Un añito ha cumplido ya Katakrak, el espacio alternativo situado en el 54 de la calle Mayor pamplonesa. Visto desde fuera es un bar-cafetería-cantina con un toque rarillo, así como intelectual. Si superas este primer tramo del local, sin entretenerte demasiado con los bizcochos y las pastas caseras, llegarás a la librería de dos pisos que está al fondo. Si en el bar ya flotaba esa especie de halo cultural que parece que se te pega en la ropa, aquí ya no tienes escapatoria y los más de 30.000 volúmenes de filosofía, arte, pensamiento político, literatura…y las películas del vídeo club Potemkin, te irán llamando desde las baldas, te incitarán y te perseguirán para que los cojas y los toques y los abras. Y puede que hasta alguno consiga que te sientes con él un ratito en un sofá. Si logras zafarte de todos ellos y corres escaleras arriba llegarás a una inmensa estancia de techo altísimo. Fue una de las aulas del colegio Hermanos Huarte, situado en este edificio desde 1889 y también local de ensayo de los Iruñako en la década de los sesenta, escuela de música, gimnasio y no sé cuantas cosas más. En esta sala a lo largo de estos doce meses se ha hablado de política, de sexo, de filosofía, de economía alternativa, de feminismo, machismo, fascismo, comunismo y todos los -ismos que en el mundo han sido… y se ha hablado sin censura, sin pelos en la lengua, sin miedos y en diferentes idiomas. Una auténtica novedad en esta Pamplona nuestra. Oxígeno puro. Yo no he podido frecuentar Katakrak en estos meses tanto como me hubiera gustado porque mi vida social es similar a la de una ameba congelada a causa del pluriempleo y las obligaciones familiares, pero me reconforta saber que se están haciendo tantas cosas, que se están cociendo tantos pensamientos y que se está trabajando de una manera tan activa para, entre cosas, darle la vuelta a la tortilla foral. Zorionak Katakrak!
Reyes Ilintxeta, en Diario de Noticias
No hay comentarios:
Publicar un comentario