domingo, 10 de enero de 2010

POR UN HIMNO PARA EUSKAL HERRIA

Andoni Esparza Leibar propone en su artículo Euskal Herriak ez du himnorik, (Berria 9-1-10) un debate sobre la procedencia de elegir un himno para Euskal Herria. Además de hacer una revisión de las distintas alternativas históricamente registradas y de las limitaciones que han impedido a cada una de ellas adquirir un reconocimiento social duradero, lanza un primer esbozo de propuesta con la muy antigua melodía del Jeiki-jeiki. Esta última cuestión , aun cuando tendría mucho interés en participar en esa discusión, la dejaré al margen por hoy.

No creo equivocarme al pensar que iniciativas como esta tienen casi todas las cartas para ser recibidas por muchos con gestos de hastío. Unos pocos porque consideran que ya tenemos himno, otros muchos por desinterés, y muchos otros también porque sienten una pereza infinita para empezar una vez más con debates que deberíamos tener resueltos hace siglos.

Pero lo cierto es que a día de hoy, ni nuestros límites territoriales, ni la bandera, ni el himno, ni siquiera el nombre, son pluralmente asumidos tal como están formulados en el imaginario abertzale o en cualquiera de los alternativos en las distintas realidades institucionales que configuran Euskal Herria. Es triste tener que reconocer que un pueblo que ha almacenado tanta conciencia tras serle arrebatada su soberanía hace cinco siglos, tras épocas de emigración masiva que más bien parecían una huída generalizada, tras varias guerras civiles en cien años y tras un encomiable proceso de reconstrucción tras el intento de aniquilamiento cultural, tenga que partir ahora casi de cero para dotarse de elementos simbólicos válidos, como si no se hubiese transmitido nada anteriormente de generación en generación.

Incluso se podría decir que esa precariedad es ahora quizás mayor que nunca. Porque la idea de Euskal Herria como vinculación cultural y lingüística era compartida aún en el franquismo por sectores foralistas navarros muy alejados del nacionalismo, que hoy la combaten con denuedo, en colaboración con los populares de la CAV. Y los socialistas, aunque justo sea recordar que la consejera de Educación del Gobierno Vasco mantuvo una postura favorable en defensa del término, siguen presos de su incomprensión histórica del hecho cultural vasco.

Pero no se puede olvidar que la cultura simbólica del nacionalismo vasco, con rasgos plenamente reconocibles de clericalismo y etnocentrismo, e inspirada en las particularidades de una parte socio-geográfica del país, está edificada sobre bases muy poco susceptibles de generar consenso, mucho menos en la sociedad actual. Y que se trata de un error recurrente, puesto que con la misma frivolidad y falta de perspectiva se desecharon las tesis de Arturo Campión y se desaprovechó la oportunidad de la reinstitucionalización en la época de la transición para buscar elementos inclusivos, de auténtico consenso social. Y que el hecho de haberse impuesto buena parte de ellos como elementos oficiales de una comunidad autónoma concreta, es una importante dificultad añadida.

Ni que decir tiene que encontrar ahora un himno que pueda ser aceptado por todos cuando hay fuerzas políticas muy importantes que niegan la misma realidad cultural de Euskal Herria es muy difícil. Pero se podrían poner las bases si se empieza por proponer una música y una letra con arraigo y asumibles por su contenido por la mayor parte de las ideologías. Si no es posible el consenso total, habría que ir hacia el mayor posible, buscando perspectivas de ampliación en el futuro.

Tener que afrontar a estas alturas una revisión de nuestro mundo simbólico causa ciertamente vértigo. Pero ante nuestro incuestionable déficit de cohesión, no cabe otra salida. El esfuerzo merece la pena porque un hecho cultural necesita siempre de estructuras e instituciones culturales que lo recreen y que lo reafirmen. De símbolos y de tradiciones culturales que generen conciencia de pueblo. Conciencia, por supuesto, en libertad y en buena convivencia con otros hechos culturales, de otras procedencias, más o menos antiguas, o emergentes. Pero en la constatación de que Euskal Herria subsiste como pueblo que vive a ambos lados del Pirineo, como realidad afectiva histórica y como realidad cultural compleja.

De acuerdo en lo sustancial con Andoni Esparza. Hace falta un himno para Euskal Herria. Es un debate que llevará tiempo, pero cuando antes lo iniciemos, mejor.
Praxku

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