Haritu: ¿cuál es la razón del fracaso de las negociaciones de Loiola?
Imanol Murua: son varios los factores que lo determinaron. Si nos centramos en las conversaciones de Loiola, en las doce reuniones que tuvieron lugar junto a la
basílica entre representantes políticos del PSOE, PNV y Batasuna, hay que destacar un momento clave. Después de llegar a consensuar un borrador de acuerdo, que se aprobó el 31 de octubre de 2006, la delegación de Batasuna realiza en noviembre
una nueva propuesta en relación al tema de la territorialidad que el PSE considera
inaceptable, apoyado por el PNV. En la propuesta se solicita que los tres partidos
políticos se comprometan a elaborar en el plazo de dos años un proyecto de Estatuto para los cuatro herrialdes, para la CAV y Navarra. Para entender por qué Batasuna lanza la nueva propuesta o por qué no logra que la Izquierda Abertzale en su conjunto ratifique el borrador de acuerdo, debemos remontarnos a los orígenes del proceso. El Gobierno español había adquirido unos compromisos con la Izquierda Abertzale y ETA que no llega a cumplir y eso lleva a que la Izquierda Abertzale desconfíe. A través de esa nueva condición intenta verificar si la voluntad del gobierno es real. Y es que para entonces las desconfianzas entre las partes negociadoras de Loiola ya estaban haciendo mella y se evidenciaba la falta de cohesión interna.
Haritu: ¿Entre las tres partes?
Imanol Murua: sí. Se ha hablado mucho sobre las divergencias en el seno de la Izquierda Abertzale que derivaron el intento de imponer más concreciones después de haber consensuado el borrador, y es algo que
la propia Izquierda Abertzale ha reconocido en su reciente debate interno. Pero por otro lado, en el PSOE y el PNV hubo falta de cohesión interna. Así, Imaz se negó a introducir junto a Urkullu a un tercer negociador del sector de Egibar -Markel Olano- y logró no tener que dar explicaciones al EBB hasta el final, porque sabía que no todo el partido secundaría su posición. Y en cuanto al PSE, mientras Eguiguren sintonizaba más o menos con la Izquierda Abertzale y entendía sus códigos, Ares telefoneaba constantemente a Madrid para recibir consignas.
Haritu: ¿de quién?
Imanol Murua: Otegi y Urkullu creen que quien estaba al otro lado de la línea era Alfredo Pérez Rubalcaba. Cuentan que Ares era el encargado de consultar con Madrid. Parece ser que para Madrid Ares era una persona de confianza, que no se fiaban mucho de lo que podía suceder en Loiola sin su presencia. Probablemente por eso lo enviaron a incorporarse en las negociaciones. Hubo un momento en la negociación en que encontrándose bloqueados con el tema del reconocimiento nacional del pueblo vasco, Eguiguren aceptó la propuesta de la Izquierda Abertzale, pero más tarde, en un descanso, mantuvo una discusión con Ares, quien se mostraba totalemente rehacio, y finalmente no salió adelante. Según me explicó Eguiguren, en aquellos momentos estaba el debate sobre el Estatuto de Cataluña, que decía que Cataluña era una nación, de forma que la idea de los congregados en la localidad guipuzcoana era hacer aquí algo parecido. No obstante, su temor era que, si reconocían que Euskal Herria es una nación, eso conllevaba que era sujeto de decisión, y en Madrid no querían aceptar eso así. Ares le decía: “¿País? No hay país. Existen ciudadanos”. La decisión de Eguiguren fue la de admitir lo de la identidad nacional porque él dice que “eso luego no tiene efectos prácticos, si atas bien el acuerdo”.
Haritu: las prisas del principio fueron malas compañeras en las negociaciones.
