Nos agradó que en una reciente sesión del pleno municipal se sugiriese el nombre de Felie Gorriti para el espacio escénico que se va a construir en la antigua huerta de Recoletas, justo detrás del Convento. Y nos agradó también que no hubiese posturas en contra. Y es que, posiblemente nadie ha pensado, ni dentro ni fuera del Ayuntamiento, en otra denominación que no sea esa para un edificio que va a ser, en definitiva, continuador del que se levantó hace más de un siglo, dedicado a Felipe Gorriti Osambela.
Ese nombre, el de Gorriti, fue, hasta que cerró sus puertas hace unos años, el centro de la actividad social y cultural de la ciudad, y nos evoca a los tafalleses espectáculos de todo tipo, conciertos y cine a diario. Por eso, su recuperación se esperaba con anhelo.
En la calle, el nombre del músico se daba por seguro para el nuevo teatro que había de surgir un día u otro, porque era y todavía es una apremiante necesidad que tiene Tafalla, privada de espectáculos de categoría por falta de un espacio adecuado.
Y es que Gorriti, que nació en Uharte Arakil el 23 de agosto de 1839 y falleció en Tolosa el 12 de marzo de 1896, organista y compositor destacado en una época en la que abundaron los grandes músicos, estuvo estrechamente vinculado a Tafalla desde su niñez, cuando su padre, don León Gorriti, lo envió a nuestra ciudad para estudiar en la prestigiosa Escuela de música que había creado en 1842 el organista don José Preciado.
Y a Tafalla llegó Felipe Gorriti, con apenas diez años, residiendo en la propia casa de Preciado, en la calle del Olmo, continuando ya seriamente una formación que había iniciado con su padre, que era secretario-organista en Uharte Arakil.
Luego, tras continuar y concluir con éxito sus estudios en Pamplona y Madrid, regresó a Tafalla en 1859, al obtener por oposición la plaza de maestro de capilla y organista en las parroquias de Santa María y San Pedro. Tenía 20 años y vino a reintegrarse en un ambiente que ya conocía, y que a partir de entonces ayudó notablemente a desarrollar.
Porque es sabido que estuvo metido de lleno en todas las actividades socio-culturales de la ciudad. Impulsor de la Sociedad Liceo, dedicada a actividades teatrales, en 1861 fundó la primera banda de música sin ayuda y llegando incluso a comprar con sus medios aquel modesto conjunto que más tarde se transformó en Banda que hoy seguimos aplaudiendo. Fue miembro activo de la Hermandad de los Doce, para la que escribió el Regina Coelique que se canta en la primera romería a Ujué, así como numerosas obras musicales dedicadas a Tafalla, entre las que cabe destacar un gran Miserere que envió al Ayuntamiento, acompañado de una preciosa carta en la que refleja el ambiente musical que aquí había entonces y explica cómo puede interpretarse con músicos locales.
Pero fue en lo personal donde tuvo una vinculación definitiva. Se casó con la joven tafallesa Eugenia Izu, con la que tuvo tres hijas: MªFelisa, fallecida con tres años en un desgraciado accidente; Segismunda, que se casó con el tafallés Antonio Domínguez de Vidaurreta; y Elodia, que a su vez se casó con el zaragozano Elías Clemente. Sus nietos fueron también tafalleses, y todos vivieron en la casa que Gorriti había comprado en el número 1 de la calle Túbal, la primera a la izquierda bajando las escaleras del atrio, y cuya propiedad mantuvo visitando con frecuencia a su familia y sus amigos tafalleses desde su residencia en Tolosa, adonde se había trasladado con su magisterio musical en 1867, tras ocho años de fecunda actividad en Tafalla, que dejaron bien marcada las huellas de su genio creador y de sus iniciativas culturales cuyo desarrollo siguió de cerca, suponemos, con la inestimable ayuda del recién inaugurado ferrocarril que acercaba las dos ciudades de su vida.
No es, pues, de extrañar que, cuando en 1909 se inauguró el Teatro, el nombre de Felipe Gorriti fuese el elegido para bautizar aquel moderno y hermoso edificio. Nuestros abuelos sabían lo que hacían y estimaron que nadie mejor que él para dar nombre a una sala espaciosa y perfectamente dotada, casi con 500 localidades hace más de un siglo, que venía a cubrir holgadamente las necesidades existentes. Curiosamente ahora va a ocurrir otro tanto....
