Mientras no se están atendiendo estas demandas que son necesidades básicas de la población, desde el Gobierno están invirtiendo millones en el nuevo centro de esquí nórdico. La Junta del Valle cedió de forma gratuita los terrenos para ello a la sociedad pública Sprin, a la que el Gobierno adjudicó el proyecto. La necesidad de esta macro-infraestructura, amén de que afecta de forma grave al medioambiente que se suponía protegido por el LIC de Larra, está más que cuestionada: Estaba previsto que apenas originaría quince puestos de trabajo de forma parcial –ya que sólo se trabaja en los cuatro meses en los que se abren las instalaciones- y desde su apertura no está ocasionando más que pérdidas: En el primer año el déficit fue de 210.000 euros, mientras que en el segundo fue de 250.000 euros. Faltan conocer las cifras de este año, pero se presumen al menos equivalentes al del último año.
El Gobierno de Nafarroa ha invertido unos 6 millones de euros en el proyecto y otros 11 millones en arreglar la carretera, cantidades por la que algunos sectores del valle y la propia Junta del Valle de Erronkari se muestran agradecidos, pero, con estos datos sobre la mesa, cabe preguntarse para qué ha servido tan elevada inversión. Ésa es la primera cuestión, que, aunque grave, no deja de ser un derroche de dinero en saco roto. Pero, ¿qué ocurrirá cuando desde el Gobierno decidan cerrar el grifo y rentabilizar la inversión? El concejal de Isaba por la Agrupación Larra, Diego Bueno, lo ve claro: O se le devolverán los terrenos a la Junta del Valle, con todas las instalaciones incluidas, o se aprobarán nuevos proyectos que permitan obtener beneficios en este territorio, como puede ser su urbanización con chalets y segundas residencias, al igual que en el otro lado de los Pirineos, en la estación de Arette. Esta segunda opción parece la más probable, ya que la Junta del Valle no podría hacerse cargo de las instalaciones que no están generando más que déficit. ¿Es eso lo que desean los habitantes de Erronkari?
Éstas son hipótesis de lo que puede acarrear en un futuro próximo el centro de esquí nórdico de Larra-Belagua. Pero sus afecciones medioambientales están siendo ya una realidad. La propia ubicación de parte de las instalaciones en zona protegida por el LIC de Larra fue solventada con una modificación de la ley de Espacios Protegidos de Nafarroa, tal y como en su día se hizo con el proyecto del pantano de Itoitz. En el caso de Itoitz se modificó la distancia a la que se debían alejar de la zona protegida las infraestructuras proyectadas; en el caso de Larra, simplemente han recortado las dimensiones de la zona protegida, y así ha dejado de serlo una franja de la zona que ha sido destinada a las pistas y a un edificio de refugio. Las denuncias de grupos ecologistas y vecinos agrupados en la Asociación Larra-Belagua no sirvieron para detener el proyecto. Pese a ello, éstos continuaron denunciando las irregularidades del mismo, y la polémica volvió a ponerse sobre la mesa cuando el nuevo Director General de Medio Ambiente dictó en febrero del 2008 una resolución en la que desautorizaba la colocación de barreras anti-aludes en la ladera del monte Lakora, donde se ubica el centro de esquí nórdico. Dichas barreras se empezaron a colocar en el año 2006, y en un principio se preveía un despliegue de 3.200 metros. Al final se instalaron sólo 200 barreras, dentro de las 1.200 previstas, pero según esta resolución, ésas también sobran. La resolución ha tenido en cuenta la denuncia de la asociación a la hora de establecer la posibilidad de que afecten a la fauna existente en la zona, cuya mayor exponente sería la Perdiz Pardilla, especie catalogada como en peligro de extinción den Nafarroa.