Imanol Murua: sí que parece que mostraron excesivas prisas en los compases iniciales. Creo que el intento por cerrar el escenario final desde el principio fue lo que llevó a la negociación de Loiola a un callejón sin salida. Se trataba de un momento en el que había razones para la desconfianza porque el Gobierno español no estaba cumpliendo los compromisos adquiridos desde el alto el fuego. Esa contienda les llevó a querer cerrar un escenario demasiado pronto. Pretendieron cerrar ese último escenario con un marco político y unos compromisos concretos y precisos sin dedicar el tiempo que se necesita para ello. Hay que explicar que Loiola no era una negociación que estaba en la hoja de ruta del proceso. Fue más un intento a la desesperada por parte de los partidos políticos por salvar algo que se hundía. Las negociaciones de Loiola tenían como punto de partida unas conversaciones secretas entre Eguiguren y Otegi en 2001. Posteriormente, siguieron en Ginebra y Oslo, pasando por un acuerdo entre ETA y el Gobierno. La tregua de ETA fue la consecuencia de las negociaciones secretas entre el Gobierno español y ETA, en las que sí se adquirieron unos compromisos. Eguiguren cuenta que el Gobierno se comprometió a intentar que la Izquierda Abertzale participara en el juego político en condiciones de igualdad. Aunque no muy claramente, deja entrever que también había intenciones de parar con las detenciones de la Izquierda Abertzale e incluso de ETA. También insinúa que el poder ejecutivo no pudo controlar totalmente al poder policial. Esos compromisos no se llegaron a cumplir. La misma semana en que se anunció la tregua Arnaldo Otegi fue a la cárcel. Al mes, ocho dirigentes de Batasuna tuvieron que presentarse a declarar a la Audiencia Nacional detenidos por Grande Marlasca.
Haritu: paradójicamente, con el anuncio de la tregua el proceso empezó a hacer aguas.
Imanol Murua: sí, tanto Otegi, Eguiguren como Urkullu, pero sobre todo los dos primeros, coinciden al decir que una vez que la tregua se hizo pública las dificultades fueron mayores. El proceso de paz comenzó a hundirse a partir de que ETA hiciera oficial la tregua porque era el resultado de un acuerdo secreto que hicieron, en Ginebra y Oslo, ETA y el Gobierno español. A partir de ahí la confianza tejida de 2001 a 2006 empezó a irse al traste. También hay que tener en cuenta que en el último año antes del anuncio ETA no había cometido atentados mortales. En ese momento, en esas condiciones, quienes trabajaban en el proceso secretamente sabían que no iba a haber atentados mortales. Sin embargo, una vez hecha pública la tregua, comenzó el sabotaje de quienes estaban en contra de la negociación. Algunos sectores mediáticos tampoco ayudaron. Las informaciones que se iban sacando eran filtraciones interesadas de una parte o de la otra que entorpecían el proceso. Ocurrió lo mismo desde la Audiencia Nacional, comenzaron a producirse ataques judiciales. Ese fue un factor muy negativo y condicionante. Eguiguren, Otegi y Urkullu concluyen que a partir de ese momento todo fue a peor y que de cara al futuro quizás incluso puede que sea conveniente que el punto de partida no sea una tregua de las mismas características. Insisten en que es algo sobre lo que dicen que hay que reflexionar.
Haritu: ...y en ese contexto de deconfianzas y desacuerdos, llegó el atentado de Barajas.
Imanol Murua: el día del atentado de Barajas, mes y medio después de levantarse de la mesa en Loiola, Eguiguren y Otegi habían previsto una cita con el fin de retomar lo que se dejó en Loiola, pero en ese momento ya había sospechas en torno a lo que podía hacer ETA. Eguiguren cuenta que "él ya lo temía". Incluso dice que avisó “a quien tenía que avisar” de que eso era muy posible, que de la última reunión de diciembre (con ETA, en Oslo) salió con la sensación de que iba a haber un atentado. Otegi también cuenta que eso podía suceder. La conclusión que saco de lo que me explicó es que no le cuadraba en sus esquemas que ETA pusiera una bomba sin romper la tregua.
Haritu: tras el atentado, ETA, Batasuna y el PSOE volvieron a reunirse. ¿qué sucedió?
