Entramos ya en tiempo de descuento y las cosas en Nafarroa Bai no parecen discurrir con la celeridad y por el cauce que muchos esperamos y demandamos. Es cierto que los partidos que componen la coalición han realizado diversas propuestas, referidas fundamentalmente al aspecto organizativo, pero el tiempo se acaba y, al menos aparentemente, no se ve próxima una solución que suponga sentar unas bases sólidas para la consolidación de este proyecto. Ante esta situación de impass los nabaizales no debemos permanecer pasivos sino que, en la medida de nuestras escasas posibilidades, debemos exponer nuestras ideas al respecto y provocar un debate que pueda enriquecer el que se desarrolla a nivel más institucional.
Centrándonos en lo organizativo, hay un tema que es capital para el éxito del proyecto NaBai y que hasta ahora no parece suscitar la suficiente atención: es el de la “gestión de la diversidad”. Todos somos conscientes de que una de las señas de identidad de la coalición y quizás su mayor riqueza, a la vez que fuente de sus principales problemas, es precisamente la diversidad de procedencias, ideas, sentimientos identitarios, cultura política, etc. que en ella conviven y que hacen tan difícil dar continuidad a aquel proyecto que, nacido de hacer de la necesidad virtud, ha suscitado tantas ilusiones y adhesiones.
La gestión de las diferencias y controversias que en una organización tan plural tienen que surgir ineludiblemente y su superación hasta convertirlas en autenticas oportunidades para el común fortalecimiento y enriquecimiento, no es un tema que se pueda dejar al albur de la improvisación, la suerte o la mejor o peor voluntad de sus protagonistas, sino que debe ser objeto de una dedicación continuada y metódica. Para ello sería conveniente que en el futuro organigrama de la coalición se diese cabida a un órgano unipersonal de carácter no ejecutivo (lo del nombre es lo de menos), que investido de la maxima confianza y autoridad moral, tuviera como misión fundamental el velar por los intereses de NaBai, trascendiendo los propios y legítimos de cada uno de los partidos y de las personas que conforman la coalición.
Se trata en definitiva de tener a alguien permanentemente preocupado y ocupado en dinamizar la vida de la coalición como organización diferenciada, mediar entre las partes cuando haya conflicto, limar asperezas y conciliar intereses y diferencias, proponer objetivos o tareas comunes, actuar de árbitro en el caso de que así se lo demanden, servir de puente entre la organización y la masa social, etc. Podría corresponderle también la presidencia de los órganos ejecutivos y deliberativos de NaBai, en los que, por su carácter puramente moderador y dinamizador, tendría voz pero no voto, e incluso ostentar la representación formal de NaBai hacia el exterior.
Si difícil y delicada es la misión que se propone asignar a este órgano, qué decir de la búsqueda de la persona con el perfil idóneo para desempeñarla y, más aun, de alcanzar el consenso para su designación. De cualquier manera, hay que desterrar la idea de que el candidato deba ser necesariamente un “independiente”, pues nada impide que alguien con el perfíl adecuado, pero vinculado o proximo a alguno de los partidos, pueda desarrollar libre y eficazmente esa función.
Es cierto que la propuesta que aquí se hace tiene mucho de utopía e ilusión, pero, en la actual situación de NaBai, ¿no sería rentable ser audaces?
Ilarra (en Nabaizaleok.Wordpress)
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