Con motivo del 14 de abril, conmemoración de la República, desde Zabaltzen, agrupación de personas independientes, abertzales y vasquistas no nacionalistas, integrada en Geroa Bai, queremos expresar nuestro recuerdo positivo de la Segunda República por cuanto constituyó la primera experiencia democrática de organización política en el Estado español y por cuanto supuso un intento de renovación política y social del mismo, frustrándose todo ello por un golpe de Estado que llevó a una cruenta guerra civil. Zabaltzen asume los valores republicanos de libertad, igualdad y fraternidad y los esfuerzos realizados en el periodo republicano por la laicización del Estado y por la mejora de las condiciones de vida de los sectores más desfavorecidos.
Desde Zabaltzen queremos mencionar diversos aspectos de la etapa republicana referidos específicamente a Navarra en los que nos reconocemos. El primero de ellos es la gestión realizada por la primera Comisión Gestora de la Diputación durante el periodo que va de finales de abril de 1931 a principios del año 1933. Bajo el impulso de sus tres miembros más activos (el socialista Constantino Salinas Jaca y los republicanos Rufino García Larrache y David Jaime Deán), dicha Comisión Gestora puso en marcha diversas medidas democratizadoras y de naturaleza reformista en lo socioeconómico, siendo las más trascendentales las que trataron de complementar las fomentadas desde el gobierno de Madrid en un intento de corregir las desigualdades sociales de naturaleza agraria de la mitad sur de Navarra.
Asimismo, queremos subrayar los esfuerzos de esas tres personalidades en pro del Proyecto de Estatuto Vasco-Navarro de 1932, la iniciativa que, tras el fracaso de las iniciativas estatutarias unilaterales de 1931, surgió como fruto del consenso entre fuerzas nacionalistas, republicanas y socialistas y estuvo a punto de crear un marco político-institucional común entre Navarra y las provincias que actualmente conforman la Comunidad Autónoma Vasca. Habiendo participado en su redacción representantes de todas las sensibilidades políticas, ese proyecto era respetuoso con el marco señalado por la Constitución de 1931 y con las tradiciones forales de los diversos territorios. Además de dar rango de cooficialidad al euskara, también era respetuoso con las múltiples peculiaridades de la Ribera (en el plano cultural, económico y social), abriendo la puerta a que esa zona tuviera un tratamiento diferenciado en materias cruciales, recogiéndose en el articulado reivindicaciones agraristas de izquierda muy frecuentes en el sur de Navarra. El fracaso de tal proyecto en la Asamblea de Pamplona de 19 de junio de 1932 por el empeño antirrepublicano de las fuerzas de la derecha navarra y la miopía de algunos sectores de la izquierda contribuyó a que los sectores refractarios a la República consolidaran sus posiciones en nuestra tierra y a que la conspiración que finalmente llevó al golpe de Estado de julio de 1936 pudiera desarrollarse con mayor facilidad.
Porque defendemos una memoria histórica integral y el reconocimiento y reparación de todas las víctimas de la violencia política en todo momento histórico, expresamos nuestra solidaridad y recuerdo con los republicanos asesinados y represaliados durante la guerra civil y en la posguerra, así como con el sufrimiento de sus familiares. Considerando que todavía falta un millar de asesinados navarros por ser recuperados de las fosas comunes en las que se encuentran, Zabaltzen hace un llamamiento a las instituciones y a la sociedad navarra para asumir los ecos de ese dolor y para seguir adoptando medidas que garanticen el reconocimiento y la reparación debidos.
También queremos recordar aquí unas palabras formuladas por Manuel de Irujo en su exilio en Londres en 1946 en el XV aniversario de la proclamación de la II República. Miembro relevante del Partido Nacionalista Vasco y ministro sin cartera por ese partido en el Gobierno de Largo Caballero (1936-37) y ministro de Justicia en el de Negrín (1937), Irujo fue durante el bienio negro (el periodo que va de noviembre de 1933 a enero de 1936, en el que diferentes gobiernos de derecha anularon las reformas de los dos años iniciales de la República) la única voz en el Parlamento español que defendió las reivindicaciones de los navarros progresistas. Pues bien, en aquel discurso londinense, tras insistir en la unidad fundamental de todos los republicanos para lograr la reinstauración de la democracia el político estellés afirmó que la República es libertad, respeto y tolerancia. Es el régimen que otorga a todos los ciudadanos iguales derechos, sin privilegios. El ejercicio del poder republicano habrá de amoldarse a estas bases.
Nosotros, de cara al futuro, seguimos defendiendo que república es libertad, respeto y tolerancia. Y defendemos estos valores como consustanciales a la democracia. Una democracia profunda y radical que entiende la participación política en sentido público y deliberativo. Una democracia que, frente al cosmopolitismo desarraigado (de tantos que dicen ser ciudadanos del mundo y no lo son de ninguna parte) y frente al parroquianismo inhumano (de súbditos sumisos a las órdenes de sus miopes jerifaltes locales), apuesta por la ciudadanía cosmopolita de ciudadanos/as arraigados/as que actúan localmente y piensan globalmente. Porque democracia hoy significa pensar y actuar como ciudadanos/as del mundo.
Y es que radicalizar la democracia, profundizarla a todos los niveles, y en este momento muy especialmente en el económico, es avanzar en el republicanismo que queremos para todas y todos, en todo el mundo.
Fernando Mikelarena y Koldo Martínez
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