Imanol Murua: tras el atentado del 30-D, aunque el Gobierno había dado el proceso, en palabras Rubalcaba, por “roto, liquidado y acabado”, ETA, Batasuna y el PSOE volvieron a reunirse. De todas formas, después del atentado de Barajas, hay divergencias, las versiones son bastante diferentes. Eguiguren considera que fueron “a hablar”, mientras que Otegi habla de “negociaciones”. En la vuelta a Ginebra, en mayo de 2007, las posturas de los negociadores también eran mucho más lejanas de lo que estuvieron en Loiola y no prosperaron.
Haritu: ¿si en Loiola hubiera existido Zutik Euskal Herria el proceso hubiera sido diferente?
Imanol Murua: a mi juicio, el debate y las conclusiones a las que ha llegado la Izquierda Abertzale con el documento Zutik Euskal Herria son, en cierta medida, consecuencia de lo que sucedió en Loiola. Creo que se ve muy claramente en la reflexión y autocrítica que hacen de su estrategia en el recorrido hacia la consecución de la paz. Al ser una consecuencia de aquello, decir que con ese documento sobre la mesa todo hubiera sido diferente... La cuestión es que ha sucedido en distintos tiempos. Lo que sí puedo afirmar es que Zutik Euskal Herria, en gran medida, parte de las negociaciones de Loiola y es una base indiscutible para encarrilarnos hacia un verdadero proceso democrático. Por tanto, aquella conversaciones junto a la Basílica han dejado un legado importantísimo. Eguiguren, Otegi y Urkullu coinciden en esta idea. El presidente del EBB entiende que «todo lo que se habló en ese proceso de Loiola queda como válido para el futuro”. Afirma que “el acuerdo del 31 de octubre fue un planteamiento muy realista». Eguiguren considera también que aquel borrador no debe ser enterrado, aunque cree que el método está quemado. Otegi, ahora en prisión, es curiosamente el más positivo. Está convencido de que todas las piezas están en la mesa y sólo falta ordenarlas. Aunque desconfía de la voluntad del Gobierno, advierte que todo el mundo se da cuenta de que no hay otra opción y espera la ayuda del contexto internacional. Los posos de aquellas conversaciones fueron muy importantes y creo que siguen ahí. Si las condiciones propicias se vuelven a dar, los contenidos pueden servir de referencia.
Haritu: ¿las versiones de los tres entrevistados han coincidido siempre?
Imanol Murua: las versiones que me han contado los tres son complementarias. Los tres han mostrado una actitud muy constructiva. Cada uno ha defendido su postura, ha dado su versión y también han rebatido los argumentos de las otras partes, pero no en tono revanchista. He percibido que las relaciones, la confianza que se tejió durante todo el proceso, no se han roto totalmente, aunque entiendo que haya algunas fisuras. Dos de las personas que estuvieron presentes en Loiola, Arnaldo Otegi y Arantxa Santesteban, ahora mismo están encarcelados, y por mandato de unos de los partidos políticos que también estuvo allí. La autocrítica más explícita la hace Otegi y está en consonancia con la autocrítica que ha explicitado ahora la Izquierda Abertzale en el proceso que hemos mencionando. Hace una profunda reflexión que luego se ha visto materializada en ese proceso. Eguiguren, más que una autocrítica, incide en que el periodo de tregua se abordó de la peor manera posible, con Otegi en la cárcel, la Audiencia Nacional apretando... Creo que sugiere que algunas personas no estuvieron a altura de las circunstancias. Por otro lado, Urkullu dice que ellos, el PNV, estuvieron en un segundo plano, en su papel de oufsiders, porque no estuvieron en el origen del proceso. En los momentos difíciles, cuando las negociacones empezaban a hacer aguas, Urkullu dice que desempeñaron labor de mediación y se siente muy satisfecho. Quizás es el que menos autocrítica hace de los tres, pero es entendible porque, como cuenta Urkullu, tenían menos poder de decisión.
