben Affleck) se ha erigido como más que posible ganadora, para sorpresa de muchos que la habían tachado de sus quinielas al no haber sido nominado su director. Sólo tres películas han ganado sin director nominado: “Alas” (Wings, William A. Wellman, 1927), “Gran Hotel” (Grand Hotel, Edmudn Goulding, 1932) y “Paseando a Miss Daisy” (Driving Miss Daisy, Bruce Beresford, 1989).
Pero “Argo” es una película muy atractiva con muchos argumentos a su favor; una buena historia (el intento de rescate de unos diplomáticos escondidos durante la crisis de los rehenes de la embajada, en Irán en 1980), un interesante cruce de géneros entre la comedia y el cine de acción y, finalmente, un apasionante crescendo narrativo que te pone el corazón en un puño durante más de cuarenta minutos en el desenlace del filme. Película que atrapa a todo tipo de públicos, si gana será una sorpresa para muchos sí, pero una sorpresa merecida.
En todo caso falta pocos días para que lo sepamos. Recuerden que no hay que tomarse este asunto en serio y tengan en cuenta que algunas de las mejores películas americanas de la historia del cine como “De entre los muertos” (Vertigo, Alfred Hitchcock,1958), “Centauros del desierto” (The searchers, John Ford, 1956) o “Qué bello es vivir” (It’s a wonderful life, Frank Capra, 1946) nunca ganaron ningún Oscar. Ni falta que les hace.
Luis Monzón, en El Sillón Informativo
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