El negocio en alza de la venta de ropa en los supermercados se sustenta en la hiper-explotación en los países pobres. El lema de Walt-Mart " Ahorre dinero, viva mejor" es un insulto a la realidad, puesto que mientras las grandes empresas de distribución multiplican sus beneficios, los trabajadores que hacen posible ese negocio viven cada día peor.
La campaña "Ropa limpia", que coordina la ONG Setem, ha presentado un detallado informe tras investigar a treinta fábricas proveedoras de Lidl, Aldi, Tesco, Carrefour y Walt-Mart, ubicadas en Thailandia, Sri Lanka, Bangladesh y la India. "Detrás de la producción de muchos de los productos que se venden en los supermercados hay sistemáticas e inaceptables violaciones de derechos" dijo Albert Sales, coordinador de la campaña.
Durante las últimas décadas un número cada vez más reducido de empresas controla el consumo diario de los ciudadanos. Cómodas, con extensísimas ofertas de productos, las empresas multinacionales se han establecido como la forma más natural para comprar alimentos, ropa, electrónica, CDs, electrodomésticos....e incluso se incorporan como establecimientos de ocio para las familias. ¿Pero son éticos y sostenibles los productos que nos llevamos a nuestros hogares?
Según los datos del informe, la fachada bondadosa de estas empresas transnacionales se rompe cuando se pregunta por su estrategia basada en la acumulación de poder a través del dominio absoluto de los sectores clave del mercado, el control de las rutas de acceso al consumo y la imposición de sus estándares para proveedores que carecen de canales alternativos para llegar a los consumidores. Para evaluar los efectos negativos de esta estrategia, hay que considerar también el deterioro de los barrios, la destrucción de las pequeñas empresas y la explotación de los trabajadores en toda la cadena de producción.
Los establecimientos de Walt-Mart, la empresa más potente del planeta, una cadena de distribución y venta al menor por los Estados Unidos, reciben cada semana a 175 millones de clientes y en 2007 registraron un volumen de negocios de 253.000 millones de dólares. Su competidor europeo es Carrefour, que cada día recibe 25 millones de visitantes. Pero también es importante la británica Tesco con 30 millones de compradores cada semana. Estas tres empresas están presentes en 43 países de los cuatro continentes. Son los líderes mundiales en el mercado de los alimentos y tienen una posición privilegiada en la venta de productos textiles. En el Reino Unido, por ejemplo, más de la cuarta parte de toda la ropa que se compra se adquiere en supermercados e hipermercados.
Junto a estos, están las cadenas "de descuento" especializadas en la comercialización de productos con un bajo costo. Lidl y Aldi son las más grandes de las de implantación internacional. Su éxito reside en aprovechar las economías de escalera: comprar grandes cantidades para vender al precio más bajo posible. El fuerte incremento de su volumen de negocios registrado en los últimos años en un contexto de recesión económica hace preveer que estas cadenas aumentarán considerablemente su cuota de mercado en los próximos años. En Alemania, uno de cada dos consumidores compran ropa en las cadenas de descuento.
España sigue las mismas tendencias. Si en 1980 había cinco hipermercados en el territorio, en 2006 llegaban ya a 359 y tenían un tamaño-promedio de venta al público de 8.000 metros cuadrados. Las tres empresas líderes en la comercialización de alimentos (Carrefour, Mercadona y Eroski), concentraban el 40% de cuota de mercado, y dos de estas empresas son también distribuidoras de productos textiles. El Corte Inglés (el cuarto operador del mundo del mercado de comestibles) se encuentra cerca de las empresas grandes de la moda como distribuidores de calzado y ropa. Y Aldi y Lidl, las empresas analizadas en el informe, tienen una presencia creciente en los mercados españoles.
Lo que compramos aquí se fabrica fuera. Y los salarios de los países pobres, en términos absolutos, son mucho más bajos que en los países del norte. Y aunque los precios de los productos básicos también son más bajos, el salario de los trabajadores dista de ser suficiente para cubrir las necesidades básicas y garantizar un nivel de vida aceptable. Otra de las conclusiones del informe es que en la mayoría de los países productores de ropa, el salario mínimo legal o el salario medio en el sector es inferior al 50% de lo que se estima un salario suficiente para vivir. Las fábricas de Bangladesh pagaban un salario-base de entre 17 y 24 euros al mes. Contando las horas extraordinarias, los trabajadores cobraban entre 21 y 34 euros. La jornada habitual real comenzaba a las 8 de la mañana y terminaba entre las 7 y las 10 de la noche durante 7 días a la semana. En ninguna de las plantas examinadas se realizaban jornadas inferiores a las 60 horas. Las horas extraordinarias no se registraban para poder superar las auditorías. En la India, los salarios oscilaban entre 45 y 53 euros al mes, cuando el alimento básico de cuatro personas durante un mes cuesta unos 45 euros. En Sri Lanka los salarios van desde los 33 euros que cobran los aprendices al mes hasta los 60, cuando la renta mínima de subsistencia para una familia de 4 personas es de 78 euros al mes.
En cuanto a los derechos sindicales, los cuatro países estudiados reconocen la libertad sindical, pero sólo en una de las 31 plantas analizadas tenían representación sindical. En Bangladesh el estado de excepción suspendió hace años la actividad sindical.
