martes, 12 de febrero de 2013

EL (MAL) EJEMPLO DE NOTARIOS Y REGISTRADORES


La base de nuestra argumentación era una interpretación que considerábamos ajustada a derecho (en favor de los consumidores) y que, como es lógico, ni notarios ni registradores aceptaban. De hecho sendos recursos contencioso-administrativos buscaban la interpretación contraria, que perjudicaba seriamente a los consumidores.
Pues bien en noviembre se tuvo conocimiento de la sentencia del Tribunal Supremo en la que se reconocía, punto por punto, lo que habíamos interpretado. El Fiscal General de la Sección Civil del Tribunal Supremo fue concluyente. Pese a la claridad de su requerimiento que os invito a leer en mi comentario anterior sobre el particular, los notarios y registradores hicieron oídos sordos al mismo y siguieron en sus trece. La pregunta ahora surge de inmediato. ¿Qué debemos hacer para que se cumpla una sentencia del Tribunal Supremo y el requerimiento del Fiscal General? Si ése es el respeto que los fedatarios públicos, que deberían ser crisol de ejemplaridad, otorgan a tan Alto Tribunal, uno se pregunta por las manos en las que estamos cada vez que pretendemos elevar a público un acuerdo o un contrato y registrarlo. Si ni notarios ni registradores son capaces de respetar lo que con tanta claridad se les pide, poco podemos creer en su profesionalidad. Y no es de recibo que se escuden, como hacen algunos de los que tenemos constancia, en el hecho de que ya se ha superado el plazo de presentar una reclamación.
Es evidente que el Tribunal Supremo y la Fiscalía General disponían de ese dato (las deudas empezaron hace ya algún tiempo, en 2007) y, sin embargo, eso no fue óbice para la redacción de una sentencia ejemplar (que nos da la razón en el argumento) y el requerimiento del Fiscal General para su cumplimiento. Lamentablemente, los que deberían ser los primeros en dar ejemplo de acatamiento se han convertido en morosos de muchos ciudadanos. Y la tarea que se nos presenta es ardua: conseguir que paguen lo que deben. Y en ello estamos.
José María Múgica, en El Blog de los Consumidores

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