Haritu: el relato de “Loiolako hegiak” viene enriquecido con bastantes anécdotas, como la que describe la imagen bajo la que se ocultaba Imaz para llegar a Loiola
Imanol Murua: es una de las anécdotas más curiosas. Imaz enfundaba su cabeza en una visera y ocultaba sus ojos bajo unas gafas oscuras, quedando con Urkullu en la parte de atrás del Eroski de Azkoitia para llegar a Loiola discretamente en el mismo coche. En cierta medida, era significativa sobre la necesidad de la discreción. Otra anécdota llamativa es la relacionada con la noticia que ubicaba las negociaciones en Elizondo. Las reuniones pronto trascendieron, pero los medios las situaron en esa localidad navarra. En la primera filtración, “El Correo” publicó una noticia en la que las directivas de los tres partidos se estarían reuniendo en Elizondo. La conclusión, por alguna escucha telefónica, venía de eliz ondoan, en vez de traducirlo (al lado de la iglesia), pusieron Elizondo. Ares reconoció que no tenía ni idea de dónde estaba esa localidad cuando comentaron la filtración en una reunión. Y decía Otegi: “¡Cómo vamos a negociar con él la espinosa cuestión del encaje territorial con alguien que no sabe dónde está Elizondo...!”.
Haritu: hubo quien confundió a los negociadores con unos profesores de Deusto...
Imanol Murua: ¡Ja, ja, ja! Sí, cuando dieron por concluidas las conversaciones de Loiola, nadie se acordó de que dejaban pendientes de pago las comidas servidas a siete personas durante doce días ni los servicios recibidos. El tesorero de Arrupe Etxea, junto a la Basílica, preguntó a su superior que qué hacían con aquello que dejaron pendiente “unos profesores de Deusto, si le pasaban la factura a la Universidad. “No, no, mételo en los gastos especiales como una beca a la Universidad...”, le respondió. Aquellos profesores tenían poco que ver con el claustro de Deusto.
Haritu
Imanol Murua: son varios los factores que lo determinaron. Si nos centramos en las conversaciones de Loiola, en las doce reuniones que tuvieron lugar junto a la
basílica entre representantes políticos del PSOE, PNV y Batasuna, hay que destacar un momento clave. Después de llegar a consensuar un borrador de acuerdo, que se aprobó el 31 de octubre de 2006, la delegación de Batasuna realiza en noviembre
una nueva propuesta en relación al tema de la territorialidad que el PSE considera
inaceptable, apoyado por el PNV. En la propuesta se solicita que los tres partidos
políticos se comprometan a elaborar en el plazo de dos años un proyecto de Estatuto para los cuatro herrialdes, para la CAV y Navarra. Para entender por qué Batasuna lanza la nueva propuesta o por qué no logra que la Izquierda Abertzale en su conjunto ratifique el borrador de acuerdo, debemos remontarnos a los orígenes del proceso. El Gobierno español había adquirido unos compromisos con la Izquierda Abertzale y ETA que no llega a cumplir y eso lleva a que la Izquierda Abertzale desconfíe. A través de esa nueva condición intenta verificar si la voluntad del gobierno es real. Y es que para entonces las desconfianzas entre las partes negociadoras de Loiola ya estaban haciendo mella y se evidenciaba la falta de cohesión interna.
Haritu: ¿Entre las tres partes?
Imanol Murua: sí. Se ha hablado mucho sobre las divergencias en el seno de la Izquierda Abertzale que derivaron el intento de imponer más concreciones después de haber consensuado el borrador, y es algo que
la propia Izquierda Abertzale ha reconocido en su reciente debate interno. Pero por otro lado, en el PSOE y el PNV hubo falta de cohesión interna. Así, Imaz se negó a introducir junto a Urkullu a un tercer negociador del sector de Egibar -Markel Olano- y logró no tener que dar explicaciones al EBB hasta el final, porque sabía que no todo el partido secundaría su posición. Y en cuanto al PSE, mientras Eguiguren sintonizaba más o menos con la Izquierda Abertzale y entendía sus códigos, Ares telefoneaba constantemente a Madrid para recibir consignas.
