El próximo 13 de marzo se cumplen seis años de la muerte de Ángel Berrueta a manos del policía español Valeriano de la Peña y su hijo Miguel José de la Peña, tras una trifulca que provocó la esposa y madre de estos últimos, Pilar Rubio. Tiempo insuficiente para que la familia del panadero iruindarra haya conseguido mitigar siquiera el dolor que causó en sus vidas el trágico suceso acaecido apenas dos días después de que se produjeran los atentados del 11-M en Madrid. Un jurado popular condenó a padre e hijo como responsables de la muerte de Berrueta y el juez les impuso penas de 20 y 15 años de cárcel, respectivamente. El veredicto del jurado especificaba con claridad la nula posibilidad de indulto y el fallo fue confirmado posteriormente, en repetidas ocasiones, por instancias judiciales superiores.
Sin embargo, la viuda de Berrueta, Mari Carmen Mañas, se vio obligada ayer a comparecer ante la Audiencia de Nafarroa para manifestar su disconformidad con el indulto solicitado por los condenados, admitido a trámite por la citada Audiencia. Esta instancia judicial cumplía así un obligado procedimiento legal que, sin embargo, colisiona abiertamente con la literalidad de un veredicto que dejaba meridianamente clara la imposibilidad de esta medida de gracia.
Ayer, en la puerta de la Audiencia, con Mari Carmen Mañas no hubo cámaras, ni micrófonos, ni aglomeración de prensa. Sólo un periodista de GARA. La pregunta flotaba en el aire. ¿Qué hubiese pasado si tanto la víctima como los condenados hubiesen sido de otro signo? La «alarma social» habría desbordado páginas y minutos en los informativos, se habrían incendiado tertulias y convocado airadas protestas. La presión habría sido insoportable. Más aún si se hubiera hecho público que uno de los condenados, en vez de cumplir íntegramente su pena (o aún verla incrementada) podría obtener el tercer grado el próximo año. Es el caso de Miguel José de la Peña. Y su padre no lo hará mucho más tarde, en 2014. Cualquier camino que conduzca a este país a un escenario de paz deberá pasar por el escrupuloso respeto a todas las víctimas. La familia Berrueta dará entonces testimonio ante una Comisión de la Verdad. Y denunciará el trato recibido, también ayer.
GARA
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