Si los eufemismos y las lisonjas no valen para Roberto Jiménez, porque en las elecciones del domingo los ciudadanos no aprobaron bajo ningún concepto la actual estrategia del PSN, tampoco pueden valer para NaBai, bien entendido que aritméticamente no tiene ningún sentido que la coalición se presente a unos comicios europeos al edificarse sobre circunscripciones únicas. Pero que la segunda marca electoral de Navarra no haya concurrido como tal no significa que no deba efectuarse una lectura, y crítica si el análisis responde a criterios objetivos, de los exiguos 17.593 sufragios conseguidos en la Comunidad Foral por Aralar y EA, bajo la denominación de Europa de los Pueblos, y del PNV, como partícipe de Coalición por Europa.
Ante el fulgor de los datos, no puede minimizarse el impacto que sobre el crédito de NaBai tiene que tres de cada cuatro navarros que hace dos años eligieron esa opción se hayan quedado en casa, porque tampoco parece verosímil que se hayan decantado por Iniciativa Internacionalista. Apelar sólo a la falta de estímulo por el plebiscito europeo, al que por lo demás precedió una campaña lastimosa, se reduce a una mera excusa para no observar la realidad palmaria de que tras la inhibición del electorado de NaBai también se advierte un hastío cierto por las obvias discrepancias personales y partidistas en el seno de una coalición necesitada de mayor unidad.
A dos años vista de las próximas elecciones autonómicas, los comicios que refrendarán a NaBai o por el contrario la convertirán en humo de pajas, los integrantes de la coalición tienen la responsabilidad histórica de, con la lealtad debida y anteponiendo el interés general del espectro sociológico al que esta sigla representa, asentar definitivamente el modelo organizativo en aras de las preceptivas cohesión y coherencia. Priorizando al alimón como pilares programáticos aquéllos que se proclamaron en el momento fundacional y que sin embargo se han visto eventualmente difuminados por algunas cuitas internas, a saber: la ética en el ejercicio del servicio al ciudadano, la transversalidad o coexistencia de identidades y la defensa de las políticas progresistas. Y todo ello al objeto de consolidar un cuarto espacio electoral en Navarra junto por los configurados por la derecha en su doble versión UPN-PP, por el PSN y por la izquierda aber-tzale tradicional (lamentablemente para el pluralismo de esta tierra, CDN e IU afrontan una agonía que se antoja de muy difícil reversión aunque sus esforzados militantes no cejan en su encomiable resistencia).
Al debate de fondo y forma en NaBai le debe acompañar, y a la mayor brevedad, la recuperación de un liderazgo político efectivo, un ámbito en el que Aralar tiene tanto que decir como que se trata de la fuerza referencial de la coalición. En estricta teoría, ese liderazgo debería enfocarse a alcanzar las mayores cotas de protagonismo social para, con los réditos derivados de la actividad institucional, regenerar la ilusión ya inoculada en 2007 con el fin de poder seducir en 2011 a más electores, no necesariamente identificados con la ortodoxia partidista. De tal manera que la persona ungida a la postre como candidata esté en las mejores condiciones de salida para rivalizar con la clara favorita para las elecciones autonómicas venideras, Yolanda Barcina, quién si no.
NaBai, como el PSN, debe aplicarse sin dilación para no dejarse ningún voto por el camino y que el cambio vuelva a ser posible en 2011, siquiera numéricamente. Si no, y tal vez aun así, Barcina para los restos.
Víctor Goñi (en Diario de Noticias)
Ante el fulgor de los datos, no puede minimizarse el impacto que sobre el crédito de NaBai tiene que tres de cada cuatro navarros que hace dos años eligieron esa opción se hayan quedado en casa, porque tampoco parece verosímil que se hayan decantado por Iniciativa Internacionalista. Apelar sólo a la falta de estímulo por el plebiscito europeo, al que por lo demás precedió una campaña lastimosa, se reduce a una mera excusa para no observar la realidad palmaria de que tras la inhibición del electorado de NaBai también se advierte un hastío cierto por las obvias discrepancias personales y partidistas en el seno de una coalición necesitada de mayor unidad.
A dos años vista de las próximas elecciones autonómicas, los comicios que refrendarán a NaBai o por el contrario la convertirán en humo de pajas, los integrantes de la coalición tienen la responsabilidad histórica de, con la lealtad debida y anteponiendo el interés general del espectro sociológico al que esta sigla representa, asentar definitivamente el modelo organizativo en aras de las preceptivas cohesión y coherencia. Priorizando al alimón como pilares programáticos aquéllos que se proclamaron en el momento fundacional y que sin embargo se han visto eventualmente difuminados por algunas cuitas internas, a saber: la ética en el ejercicio del servicio al ciudadano, la transversalidad o coexistencia de identidades y la defensa de las políticas progresistas. Y todo ello al objeto de consolidar un cuarto espacio electoral en Navarra junto por los configurados por la derecha en su doble versión UPN-PP, por el PSN y por la izquierda aber-tzale tradicional (lamentablemente para el pluralismo de esta tierra, CDN e IU afrontan una agonía que se antoja de muy difícil reversión aunque sus esforzados militantes no cejan en su encomiable resistencia).
Al debate de fondo y forma en NaBai le debe acompañar, y a la mayor brevedad, la recuperación de un liderazgo político efectivo, un ámbito en el que Aralar tiene tanto que decir como que se trata de la fuerza referencial de la coalición. En estricta teoría, ese liderazgo debería enfocarse a alcanzar las mayores cotas de protagonismo social para, con los réditos derivados de la actividad institucional, regenerar la ilusión ya inoculada en 2007 con el fin de poder seducir en 2011 a más electores, no necesariamente identificados con la ortodoxia partidista. De tal manera que la persona ungida a la postre como candidata esté en las mejores condiciones de salida para rivalizar con la clara favorita para las elecciones autonómicas venideras, Yolanda Barcina, quién si no.
NaBai, como el PSN, debe aplicarse sin dilación para no dejarse ningún voto por el camino y que el cambio vuelva a ser posible en 2011, siquiera numéricamente. Si no, y tal vez aun así, Barcina para los restos.
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