sábado, 12 de junio de 2010

CONTRA EL MIEDO, REFUNDACIÓN

Todos los mensajes que llegan desde el exterior sobre la economía española tienen una coincidencia muy sospechosa. Con insistente unanimidad hablan de una situación grave o muy grave, como lo ha hecho el Banco Mundial. Es un discurso destinado claramente a aterrorizar a la ciudadanía, provocar la inestabilidad y forzar la toma de decisiones antisociales a gobiernos débiles.

Desconfío porque sospechosamente coinciden con lo que dicen los sectores más extremistas del liberalismo económico que están en plena campaña de destrucción de lo poco que queda ya de los estados sociales. En España la CEOE y el Partido Popular y una parte significativa del PSOE son sus cirujanos.

Empiezo a considerar seriamente la posibilidad de que toda esta crisis, que no parece haber afectado lo mismo a las multinacionales y a los grandes bancos que a los trabajadores y a las pymes, haya sido consecuencia no de la falta de control sobre los mercados o sobre determinadas entidades financieras, o incluso producto de la ambición de algunos desaprensivos, sino toda una estrategia perfectamente planificada para acabar con el estado social en menos tiempo.

Y haré aquí un inciso: Telefónica ha hecho una oferta por una empresa brasileña por un total de 6.500 millones de euros; Banco Santander se gasta casi 3.000 millones en comprar el 24'5% de un banco mexicano al Bank of America, e Inditex (Zara) gana hasta marzo un 63% más que el mismo período de 2009 y supera por valor en bolsa al BBVA y se coloca en tercera posición. Son sólo unos ejemplos curiosos. ¿Son éstos síntomas de crisis?

Retomo el argumento: una vez liquidado el sistema soviético, el capitalismo ya no tenía un enemigo, siempre más teórico que real, que pudiera ser alguna vez un referente para los trabajadores. La liquidación de la entelequia socialista y el descubrimiento de su terrible realidad, fue para la izquierda transformadora un varapalo tan grande que la dejó prácticamente sin aliento. El sistema empezó a allanar el camino.

Pero, posiblemente, al sistema este proceso le ha parecido demasiado lento y ha decidido acelerarlo provocando una crisis de tal envergadura que ha puesto deliberadamente en riesgo el futuro de muchos estados. Estos han tenido que emplear dinero público para evitar una catástrofe, se han endeudado hasta las cejas para mantener las prestaciones sociales, y ahora, quienes tienen la sartén por el mango son "los mercados".

Nos encontramos con la sorpresa de que cuando todos los países empiezan a hablar de la salida de la crisis y de mejoras en el PIB, los grandes hermanos del sistema atacan por el lado de los derechos sociales. Más miedo.

Evidentemente después de años de desideologización, los trabajadores hemos perdido de forma alarmante nuestro sentido de clase y es mucho más fácil atemorizarnos con el fantasma del paro, que es una cruda realidad, y que logra amedrentar cualquier impulso de cambio. El fracaso sin paliativos de la reciente huelga de funcionarios es la mejor prueba.

En estas condiciones es muy probable que se haya cerrado un ciclo vital y en Europa volvamos a tener que luchar por mantener, cuando no recuperar, derechos que parecían intocables. Por eso es tan necesaria la refundación que algunos no quieren.
noeraaixo

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