Lo hiriente del caso es que tanto la SER como la COPE ya
cuentan con licencias para Pamplona. Como el que roba a los pobres para dárselo
a los ricos, el Gobierno de Navarra da a los que ya tienen y se la niega a
quien carece de ella y lleva un cuarto de siglo –se dice pronto- solicitándola.
Por no hablar del carácter forastero de las propuestas ganadoras en contraste
con la perdedora. El navarrismo oficial lleva mucho tiempo demostrando que
prefiere cualquier cosa de fuera a lo de aquí, a poco que esto chirríe con su
particular idea de Navarra. Pero lo de menos son los nombres de los premiados
en el sorteo. Si no llegan a ser ellos hubieran sido otros. La Peña Salafista
del Primer Ensanche o la Fundación para la Difusión de los Valores de la
Pederastia. La Asociación de Carceleros Jubilados de Mauthausen o la Delegación
Navarra del Cártel de Medellín. Cualquiera, antes que a Euskalerria Irratia.
Resulta particularmente cínico que UPN acuse a Bildu y a Geroa Bai de presionar
a favor de esta emisora. Es el partido foralista el que lleva años saltándose
leyes, normas y preceptos para que los euskaldunes de la Comarca de Pamplona
carezcamos de una emisora legal en nuestro idioma. Y el PSN de cómplice. Fue el
gobierno del socialista Urralburu el primero que denegó la licencia a
Euskalerria Irratia. El de Sanz siguió la misma estela en un procedimiento
particularmente escandaloso y lo que hace ahora el de Barcina, repitiendo la
jugada. Aunque la verdad es que lo contrario hubiera sorprendido. Si algo
caracteriza a esta mujer es su absoluta previsibilidad. Imaginarnos a Barcina
diciendo algo que se salga del guión establecido o haciendo algo que no sea
puro continuismo es una fantasía animada de ayer y hoy. Así le va a ella y a
ese gobierno suyo, cada vez más inoperante y cada vez más cercado por la
realidad. Se va a ir pronto y no le va a llorar nadie.
Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias
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