viernes, 22 de enero de 2010

POR EL DESMANTELAMIENTO DEL MUNDO TAURINO

Es difícil justificar en el siglo XXI la permanencia de las corridas de toros. El argumento principal suele ser es algo cultural; evidentemente que lo es, todo en la vida salvo las necesidades biológicas básicas (como alimentarse o dormir) es algo cultural. El modo de cocinar, las formas de ocio, las leyes; todo es parte de nuestra cultura y nuestra sociedad, ya que nada de eso nos viene impuesto biológicamente. La cuestión es determinar qué tipo de sociedad queremos. Yo no quiero participar de una sociedad que se identifica con un espectáculo sangriento en el que el maltrato a un animal se entiende como algo hermoso. Las culturas, es decir, las costumbres y con ellas las leyes, van evolucionando con el tiempo. De este modo hoy no percibimos como normales prácticas habituales en tiempos pasados, por eso no tiene sentido el argumento de que es algo que siempre se ha hecho, es parte de nuestra cultura… Tampoco me parece adecuado plantearlo en clave de identitaria; sería un error plantear la oposición a las corridas justificando que es algo español, por lo tanto contrario a lo catalán, a lo vasco, etcétera. Se trata de oponerse a las corridas de toros porque simplemente suponen el maltrato absurdo de un animal.

También suele calificarse habitualmente al toreo como algo artístico. Si buscamos la definición de arte en el diccionario nos encontramos: cualquier creación humana destinada a la estética o la comunicación. A mí nunca me parecerá estético observar la agonía de un animal, y he de recordar que hace no muchos años se hablaba del arte de la guerra. Creo que, socialmente, ya hemos superado estas denominaciones. Por ello veo peligroso hablar de arte cuando se realizan actos violentos, ya que éstos parecen justificarse en favor de la belleza artística. ¿Acaso Hannibal Lecter es un artista por el modo en que asesina a sus víctimas?

Otro argumento típico del mundo pro taurino es decir en realidad el animal apenas sufre. He oído declaraciones de veterinarios que niegan rotundamente tal afirmación, ya que los perceptores del dolor del sistema nervioso de los toros (se trata de un gran mamífero) son similares al los del ser humano; en consecuencia, la sensación de dolor sería similar a la que cualquiera sentiríamos en esa situación. Mucha gente comemos carne y nos declaramos antitaurinos, ya que no se trata de si debemos matar o no a los toros, sino del modo en que se hace. Hoy en día existen suficientes recursos tecnológicos para provocar a los animales la muerte de una manera indolora, totalmente opuesta al sangriento y sádico espectáculo que suponen las corridas. Nada tengo contra otros espectáculos taurinos que no suponen sufrimiento para el animal: encierros, vaquillas, recortes; incluso en los últimos tiempos se está experimentando con corridas de toros sin muerte en EEUU. En estos espectáculos, casi siempre, el animal vuelve a los corrales vivo y sin lesiones.

En el aspecto legal se da una paradoja que destapa lo injustificable de las corridas. La legislación catalana prohíbe el maltrato a los animales, así como el uso de los mismos en espectáculos que puedan ocasionarles sufrimiento (parece un retrato de lo que se hace con los toros dentro de las plazas); así que se ven obligados a poner una coletilla en la que las corridas de toros quedan exceptuadas. ¿Por qué razón? ¿Qué ha hecho la especie bovina para merecer tal discriminación con el resto de animales? La Declaración de los Derechos del Animal aprobada en 1978 bajo el patrocinio de la Unesco recoge como segundo derecho: "No se someterá a ningún animal a malos tratos ni actos crueles". Espero que un día cercano esto se cumpla, y que la iniciativa catalana sirva para comenzar a desmantelar el mundo taurino en España.
Patxi Repáraz (Marcilla)

No hay comentarios: