MAL TIEMPO, malo, pero algo es algo,
al menos no han guindado la lluvia, porque no han debido encontrar el modo de
privatizarla, de revenderla, de recomprarla, de fundacionarla y refundacionarla,
de vialogarla, de asesorarla y de sacarle dietas por imperativo legal... así
que disfrutemos mientras podamos del agua, antes de que tengamos que pagar por
ella y alguien se haga rico y se pasee en helicóptero a nuestra costa y de
nuestra lluvia.
«¡Queremos
saber!» y para eso estamos en la calle, porque queremos saber y porque ya es
hora, nunca mejor dicho. Porque a estas
alturas si no salimos, nos echan, nos despojan y expolian. Si al preguntar y al
querer saber le llaman conspiración, que le llamen. Saben que es mentira, pero
eso poco importa porque lo hacen como respiran. No podemos dejarlos en paz. No
puede salirles gratis.
A la calle se sale cuando
quien detenta el poder confunde el gobernar con el someter, y en situación de sometimiento
nos quieren mantener, callados, ignorantes, aplaudidores de sus ventajas y de
lo que llaman con desvergüenza «errores no acertados», en relación a sus trapisondas
con la CAN, después de que se hayan denunciado sus manejos, no antes. Queremos
saber el alcance de esos «errores no acertados» y sus protagonistas y responsables,
todos sus protagonistas y todos sus responsables.
No quieren dar
explicaciones y saben por qué no quieren, por eso nos acusan de desestabilizar.
Y es que poner coto al saqueo es desestabilizar, denunciar al que abusa, una conducta asocial, casi un delito. Son
demasiados los errores no acertados en obras públicas, recortes,
privatizaciones y montajes de parásitos sin otro objeto que el cobrar dietas,
como para no dar explicaciones. No producen, cobran.
Y no solo confunden el
gobernar con dominar, sino que están convencidos de que el resultado favorable
de unas elecciones y la ventaja de unos pactos electorales poco limpios y
desprovistos de buena fe, equivalen a una recortada y a una licencia para hacer
lo que les viene en gana y no estar obligados a dar explicaciones a una
ciudadanía a la que poco a poco se le está arrebatando la condición de tal.
Pedimos información, hoy
sobre la CAN y mañana sobre la privatización de nuestro sistema sanitario,
pasado ya veremos, y se nos contesta con
desplantes o con humo, o con porrazos y multas.
Dicen que lo sucedido con
la Caja de Ahorros no es de nuestra incumbencia porque son asuntos privados. Es
posible que ahora sea algo privado (y turbio cuando menos), pero esos asuntos
eran públicos y ellos estaban ahí, en sus puestos de gobierno, en sus consejos
de administración, beneficiándose de sus puestos de una manera poco decorosa,
no por nada en especial, sino por la representación política que ostentaban, no
estaban como inversores, no como socios capitalistas.
Si la ciudadanía no
hubiese salido a la calle expresando su querer saber, aquí no hubiese pasado
nada, que es lo que casi por costumbre pasa, NADA; y cada cual a su casa.
Esta es una casta que del
bien común tiene la peculiar idea de que es suyo y se niega a dar explicaciones
sobre lo que ha sucedido con la CAN y su entramado social y político, porque
temen que se descubra la forma en que se manejan las instituciones de esta
comunidad.
Lo que sucede es que la casta
a la pertenece Barcina y los suyos, ha hecho de los asuntos públicos, negocios
privados, como están haciendo de los servicios y derechos un negocio privado,
cuyo entramado revela siempre el amiguismo y, en otros lugares, vemos a diario,
maneras del crimen organizado.
Esta gente no repara en que
lo legal puede no ser ya decoroso u obsceno, sino justo, y lo confunde en
propio beneficio. Han tejido un sistema legal de casta y clase que protege y
blinda el enriquecimiento personal y la ventaja inmediata de los suyos como
único objetivo político. Una casta en la que cuentan las relaciones familiares,
la pertenencia a elites económicas, el amiguismo descarado, los favores debidos;
una casta que ha hecho de conquistas sociales y civiles duramente conseguidas,
un negocio o va camino de hacerlo: la salud, la educación, la vivienda, todo se
ve recortado, limitado, cuando no inaccesible... y este mismo de manifestación
y expresión de unas ideas y de disidencia está en sus manos condenado a irse recortando
de tal manera que nos convertirá en delincuentes.
Queremos saber cómo y por
qué y por quiénes esa institución navarra que era la CAN se ha convertido en un
saco de humo y en una fuente de beneficios para inversores de privilegio. No
estamos hablando de un chiringuito de tercera propio de un paraíso fiscal, sino
de una institución que ha aglutinado durante décadas la actividad económica de
Navarra.
Está visto que esta gente
confunde la actividad política con el saqueo, fino, fino, por lo legal, dicen, y
tiene encima la pretensión de perpetuarse, ignorando por completo a las clases
que pagan y pagan y pagan sin parar, y se ven día a día más desfavorecidas. El
paro no va con ellos, las más de seis mil familias navarras que tienen a todos
su miembros sin trabajo, la ruina de los servicios sociales tampoco, sólo cuenta
su beneficio. No les preocupa el dictar recortes en derechos y en conquistas
que nunca han sido gratis, porque no van con ellos. Gratis ha sido su vida, sus
milagros económicos, el monto imparable de sus patrimonios, la opacidad de estos,
las redes de influencia que han tejido aquí y fuera de aquí.
A estas alturas querer
saber de la CAN se queda corto, aunque sea un paso más que necesario, porque
ellos han contado con que ni queríamos ni podíamos saber, con la impunidad, con
que el tiempo y el barullo burocrático juega a su favor. Ya basta de impunidad.
Tenemos derecho a una información veraz. No es legítimo responder con violencia
policial como respuesta a peticiones legítimas de la ciudadanía.
Queremos saber qué paso
con la CAN y queremos saber quiénes son los responsables, queremos que se abra
una investigación pública sobre lo sucedido, queremos que se nos trate como ciudadanos,
no como meros votantes de ocasión más domesticados que otra cosa. Quienes
desestabilizan, crispan y provocan la ruptura social no somos nosotros, son
ellos.
Pamplona 2 de Febrero de 2013
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