miércoles, 10 de febrero de 2010

JUAN PABLO II, AZOTE DE LEZKAIRU

Barcina planea colocar una escultura de Karol Wojtyla en una rotonda de Lezkairu. Ya está armada, a cuenta de Juan Pablo II. Barcina (alias la Collares o la Señora), como siempre, provocando, generando bronca para quedar ella como la sensata y centrada. No le basta con que dos de las mayores avenidas de Pamplona estén dedicadas a papas, uno de ellos filonazi y apologista del franquismo (¿qué le habrá hecho Lezkairu a Barcina para que lo maltrate de esa manera?).

En realidad, a Barcina sólo le importa el papa, la religión, o lo que sea, si le permite medrar en su estilo peculiar, que combina, hay que admitir que con éxito, broncas (preferentemnte, aunque no esclusivamente) con los de fuera, y ordeno y mando con los de dentro (y con Esporrín). Le da igual faltar al respeto a tantas personas —católicas o no— a las que pueda parecer improcedente un gesto así (estoy seguro de que miles de católicos defienden y apoyan la libertad religiosa y no ven con buenos ojos la continua conculcación que se hace de la Constitución con el fin de preservar privilegios para la Iglesia católica).

Y anda que la excusa es de chiste: «en señal de la amistad que une» Pamplona y Torun, ciudad que ha regalado los moldes. Con amigos así, ¿para qué necesita uno enemigos?: quiero el divorcio. A eso nos lleva la dichosa candidatura a capital europea de la incultura.

Ítem más, la instalación la paga el obispado. Si al obispado le apetece poner una escultura de Wojtyla, que la pongan en el huerto del obispo (una buena excusa, la de ver el simulacro, para que el capellán castrense se lleve a alguien al ídem). Y a todo esto, ¿de dónde saca el obispado la pasta? ¿no será de la asignación tributaria? ¿o quizá de las plusvalías de la mayor apropiación inmobiliaria (indebida) que se recuerda?

Para completar el esperpento, puesta la trampa por Barcina, la primera en caer, pero para no quedarse descolgada de ese nacional-catolicismo rancio que destila el tardofranquismo barciniano, fue la concejala Sanz, que se apresuró a apoyarla por ser una respuesta «al clamor y al sentir popular de la inmensa mayoría de los pamploneses» Ahí es nada. ¿Qué entenderá esta mujer por inmensa mayoría? ¿Su cuadrilla de misa de los domingos?

Y que conste que tenéis lo que os merecéis ¿Que no queréis crucifijos? ¡Pues toma papa de tres metros! Y en el próximo Congreso Eucarístico se pasará lista…
Juan Carlos Longás

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