sábado, 21 de septiembre de 2013

JOSE MARI URROZ CABODEVILLA, IN MEMORIAM

No tiene gran dificultad hablar de Jose Mari para cualquier persona que le haya conocido, y sin embargo su vida ha sido tan rica y profusa que es difícil resumirla en ete espacio que la norma periodística impone.
Trabajador, esposo, aita, abuelo, tafallés de pura cepa, popular, afable y generoso, conversador incansable y simpático, ha sido un hombre con capacidad de transmitir fácilmente sus ganas de vivir y de luchar, sus experiencias y sabiduría adquiridos a lo largo de su vida, a todos los que le conocimos, de forma que siempre había algo que aprender de él, con él.
Ha sido una persona que transmitía de forma fluida y comprensible toda la sabiduría popular que poesía, a través de chistes, anécdotas, chascarrillos y todo tipo de vivencias, a todo aquel que se le acercó y escuchó.
Después de su infancia y juventud en la Tafalla de postguerra y tras su matrimonio tuvo que emigrar para vivir, del trabajo en la construcción que desarrolló durante más de treinta años, primero en la Txantrea y posteriormente en Burlada, hasta que una repentina trombosis trucó esa etapa laboral, fue forjándose una personalidad voluntarista y trabajadora, con claro carisma de líder y con voluntad de compartir y socializar sus ideas, aficiones y proyectos en su pueblo, Tafalla.
Sin perder nunca el humor y buenas costumbres, como el chiquiteo y su fran afición por la lectura y la natación en piscina que practicó mientras que sus fuerzas lo permitieron, dedicó gran parte de su última etapa vital a desarrollar su gran afición taurina, que compartió con su suegro, el popular y conocido tafallés Lucas Barasoain.
Fundador y presi del Club Taurino Tafallés, “gracias a un infarto”, como comentaban en su cuadrilla, trabajó incansablemente durante más de una década para organizar y desarrollar un sinfín de actividades, actos y excursiones que acercaron a muchos aficionados de Tafalla y de pueblos vecinos al mundo taurino local, foral y de gran parte de la geografía peninsular.
Su incansable dedicación aún le permitió participar, con un espacio taurino claro, en la mítica y desaparecida Radio Eltxo y posteriormente en la Cadena Ser local, así como colaborar con sus escritos sobre toros en La Voz de la Merindad y lograr editar un libro sobre la historia taurina de Tafalla.
Lector y estudioso infatigable, estuvo documentándose y escribiendo sistemáticamente en su ordenador personal todos sus estudios, críticas y vivencias personales y sociales, actividad que le ayudaba a mantener esa cabeza ágil y despierta que poseía, hasta el final de sus días prácticamente.
Hombre religioso, practicante a su manera, colaboraba activamente también con la comunidad católica local, en la iglesia de Escolapios donde estudió de niño, donde solía participar en las lecturas de la liturgia dominical.
Nunca olvidó su pasado, historia y cultura heredada de su aita Manuel, gran nacionalista y sindicalista local, fundador del sindicato ELA en Tafalla, así como cultivó hasta su última y fatídica estancia en el hospital su gran afición a la pelota a mano, no perdiéndose ninguna retransmisión de partidos importantes de los últimos años, sobre todo de sus grandes ídolos, antes Retegi y hoy Olaizola II.
Para el final hemos dejado su parcela más importante, la dedicación a su familia. Como había hecho y continuaba haciendo con sus cuatro hijos, con la llegada de sus nietos, que sumaban los componentes de una cuadrilla entera de un torero, y junto con su incansable y querida compañera y esposa Pilar, no dejó de preocuparse por sus estudios, problemas y desarrollo personal de todos ellos hasta el final.
En fin, a todos aquellos que le conocimos, vivimos con él o mantuvimos algún contacto social, profesional o sanitario, como todo el perrsonal del Hospital Vírgen del Camino que con tanta profesionalidad le mimaron hasta el final, no nos queda más que congratularnos de ello, porque sin duda Jose Mari Urroz ha sido de esas personas que nos dejan un poso insustituible y nos anima a vivir y luchar como él lo hizo.
Eskerrik asko, lehendakari.
Descanse en paz.

Manolo Urroz Barasoain, en nombre de su familia

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