En definitiva, nos satisface que el futuro espacio escénico, que va a ser un moderno centro de arte, con varias salas, mantenga el nombre de un personaje tan vinculado a la cultura tafallesa, como creador primero, como impulsor después, y como referencia siempre.
J.C.U. (en la revista Tilín-Tilón)
Ese nombre, el de Gorriti, fue, hasta que cerró sus puertas hace unos años, el centro de la actividad social y cultural de la ciudad, y nos evoca a los tafalleses espectáculos de todo tipo, conciertos y cine a diario. Por eso, su recuperación se esperaba con anhelo.
En la calle, el nombre del músico se daba por seguro para el nuevo teatro que había de surgir un día u otro, porque era y todavía es una apremiante necesidad que tiene Tafalla, privada de espectáculos de categoría por falta de un espacio adecuado.
Y es que Gorriti, que nació en Uharte Arakil el 23 de agosto de 1839 y falleció en Tolosa el 12 de marzo de 1896, organista y compositor destacado en una época en la que abundaron los grandes músicos, estuvo estrechamente vinculado a Tafalla desde su niñez, cuando su padre, don León Gorriti, lo envió a nuestra ciudad para estudiar en la prestigiosa Escuela de música que había creado en 1842 el organista don José Preciado.
Y a Tafalla llegó Felipe Gorriti, con apenas diez años, residiendo en la propia casa de Preciado, en la calle del Olmo, continuando ya seriamente una formación que había iniciado con su padre, que era secretario-organista en Uharte Arakil.
Luego, tras continuar y concluir con éxito sus estudios en Pamplona y Madrid, regresó a Tafalla en 1859, al obtener por oposición la plaza de maestro de capilla y organista en las parroquias de Santa María y San Pedro. Tenía 20 años y vino a reintegrarse en un ambiente que ya conocía, y que a partir de entonces ayudó notablemente a desarrollar.
Porque es sabido que estuvo metido de lleno en todas las actividades socio-culturales de la ciudad. Impulsor de la Sociedad Liceo, dedicada a actividades teatrales, en 1861 fundó la primera banda de música sin ayuda y llegando incluso a comprar con sus medios aquel modesto conjunto que más tarde se transformó en Banda que hoy seguimos aplaudiendo. Fue miembro activo de la Hermandad de los Doce, para la que escribió el Regina Coelique que se canta en la primera romería a Ujué, así como numerosas obras musicales dedicadas a Tafalla, entre las que cabe destacar un gran Miserere que envió al Ayuntamiento, acompañado de una preciosa carta en la que refleja el ambiente musical que aquí había entonces y explica cómo puede interpretarse con músicos locales.
Pero fue en lo personal donde tuvo una vinculación definitiva. Se casó con la joven tafallesa Eugenia Izu, con la que tuvo tres hijas: MªFelisa, fallecida con tres años en un desgraciado accidente; Segismunda, que se casó con el tafallés Antonio Domínguez de Vidaurreta; y Elodia, que a su vez se casó con el zaragozano Elías Clemente. Sus nietos fueron también tafalleses, y todos vivieron en la casa que Gorriti había comprado en el número 1 de la calle Túbal, la primera a la izquierda bajando las escaleras del atrio, y cuya propiedad mantuvo visitando con frecuencia a su familia y sus amigos tafalleses desde su residencia en Tolosa, adonde se había trasladado con su magisterio musical en 1867, tras ocho años de fecunda actividad en Tafalla, que dejaron bien marcada las huellas de su genio creador y de sus iniciativas culturales cuyo desarrollo siguió de cerca, suponemos, con la inestimable ayuda del recién inaugurado ferrocarril que acercaba las dos ciudades de su vida.
No es, pues, de extrañar que, cuando en 1909 se inauguró el Teatro, el nombre de Felipe Gorriti fuese el elegido para bautizar aquel moderno y hermoso edificio. Nuestros abuelos sabían lo que hacían y estimaron que nadie mejor que él para dar nombre a una sala espaciosa y perfectamente dotada, casi con 500 localidades hace más de un siglo, que venía a cubrir holgadamente las necesidades existentes. Curiosamente ahora va a ocurrir otro tanto....
En definitiva, nos satisface que el futuro espacio escénico, que va a ser un moderno centro de arte, con varias salas, mantenga el nombre de un personaje tan vinculado a la cultura tafallesa, como creador primero, como impulsor después, y como referencia siempre.
J.C.U. (en la revista Tilín-Tilón)
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