Haritu: ¿de quién?
Imanol Murua: Otegi y Urkullu creen que quien estaba al otro lado de la línea era Alfredo Pérez Rubalcaba. Cuentan que Ares era el encargado de consultar con Madrid. Parece ser que para Madrid Ares era una persona de confianza, que no se fiaban mucho de lo que podía suceder en Loiola sin su presencia. Probablemente por eso lo enviaron a incorporarse en las negociaciones. Hubo un momento en la negociación en que encontrándose bloqueados con el tema del reconocimiento nacional del pueblo vasco, Eguiguren aceptó la propuesta de la Izquierda Abertzale, pero más tarde, en un descanso, mantuvo una discusión con Ares, quien se mostraba totalemente rehacio, y finalmente no salió adelante. Según me explicó Eguiguren, en aquellos momentos estaba el debate sobre el Estatuto de Cataluña, que decía que Cataluña era una nación, de forma que la idea de los congregados en la localidad guipuzcoana era hacer aquí algo parecido. No obstante, su temor era que, si reconocían que Euskal Herria es una nación, eso conllevaba que era sujeto de decisión, y en Madrid no querían aceptar eso así. Ares le decía: “¿País? No hay país. Existen ciudadanos”. La decisión de Eguiguren fue la de admitir lo de la identidad nacional porque él dice que “eso luego no tiene efectos prácticos, si atas bien el acuerdo”.
Haritu: las prisas del principio fueron malas compañeras en las negociaciones.
Imanol Murua: sí que parece que mostraron excesivas prisas en los compases iniciales. Creo que el intento por cerrar el escenario final desde el principio fue lo que llevó a la negociación de Loiola a un callejón sin salida. Se trataba de un momento en el que había razones para la desconfianza porque el Gobierno español no estaba cumpliendo los compromisos adquiridos desde el alto el fuego. Esa contienda les llevó a querer cerrar un escenario demasiado pronto. Pretendieron cerrar ese último escenario con un marco político y unos compromisos concretos y precisos sin dedicar el tiempo que se necesita para ello. Hay que explicar que Loiola no era una negociación que estaba en la hoja de ruta del proceso. Fue más un intento a la desesperada por parte de los partidos políticos por salvar algo que se hundía. Las negociaciones de Loiola tenían como punto de partida unas conversaciones secretas entre Eguiguren y Otegi en 2001. Posteriormente, siguieron en Ginebra y Oslo, pasando por un acuerdo entre ETA y el Gobierno. La tregua de ETA fue la consecuencia de las negociaciones secretas entre el Gobierno español y ETA, en las que sí se adquirieron unos compromisos. Eguiguren cuenta que el Gobierno se comprometió a intentar que la Izquierda Abertzale participara en el juego político en condiciones de igualdad. Aunque no muy claramente, deja entrever que también había intenciones de parar con las detenciones de la Izquierda Abertzale e incluso de ETA. También insinúa que el poder ejecutivo no pudo controlar totalmente al poder policial. Esos compromisos no se llegaron a cumplir. La misma semana en que se anunció la tregua Arnaldo Otegi fue a la cárcel. Al mes, ocho dirigentes de Batasuna tuvieron que presentarse a declarar a la Audiencia Nacional detenidos por Grande Marlasca.
Haritu: paradójicamente, con el anuncio de la tregua el proceso empezó a hacer aguas.
