Ayer hizo 31 años del asesinato del ingeniero de la central nuclear de Lemoiz, José María Ryan, secuestrado unos días antes por ETA. Una semana después tuvo lugar la primera huelga general convocada en este país contra una acción del grupo terrorista. En Navarra paramos cuatro. Aquí, unos no secundaron el paro porque babeaban con la "organización", mientras que otros no lo hicieron bajo la máxima de que "esto no es Euskadi", y, por lo visto, esa sangre les caía en otro planeta. Desde 1986 hasta hoy mucho ha sido lo que han tenido que aguantar los incombustibles de Gesto por la Paz de Euskal Herria en sus concentraciones silenciosas en la plaza del Ayuntamiento cada vez que la violencia política ensangrentaba esta tierra. Ahora quizá resulta de mal tono recordar que, por ejemplo, a los de Gesto les insultaban los cachorros de la izquierda abertzale, al mismo tiempo que el navarrismo los ninguneaba o censuraba por eso "de Euskal Herria". Ellos no han utilizado las dobles y hasta triples varas de medir de la mayoría de las fuerzas políticas. Han salido siempre, fuera el muerto guardia civil o militante de ETA. Y lo han hecho, sobre todo al principio, en la más absoluta de las soledades. Cuando todavía delegábamos en nuestros políticos las notas de condena de rigor, ellos estaban ya en la calle, reclamando en silencio paz y civilidad. Lo de las grandes y publicitadas movilizaciones es cosa de bastante después. Ahora, tras el anuncio por parte de ETA del fin de sus acciones y comprobar que esto va en serio Gesto nos anuncia su autodisolución. Fueron los primeros en salir y van a ser los primeros en desaparecer de la escena. Sin hacer de su postura un modo de vida, ni buscar su promoción social o política. Saldrán a la calle por última vez el próximo sábado, en Bilbao, y lo harán, en esta ocasión, de forma festiva y ruidosa. Tienen mucho que celebrar. La partida la han ganado ellos y gente como ellos.
Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias
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