Es un cese unilateral, pero forzado por la izquierda abertzale histórica que amenazaba con un desmarque, cuando no con una ruptura, y exigido también por los mediadores internacionales. Es incondicional pero condicionado al devenir del "proceso democrático" y al conflicto de poder en el interior del conjunto del MLNV (Movimiento de Liberación Nacional Vasco). Es indefinido, pero no es permanente ni definitivo, porque puede acabarse en cualquier momento por razones internas o externas alegables como motivo. Es un cese limitado, acotado a las "acciones armadas ofensivas", sin que sepamos hasta dónde llegan las "defensivas" y, además, sin verificación internacional (no les da vela a los mediadores). Es una tregua-incógnita.
Como el comunicado reconoce, más que una tregua se trata de una confirmación de una tregua temporal implícita, vinculada al parecer al debate en el interior de todo el MLNV y en el que chocan la izquierda abertzale histórica política y social (ya se ha decantado por el cese definitivo e incondicional) y ETA, y con disensiones dentro de ésta misma.
El comunicado es salomónico. Hace los deberes (la izquierda le exigía una declaración de tregua que pudiera mostrar que la izquierda abertzale política es la protagonista del proceso de cambio y que puede formar parte del arco de partidos institucionales), pero no hace todos los deberes. ETA sabe que ha hecho una declaración insuficiente a los ojos de los partidos institucionales españoles y se sigue arrogando no sólo la fecha de caducidad de este cese, sino también el papel de vanguardia con capacidad "para acordar (con el Gobierno de España) los mínimos democráticos necesarios para emprender el proceso democrático". Esto último es una pésima noticia e incluso una marcha atrás respecto al sistema de dos mesas negociadoras distintas y especializadas de la anterior tregua.
La declaración no es así un cese definitivo pero no está descartado que pudiera iniciar un proceso que termine por serlo en la tregua más imprecisa de cuantas se han conocido hasta ahora.
Todo depende de quien gane el pulso en el interior del MLNV, en el que no hay un reparto de papeles (al contrario de lo que dice el perspicaz de Basagoiti) sino una pugna brutal que busca decantarse en una u otra dirección. ETA le exige a la izquierda abertzale vinculada resultados que no puede darle estando ilegalizada y con gran parte de su dirección encarcelada. Y la izquierda abertzale histórica le exige el traspaso de la primogenitura para salvar el destino de una corriente entera que está quedando extramuros del sistema.
La clase política no está a la altura de las circunstancias y no quiere facilitarle a la izquierda abertzale política esa hegemonía. Los unos (PP y PSOE) le prefieren a ETA que, además, es un sparring estupendo que levanta gritos de "más, más." en la opinión pública española, que ha sustituido la idea de la paz por la de acabar con ETA. ETA es la excusa además para no abordar la problemática política (cuando tienen que abordarla, como en Catalunya, desencantan) y persisten en maniatar a la izquierda abertzale política. Otros, a modo de Pilatos, operan desde el temor a ver disputado el espacio nacionalista (PNV).
No sobra mirada estratégica ni liderazgo en el país, en cambio, sí cálculo. El planteamiento a corto puede ayudar a crear un futuro colectivo o a cercenarlo. Sería imprescindible que en las negociaciones presupuestarias (Zapatero-PNV), además de la pela, estuviera en la mesa la viabilidad del sistema político institucional vasco, comenzando porque puedan estar todos en las instituciones.
Una tregua con demasiadas incógnitas para un escenario político muy abierto pero en crisis y de lenta canalización, especialmente en lo referido a un nuevo marco político nacido de un proceso democrático al que se niegan rotundamente los demócratas que, además de serlo sólo un poquito, llegan a la perversidad de necesitarle a ETA como aliado objetivo. ETA hace como que no se entera de su funcionalidad mientras se autoatribuye la fantasía de "mantener vivo al Pueblo Vasco".
En suma, esta oportunidad histórica tiene demasiados enemigos, pero a lo mejor es la buena. O mejor, tenemos que hacer que sea la buena. Es insuficiente pero la pelota está en el tejado de todos. Patxi jauna! Pedir a los demás que se suiciden cuando uno nunca lo ha hecho, ni ha pedido disculpas (ni el PSE con el GAL, ni el PP con su franquismo, Irak y la estúpida conspiración batasuno-socialista del 11-M) queda feo y, sobre todo, hipócrita. ¡Seamos serios!
Ramón Zallo (en Deia)
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