Hace unos años, visitando proyectos de una ONG local en una zona desfavorecida de Perú, donde tuve la suerte de comprobar en terreno cómo la cooperación no es una cuestión de caridad sino una manera de trabajar por el desarrollo, visitamos una escuela en la que estudiaban niños y niñas que acudían cada día andando varios kilómetros desde sus casas situadas en distintas comunidades a más de 3.000 metros. En el contacto con ellos, al compartir sus inquietudes de infancia, sentí que había una pregunta que siempre se hace que era difícil formular allí, esa pregunta inocente de "¿qué quieres ser de mayor?". En esa escuela, en el corazón de la región de Mara, entendí que preguntarles sobre su futuro, teniendo en cuenta lo imposible que iba a ser para ellos poder estudiar, era ponerles por delante un porvenir que difícilmente tendrían, por muchas personas que sigamos pensando que en tiempos de crisis quienes antes precisaban ayuda exterior ahora lo necesitan más. Aquellos pequeños estudiaban contentos de aprender, pero sabían que su futuro estaba más cerca de la tierra de sus padres que de sus sueños, porque soñar seguro que soñaban. Estos días se ha presentado un estudio sobre qué quieren ser de mayor los niños y niñas de este país: profesores, futbolistas, médicos... Y mientras ellos hablan de su futuro, los Gobiernos van destrozando el mercado laboral que debería acogerles. Aquí, como allí, ya no hay oportunidades por igual para que todos puedan al menos intentar ser lo que desean. Lo que seguro ninguno quiere ser de mayor es parado o desahuciado, lo que por desgracia verán en sus familias.
Alicia Ezker, en Diario de Noticias
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