Imanol Murua: sí, tanto Otegi, Eguiguren como Urkullu, pero sobre todo los dos primeros, coinciden al decir que una vez que la tregua se hizo pública las dificultades fueron mayores. El proceso de paz comenzó a hundirse a partir de que ETA hiciera oficial la tregua porque era el resultado de un acuerdo secreto que hicieron, en Ginebra y Oslo, ETA y el Gobierno español. A partir de ahí la confianza tejida de 2001 a 2006 empezó a irse al traste. También hay que tener en cuenta que en el último año antes del anuncio ETA no había cometido atentados mortales. En ese momento, en esas condiciones, quienes trabajaban en el proceso secretamente sabían que no iba a haber atentados mortales. Sin embargo, una vez hecha pública la tregua, comenzó el sabotaje de quienes estaban en contra de la negociación. Algunos sectores mediáticos tampoco ayudaron. Las informaciones que se iban sacando eran filtraciones interesadas de una parte o de la otra que entorpecían el proceso. Ocurrió lo mismo desde la Audiencia Nacional, comenzaron a producirse ataques judiciales. Ese fue un factor muy negativo y condicionante. Eguiguren, Otegi y Urkullu concluyen que a partir de ese momento todo fue a peor y que de cara al futuro quizás incluso puede que sea conveniente que el punto de partida no sea una tregua de las mismas características. Insisten en que es algo sobre lo que dicen que hay que reflexionar.
Haritu: ...y en ese contexto de deconfianzas y desacuerdos, llegó el atentado de Barajas.
Imanol Murua: el día del atentado de Barajas, mes y medio después de levantarse de la mesa en Loiola, Eguiguren y Otegi habían previsto una cita con el fin de retomar lo que se dejó en Loiola, pero en ese momento ya había sospechas en torno a lo que podía hacer ETA. Eguiguren cuenta que "él ya lo temía". Incluso dice que avisó “a quien tenía que avisar” de que eso era muy posible, que de la última reunión de diciembre (con ETA, en Oslo) salió con la sensación de que iba a haber un atentado. Otegi también cuenta que eso podía suceder. La conclusión que saco de lo que me explicó es que no le cuadraba en sus esquemas que ETA pusiera una bomba sin romper la tregua.
Haritu: tras el atentado, ETA, Batasuna y el PSOE volvieron a reunirse. ¿qué sucedió?
Imanol Murua: tras el atentado del 30-D, aunque el Gobierno había dado el proceso, en palabras Rubalcaba, por “roto, liquidado y acabado”, ETA, Batasuna y el PSOE volvieron a reunirse. De todas formas, después del atentado de Barajas, hay divergencias, las versiones son bastante diferentes. Eguiguren considera que fueron “a hablar”, mientras que Otegi habla de “negociaciones”. En la vuelta a Ginebra, en mayo de 2007, las posturas de los negociadores también eran mucho más lejanas de lo que estuvieron en Loiola y no prosperaron.
Haritu: ¿si en Loiola hubiera existido Zutik Euskal Herria el proceso hubiera sido diferente?
Imanol Murua: a mi juicio, el debate y las conclusiones a las que ha llegado la Izquierda Abertzale con el documento Zutik Euskal Herria son, en cierta medida, consecuencia de lo que sucedió en Loiola. Creo que se ve muy claramente en la reflexión y autocrítica que hacen de su estrategia en el recorrido hacia la consecución de la paz. Al ser una consecuencia de aquello, decir que con ese documento sobre la mesa todo hubiera sido diferente... La cuestión es que ha sucedido en distintos tiempos. Lo que sí puedo afirmar es que Zutik Euskal Herria, en gran medida, parte de las negociaciones de Loiola y es una base indiscutible para encarrilarnos hacia un verdadero proceso democrático. Por tanto, aquella conversaciones junto a la Basílica han dejado un legado importantísimo. Eguiguren, Otegi y Urkullu coinciden en esta idea. El presidente del EBB entiende que «todo lo que se habló en ese proceso de Loiola queda como válido para el futuro”. Afirma que “el acuerdo del 31 de octubre fue un planteamiento muy realista». Eguiguren considera también que aquel borrador no debe ser enterrado, aunque cree que el método está quemado. Otegi, ahora en prisión, es curiosamente el más positivo. Está convencido de que todas las piezas están en la mesa y sólo falta ordenarlas. Aunque desconfía de la voluntad del Gobierno, advierte que todo el mundo se da cuenta de que no hay otra opción y espera la ayuda del contexto internacional. Los posos de aquellas conversaciones fueron muy importantes y creo que siguen ahí. Si las condiciones propicias se vuelven a dar, los contenidos pueden servir de referencia.