El Director de Medio Ambiente, Andrés Eciolaza, dictó que el proyecto debe someterse al estudio medioambiental para determinar esas afecciones, estudio que en su día no se realizó a pesar de que lo ordena la ley. En principio, se ha denegado la autorización para que se puedan instalar más barreras anti-aludes, y no se descarta que se supriman las existentes, a la espera de lo que declaren los estudios pertinentes. Diego Bueno y Fernando Biurrun, miembros de la asociación, exigieron responsabilidades penales contra las autoridades que impulsaron y permitieron esa actuación.
La polémica sobre estas barreras no se cierne exclusivamente al gran impacto visual y a las afecciones sobre la fauna que pueda tener, sino que su propia existencia está en entredicho: No existe constancia de aludes en la zona, y sí, en cambio, del problema que ocasionan las ventiscas, causantes de que se acumule nieve en la carretera sin que haya forma de retirarla. Por tanto, para solventar la afección que supone la inaccesibilidad de la carretera, en lugar de barreras anti-aludes se deberían colocar viseras anti-ventiscas, según indica Bueno. Esta necesidad de solucionar el problema de las ventiscas ya fue reconocida en su día por el entonces consejero de Obras Públicas, Álvaro Miranda, pero hasta el día de hoy no ha sido satisfecha. Esa carencia ha derivado en que en esta última temporada la carretera ha estado cortada en periodos que suman un mes, periodo de tiempo considerable si se tiene en cuenta que la temporada de esquí es, como máximo, de cuatro meses. Un motivo más para poner en entredicho la rentabilidad de la estación de esquí nórdico.
El argumento principal esgrimido para la construcción de esta estación ha sido la de la perdurabilidad de la campaña escolar de esquí, que funciona en el valle desde hace veintiséis años y que viene suponiendo una fuente considerable de ingresos para los valles Erronkari y Zaraitzu. Los promotores de la nueva estación han venido afirmando su necesidad para el futuro de la campaña, afirmación que no cuenta con argumentos, ya que ésta funcionaba a la perfección hasta la apertura de la nueva estación, lo sigue haciendo al margen de la nueva obra, y así se prevé que lo haga en adelante.
Esta es la situación del valle de Erronkari. El de Larra es un espacio protegido por su alto valor paisajístico y de la flora y fauna especiales de la zona, entre las que destaca el pino negro, y que hasta la instalación del nuevo centro de esquí nórdico no contaba con otra infraestructura que caminos del ganado y dos refugios de montaña abandonados –el refugio Ángel Olorón y las instalaciones militares, ya en desuso-. Ahora se ubican dos nuevos refugios, dos instalaciones de pistas de esquí para los que se ha roturado el suelo kárstico que en otras zonas se respeta, se ha instalado el tendido eléctrico necesario para el proyecto, se han abierto grandes pistas para su construcción y se ha ensanchado una carretera que permanece cerrada a causa de la nieve varios periodos durante el invierno. Mientras tanto, los usuarios históricos de la zona y responsables de mantener su alto valor, es decir, los ganaderos, continúan sin ver atendidas sus demandas de tomas de agua y abrevaderos para el ganado, o vallados que impidan su acceso a la carretera. Así ocurre con la demada de mejora de servicios como educación, sanidad, generación de autoempleo, apertura de comunicaciones entre los valles pirenaicos, habilitación de viviendas y un largo etcétera. El Plan del Desarrollo de los Pirineos, que a pesar de ser anunciada hace largo tiempo no acaba de arrancar, no prevé, ni mucho menos, la satisfacción de estas demandas, y continuarán de esa forma mientras las autoridades locales se muestren complacidas con el Gobierno cuando éste únicamente ofrece macro-proyectos como el de la estación de esquí de la que se ha comprobado su escasa o nula eficacia.
El concejal de Isaba lamenta que este tipo de actuaciones del Gobierno, basadas en una política de construir por construir, en beneficio de las empresas constructoras y sus promotores –entre los que destaca el propio Gobierno-, continuarán desarrollándose en cuanto que los diversos sectores sociales que se oponen a ello no se aglutinen para dar una respuesta unificada y generalizada.
nafarroan.com
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