La reforma laboral tiene un solo objetivo: abaratar los costes laborales en todas sus dimensiones.
La reforma abarata el despido. La reforma socialista introdujo el despido de 33 días de indemnización por año trabajado en los contratos de Fomento. El Estado Español se situó en el puesto 14 en el ranking europeo. La reforma del PP ha reducido esta distancia a la mitad y nos sitúa entre los siete países con el despido más bajo de la eurozona, al generalizar los 20 días por año trabajado.
Además de reducir los días de la indemnización, añade y clarifica las causas del despido procedente, introduciendo la opción de justificar un despido por un descenso de ingresos durante tres trimestres consecutivos, aún cuando haya beneficios.
Con la reforma desaparecen los salarios de tramitación. Al empresario se le permite también bajar salarios, mover tareas, cambiar horarios con la simple persistencia de una bajada de ingresos o ventas (tres trimestres).
Con este diseño el Gobierno trata de cumplir uno de los principales mandatos del Banco Central Europeo y de la Comisión Europea de forzar una devaluación interna. Es decir, reducir los costes de producción para ganar competitividad, producir y vender más.
Hace un año se pidió al gobierno, entonces del PSOE, la transformación de la legislación laboral que pivotara sobre la desindicialización y moderación de los salarios, descentralizara la negociación colectiva, redujera la temporalidad e implementara un contrato especial de crisis.
La primera condición se cumplió a través del acuerdo entre patronal y sindicatos (AENC) que liga la subida salarios a la productividad. El resto se recogen en la reforma. Se facilita la reducción de salarios, se priman los convenios de empresa y se crea un contrato bonificado y sin indemnización.
Todos estos cambios van dirigidos a abaratar los costes laborales. El argumento es que con ello el Estado Español recuperará el superávit de la balanza comercial para volver a crecer y eso sólo se consigue reduciendo los costes de producción de bienes y servicios. Esto permitiría dos cosas según esta argumentación neoliberal: incrementar las ventas al exterior, y que los empresarios recuperen sus márgenes y vuelvan a invertir y crear empleo. El hecho de que los servicios representen el 70% de la riqueza que se produce en el Estado Español (PIB) convierte los costes laborales en el principal factor de competitividad y hace imprescindible reducirlos, explica un alto cargo del Gobierno.
Pero se podría ir más lejos en el recorte de derechos para abaratar los salarios. En otros países, como Portugal, se eliminó una paga extra y la rebaja fue inmediata. En el Estado Español, una decisión similar supondría reducir de golpe los costes laborales un 8%, algo que ha empezado a hacerse con los empleados públicos. La derogación del convenio 158 de la OIT, como hizo Lula da Silva en Brasil, descausalizaría el despido. La troika rebajó el coste del despido en Grecia a 9 días, la mitad que en el Estado Español (sólo tienen esta indemnización los temporales).
Esta es la razón por la que muchos expertos (léase economistas neoliberales al servicio del capital) dicen que la reforma no ha ido tan lejos. Ha puesto las bases y veremos qué pasa después.
kaosenlared
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