La enorme tradición campanera que tiene Artajona vuelve a ponerse de manifiesto. Con motivo del centenario de la refundición de una de las campanas de la iglesia de San Saturnino de El Cerco, uno de los mayores entendidos en el tema de la localidad, Miguel Bañales, ofreció una conferencia sobre "El lenguaje de las campanas", dentro de los actos de la Semana Cultural de la localidad, que en esta ocasión coincidió con las celebraciones del Día del Navarro Ausente.
Durante la charla, Miguel, que además de ser campanero en Artajona lo es también en la catedral de Pamplona, habló de la gran tradición que siempre ha habido en la localidad en torno al bandeo de campanas, así como las peculiaridades que tienen las campanas de la localidad: "Artajona cuenta con un total de 11 campanas, una en la ermita de la Virgen de Jerusalén, una en el antiguo colegio del Ángel, cinco en la parroquia de San Pedro y cuatro en la iglesia de San Saturnino de El Cerco. De todas ellas, estas últimas son las únicas que no están automatizadas, y que todavía se siguen tocando a mano", explicaba Miguel, quien además apuntaba que "la tradición recoge que las campanas se deben bandear un total de 26 días al año, durante las festividades religiosas más importantes".
Las cuatro campanas con las que cuenta la iglesia de San Saturnino son bandeadas por un total de 20 campaneros (entre otros, Miguel Iriarte y Benito Linzoain, dos de sus precursores actuales). Al no utilizarse la iglesia para el culto, estos campaneros utilizan un único tipo de toque que se divide en repique y volteo: "primero se realizar el repique, mediante una combinación de sonidos entre las dos campanas grandes y las dos pequeña. Ese toque anuncia que, a continuación se va a proceder al volteo de las campanas grandes, que se realiza de manera alternativa y de una forma también singular, de fuera hacia dentro en lugar de dentro hacia fuera, como se hace con el resto de campanas que existen". Además, y para seguir el ritmo se repite despacio la frase "sartén quemao", detallaba el entendido en la materia, quien además precisaba que "esta manera tan singular de tocar las campanas parece deberse al gran tamaño que tienen y a la forma del campanario, que impediría tocarlas de otra forma". No en vano, cada campana pesa 1.100 y 1.500 kilos respectivamente, lo que obliga a que haya por lo menos tres personas cada vez baldeándolas.
Durante la conferencia, Bañales habló del significado que antaño tenían las campanas "contaban con inscripciones y advocaciones derivadas a su creador, al santo al que estaba dedicada la iglesia, y en la mayoría de los casos a Santa Bárbara, patrona de las tormentas. Y es que antiguamente se creía que tocando las campanas se podían espantar las nubes y las tormentas". Pero además de los diversos usos religiosos y de culto, éstas se utilizaban para anunciar acontecimientos civiles: "que se reunía el concejo, para avisar del fuego, para dar las horas, etc", detallaba Miguel, quien además precisaba que "incluso hoy son la herramienta más rápida de comunicación cuando alguien ha muerto o ha sucedido algo importante. De hecho, durante la visita de los príncipes a Olite, muchos se enteraron porque las campanas tocaban a arrebato". Por todo ello, tanto Miguel como el resto de campaneros de Artajona siguen luchando por mantener una tradición que, además de ser útil, permite vigilar el estado de conservación de los campanarios.
Entorno Zona Media
Durante la charla, Miguel, que además de ser campanero en Artajona lo es también en la catedral de Pamplona, habló de la gran tradición que siempre ha habido en la localidad en torno al bandeo de campanas, así como las peculiaridades que tienen las campanas de la localidad: "Artajona cuenta con un total de 11 campanas, una en la ermita de la Virgen de Jerusalén, una en el antiguo colegio del Ángel, cinco en la parroquia de San Pedro y cuatro en la iglesia de San Saturnino de El Cerco. De todas ellas, estas últimas son las únicas que no están automatizadas, y que todavía se siguen tocando a mano", explicaba Miguel, quien además apuntaba que "la tradición recoge que las campanas se deben bandear un total de 26 días al año, durante las festividades religiosas más importantes".
Las cuatro campanas con las que cuenta la iglesia de San Saturnino son bandeadas por un total de 20 campaneros (entre otros, Miguel Iriarte y Benito Linzoain, dos de sus precursores actuales). Al no utilizarse la iglesia para el culto, estos campaneros utilizan un único tipo de toque que se divide en repique y volteo: "primero se realizar el repique, mediante una combinación de sonidos entre las dos campanas grandes y las dos pequeña. Ese toque anuncia que, a continuación se va a proceder al volteo de las campanas grandes, que se realiza de manera alternativa y de una forma también singular, de fuera hacia dentro en lugar de dentro hacia fuera, como se hace con el resto de campanas que existen". Además, y para seguir el ritmo se repite despacio la frase "sartén quemao", detallaba el entendido en la materia, quien además precisaba que "esta manera tan singular de tocar las campanas parece deberse al gran tamaño que tienen y a la forma del campanario, que impediría tocarlas de otra forma". No en vano, cada campana pesa 1.100 y 1.500 kilos respectivamente, lo que obliga a que haya por lo menos tres personas cada vez baldeándolas.
Durante la conferencia, Bañales habló del significado que antaño tenían las campanas "contaban con inscripciones y advocaciones derivadas a su creador, al santo al que estaba dedicada la iglesia, y en la mayoría de los casos a Santa Bárbara, patrona de las tormentas. Y es que antiguamente se creía que tocando las campanas se podían espantar las nubes y las tormentas". Pero además de los diversos usos religiosos y de culto, éstas se utilizaban para anunciar acontecimientos civiles: "que se reunía el concejo, para avisar del fuego, para dar las horas, etc", detallaba Miguel, quien además precisaba que "incluso hoy son la herramienta más rápida de comunicación cuando alguien ha muerto o ha sucedido algo importante. De hecho, durante la visita de los príncipes a Olite, muchos se enteraron porque las campanas tocaban a arrebato". Por todo ello, tanto Miguel como el resto de campaneros de Artajona siguen luchando por mantener una tradición que, además de ser útil, permite vigilar el estado de conservación de los campanarios.
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