Gracias a su tamaño y su estrategia de precios, los gigantes de las empresas de distribución se han convertido en líderes de la carrera del fomento de la inseguridad en los mercados de trabajo en todo el mundo.
Marga Tojo (en Altermundo)
La campaña "Ropa limpia", que coordina la ONG Setem, ha presentado un detallado informe tras investigar a treinta fábricas proveedoras de Lidl, Aldi, Tesco, Carrefour y Walt-Mart, ubicadas en Thailandia, Sri Lanka, Bangladesh y la India. "Detrás de la producción de muchos de los productos que se venden en los supermercados hay sistemáticas e inaceptables violaciones de derechos" dijo Albert Sales, coordinador de la campaña.
Durante las últimas décadas un número cada vez más reducido de empresas controla el consumo diario de los ciudadanos. Cómodas, con extensísimas ofertas de productos, las empresas multinacionales se han establecido como la forma más natural para comprar alimentos, ropa, electrónica, CDs, electrodomésticos....e incluso se incorporan como establecimientos de ocio para las familias. ¿Pero son éticos y sostenibles los productos que nos llevamos a nuestros hogares?
Según los datos del informe, la fachada bondadosa de estas empresas transnacionales se rompe cuando se pregunta por su estrategia basada en la acumulación de poder a través del dominio absoluto de los sectores clave del mercado, el control de las rutas de acceso al consumo y la imposición de sus estándares para proveedores que carecen de canales alternativos para llegar a los consumidores. Para evaluar los efectos negativos de esta estrategia, hay que considerar también el deterioro de los barrios, la destrucción de las pequeñas empresas y la explotación de los trabajadores en toda la cadena de producción.
Los establecimientos de Walt-Mart, la empresa más potente del planeta, una cadena de distribución y venta al menor por los Estados Unidos, reciben cada semana a 175 millones de clientes y en 2007 registraron un volumen de negocios de 253.000 millones de dólares. Su competidor europeo es Carrefour, que cada día recibe 25 millones de visitantes. Pero también es importante la británica Tesco con 30 millones de compradores cada semana. Estas tres empresas están presentes en 43 países de los cuatro continentes. Son los líderes mundiales en el mercado de los alimentos y tienen una posición privilegiada en la venta de productos textiles. En el Reino Unido, por ejemplo, más de la cuarta parte de toda la ropa que se compra se adquiere en supermercados e hipermercados.
Junto a estos, están las cadenas "de descuento" especializadas en la comercialización de productos con un bajo costo. Lidl y Aldi son las más grandes de las de implantación internacional. Su éxito reside en aprovechar las economías de escalera: comprar grandes cantidades para vender al precio más bajo posible. El fuerte incremento de su volumen de negocios registrado en los últimos años en un contexto de recesión económica hace preveer que estas cadenas aumentarán considerablemente su cuota de mercado en los próximos años. En Alemania, uno de cada dos consumidores compran ropa en las cadenas de descuento.
España sigue las mismas tendencias. Si en 1980 había cinco hipermercados en el territorio, en 2006 llegaban ya a 359 y tenían un tamaño-promedio de venta al público de 8.000 metros cuadrados. Las tres empresas líderes en la comercialización de alimentos (Carrefour, Mercadona y Eroski), concentraban el 40% de cuota de mercado, y dos de estas empresas son también distribuidoras de productos textiles. El Corte Inglés (el cuarto operador del mundo del mercado de comestibles) se encuentra cerca de las empresas grandes de la moda como distribuidores de calzado y ropa. Y Aldi y Lidl, las empresas analizadas en el informe, tienen una presencia creciente en los mercados españoles.
Lo que compramos aquí se fabrica fuera. Y los salarios de los países pobres, en términos absolutos, son mucho más bajos que en los países del norte. Y aunque los precios de los productos básicos también son más bajos, el salario de los trabajadores dista de ser suficiente para cubrir las necesidades básicas y garantizar un nivel de vida aceptable. Otra de las conclusiones del informe es que en la mayoría de los países productores de ropa, el salario mínimo legal o el salario medio en el sector es inferior al 50% de lo que se estima un salario suficiente para vivir. Las fábricas de Bangladesh pagaban un salario-base de entre 17 y 24 euros al mes. Contando las horas extraordinarias, los trabajadores cobraban entre 21 y 34 euros. La jornada habitual real comenzaba a las 8 de la mañana y terminaba entre las 7 y las 10 de la noche durante 7 días a la semana. En ninguna de las plantas examinadas se realizaban jornadas inferiores a las 60 horas. Las horas extraordinarias no se registraban para poder superar las auditorías. En la India, los salarios oscilaban entre 45 y 53 euros al mes, cuando el alimento básico de cuatro personas durante un mes cuesta unos 45 euros. En Sri Lanka los salarios van desde los 33 euros que cobran los aprendices al mes hasta los 60, cuando la renta mínima de subsistencia para una familia de 4 personas es de 78 euros al mes.
En cuanto a los derechos sindicales, los cuatro países estudiados reconocen la libertad sindical, pero sólo en una de las 31 plantas analizadas tenían representación sindical. En Bangladesh el estado de excepción suspendió hace años la actividad sindical.
Gracias a su tamaño y su estrategia de precios, los gigantes de las empresas de distribución se han convertido en líderes de la carrera del fomento de la inseguridad en los mercados de trabajo en todo el mundo.
Marga Tojo (en Altermundo)
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