sábado, 27 de abril de 2013

QUO VADIS, NAVARRA?


No puedo empezar este artículo sin preguntar al lector si conoce alguna comunidad del Estado español en la que desde los años ochenta haya habido cuatro presidentes (cinco si algunas no lo evitasen por estar aforadas) imputados por casos de corrupción como ha ocurrido en Navarra. ¿No? Pues resulta curioso lo poco que cuesta reírse, por ejemplo, de los andaluces, aplicándoles tópicos y sambenitos de vagancia o corruptelas, y mira tú por dónde aquí se cuecen habas a toneladas (que seguramente acaben en los platos de los enfermos del CHN). Con qué orgullo hablan algunos de Navarra, de su foralidad, de la arcadia feliz en la que vivimos, y qué poco se ha contado de la maraña que se ha entretejido a lo largo de los años en los sillones de Diputación y de la alcaldía de Pamplona, por ejemplo.
Hagamos un poco de memoria. Del Burgo (AP), metido hasta el cuello en el caso Fasa, del que, como buen político, supo salir indemne. Unos añitos después vino Gabriel Urralburu (PSN) y su brillante actuación en casos tan sonados como el de Roldán, por el que fue juzgado y condenado en 1998. Y al poco llegó Javier Otano (PSN), quien ponía la firma en todo papel que se le plantaba delante sin saber a ciencia cierta qué firmaba (una actitud tan común hoy en la burocracia política). Ahora llega el turno a Sanz, que como los monos sabios no veía, no escuchaba y no hablaba (aunque sí hacía algo: cobraba). Para romper el empate entre UPN y PSN nos falta Yolanda Barcina, que de momento hace mutis por el foro, sin privarnos de su particular cosecha de demagogas frases tópicas, y se dedica a soltar barbaridades de tal calibre que en poco tiempo alcanzarán el Olimpo de las frases célebres tanto como el famoso "Qué va, qué va, qué va… yo leo a Kierkegaard".
Casualidades de la vida, o no, ambos partidos (UPN y PSN) son los que han controlado Navarra durante estos cuarenta años, unos al grito de "que vienen los vascos" y la trasnochada defensa del Fuero, y otros enarbolando una Constitución al gusto particular. Así las cosas, ¿merecen estos partidos de nuevo la confianza de la gente? Pues la verdad, hay una cosa cierta, clara y evidente: cuando a un pueblo se le engaña, se convierte en víctima, pero cuando vota de nuevo a quien le ha engañado, se convierte en cómplice.
Cuando se descubre una corruptela se dice que el partido no estaba enterado, aislando la responsabilidad sobre los cabezas de turco oportunos. En el caso de Barcina, reelegida presidenta de su partido, no vale que se diga que actuó por su cuenta, porque recibió el apoyo de sus acólitos pese a conocerse todo lo que ha llevado a cabo esta señora durante su mandato.
Estos señores llevan años luchando, y cito textualmente, por la "estabilidaZ y gobernabilidaZ de Navarrrra". Frase cacofónica, cargada de misticismo foral navarro (¿?), en la que se remarcan siempre esas dos zetas del final para darle a dichas palabras empaque, enjundia... trascendentalidad (o simplemente es que son incapaces de hablar correctamente); y esa forma de citar Navarra, con muchas erres para que el nombre vibre, para que las encías tiemblen, para que los músculos de la cara se tensen; demostrando así que todo lo hacen (principalmente cobrar), al servicio de una entidad superior, no ya Navarra sino Navarrrra. Una entidad a la que sólo pueden llegar aquellos que han alcanzado el más elevado estadio de defensor de la foralidad y españolidad de esta tierra. Pero, más allá de ironías, ¿qué han hecho realmente estos dos partidos por la estabilidad y gobernabilidad de Navarra? ¿Está Navarra más gobernable y más estable que hace treinta años o, por el contrario, se ha convertido en el cortijo de una casta política que basa todo en el puro y duro reparto del pastel?
¿Y qué es lo peor de todo esto? Pues que el pesimismo nos hace ver muy claro que nada va a cambiar. En Navarra los políticos han aprendido a utilizar la táctica de la almeja, se esconden en su concha, ocultos, bien tapaditos en sus oscuras y húmedas cavernas hasta que pasa el temporal, para salir al tiempo renovados y con los mismos mensajes de siempre: "que vienen los vascos", "sin nosotros el caos y aprender euskara"…
Pero lo importante, querido lector, es: ¿hasta cuándo vamos a soportar los navarros la insolencia de esta casta política? Este grupo de personajes saben que con un lema proveniente de una mentira y con el apoyo incondicional de Madrid -donde obviamente se prefiere mucho antes en el sillón de Diputación a un chorizo nacionalista español antes que a un nacionalista vasco-, lo tienen todo ganado.
Así las cosas deberíamos preguntarnos, ¿hacia dónde vas Navarra?
Aitor Pescador, miembro de Zabaltzen y Geroa Bai

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