Haritu: ¿las versiones de los tres entrevistados han coincidido siempre?
Imanol Murua: las versiones que me han contado los tres son complementarias. Los tres han mostrado una actitud muy constructiva. Cada uno ha defendido su postura, ha dado su versión y también han rebatido los argumentos de las otras partes, pero no en tono revanchista. He percibido que las relaciones, la confianza que se tejió durante todo el proceso, no se han roto totalmente, aunque entiendo que haya algunas fisuras. Dos de las personas que estuvieron presentes en Loiola, Arnaldo Otegi y Arantxa Santesteban, ahora mismo están encarcelados, y por mandato de unos de los partidos políticos que también estuvo allí. La autocrítica más explícita la hace Otegi y está en consonancia con la autocrítica que ha explicitado ahora la Izquierda Abertzale en el proceso que hemos mencionando. Hace una profunda reflexión que luego se ha visto materializada en ese proceso. Eguiguren, más que una autocrítica, incide en que el periodo de tregua se abordó de la peor manera posible, con Otegi en la cárcel, la Audiencia Nacional apretando... Creo que sugiere que algunas personas no estuvieron a altura de las circunstancias. Por otro lado, Urkullu dice que ellos, el PNV, estuvieron en un segundo plano, en su papel de oufsiders, porque no estuvieron en el origen del proceso. En los momentos difíciles, cuando las negociacones empezaban a hacer aguas, Urkullu dice que desempeñaron labor de mediación y se siente muy satisfecho. Quizás es el que menos autocrítica hace de los tres, pero es entendible porque, como cuenta Urkullu, tenían menos poder de decisión.
Haritu: el relato de “Loiolako hegiak” viene enriquecido con bastantes anécdotas, como la que describe la imagen bajo la que se ocultaba Imaz para llegar a Loiola
Imanol Murua: es una de las anécdotas más curiosas. Imaz enfundaba su cabeza en una visera y ocultaba sus ojos bajo unas gafas oscuras, quedando con Urkullu en la parte de atrás del Eroski de Azkoitia para llegar a Loiola discretamente en el mismo coche. En cierta medida, era significativa sobre la necesidad de la discreción. Otra anécdota llamativa es la relacionada con la noticia que ubicaba las negociaciones en Elizondo. Las reuniones pronto trascendieron, pero los medios las situaron en esa localidad navarra. En la primera filtración, “El Correo” publicó una noticia en la que las directivas de los tres partidos se estarían reuniendo en Elizondo. La conclusión, por alguna escucha telefónica, venía de eliz ondoan, en vez de traducirlo (al lado de la iglesia), pusieron Elizondo. Ares reconoció que no tenía ni idea de dónde estaba esa localidad cuando comentaron la filtración en una reunión. Y decía Otegi: “¡Cómo vamos a negociar con él la espinosa cuestión del encaje territorial con alguien que no sabe dónde está Elizondo...!”.
Haritu: hubo quien confundió a los negociadores con unos profesores de Deusto...
Imanol Murua: ¡Ja, ja, ja! Sí, cuando dieron por concluidas las conversaciones de Loiola, nadie se acordó de que dejaban pendientes de pago las comidas servidas a siete personas durante doce días ni los servicios recibidos. El tesorero de Arrupe Etxea, junto a la Basílica, preguntó a su superior que qué hacían con aquello que dejaron pendiente “unos profesores de Deusto, si le pasaban la factura a la Universidad. “No, no, mételo en los gastos especiales como una beca a la Universidad...”, le respondió. Aquellos profesores tenían poco que ver con el claustro de Deusto.
Haritu
No hay comentarios:
Publicar un comentario