El gobierno del PP –y sus prolongaciones en comunidades autónomas-
están traspasando unas líneas rojas que nos ponen en serio peligro.
Ocurre que, mientras registra un estrepitoso fracaso en las cifras
económicas –asunto por el cuál se supone que sus votantes les entregaron
la confianza- muestra una radical eficacia en la involución ideológica.
Comencemos por el diseño de país: croupiers y putas de la mano de
Adelson –investigado por corrupciones varias- y puerta abierta a las
mafias china y rusa para que blanqueen aquí su dinero. No solo lo digo
yo, lo temen los abogados.
Los abogados y todos los profesionales del Derecho se encuentran en
pie de guerra por la subida de tasas. Consagra que solo habrá justicia
para los ricos, para quienes pueden pagarla. La medida “disuasoria” de
acudir a los juzgados para todo, como dice el inefable Gallardón, llega
al esperpento al exigir 200 euros para recurrir una multa de 100, por
ejemplo. Esto implica que si te toca, te tocó, como cualquier otra desgracia. Pero tiene un alcance mucho más grave.
El PP ha judicializado el país en sus nuevas leyes. Para el PP de,
entre otros, Gallardón –que sigue siendo el ministro más valorado- todo
es delito. Y en algunos asuntos el “si te toca, te tocó” puede ser
realmente desestabilizador. Harán falta muchos medios económicos para
litigar y recurrir.
Entretanto –y por no gastar el dinero que no hay-, el domingo pasado
casi 37 millones de españoles (el 83,5% de la audiencia) permaneció al
menos un minuto delante de las pantallas de televisión. Una sucesión de
carcundia insulta la inteligencia en el más ingenuo zapping. No sé si
alguno vería la repetición de Informe Semanal. Contaban en él que lo del
Madrid Arena -plagado de irregularidades en las que cada día aflora una nueva- había sido “por ganas de fiestuqui”. El realizador, Carlos Alonso, se negó a firmar el reportaje.
Lo han echado. Han echado o se han ido en realidad prácticamente todos
los miembros del anterior equipo. Con dos o tres curiosas excepciones.
Un programa nacido en 1974, en vida de Franco, cuyo empuje periodístico
resistió todos los embates, no ha podido con Rajoy y todo lo que se
deriva de él. Ni en los peores momentos del programa, nunca, jamás, se
ha llegado a entrar en los ordenadores y reescribir los textos. El resto
de la “información” es similar. “Tertulianos” fachas por doquier. Por
cualquier banda que uno mire, salvo meritorios programas de La Sexta.
En el siglo XXI, 37 años después de muerto Franco, se le quiere
rendir un homenaje. Que sea en un edificio público, incluso que ante la
“alarma” se le haya retirado el permiso, es casi lo de menos ante el
hecho de que siquiera se plantee. Si bien quien preside el organismo
Turespaña (tela, la imagen turística) es un candidato por Falange. En Alemania la exaltación del nazismo se paga con cárcel.
Y, mientras, el desmantelamiento (ideológico) del Estado del
Bienestar nos ahoga. Los trabajadores del Hospital de La Princesa de
Madrid se han convertido en símbolo de resistencia a la privatización y
descuartizamiento de un centro de referencia. El gobierno del oscuro
Ignacio González dice que cede (ante la presión social), pero no se fían. Hacen bien. Seguirán en la lucha.
En mi zapping particular veo un rosario de indignación que se
extiende por España. Manifestación de minusválidos en Galicia. Las
madres claman: “Quieren devolverlos a casa y que no se les vea, como hace 40 años”. Y basta con salir de casa. Una chica, @lulm, lo ha definido a la perfección en Twitter: “Esto que vas a hacerte una radiografía y terminas cortando calles y llorando con enfermeras“. A
todo el que “le toca” se le están hinchando mucho los bemoles.
Asombrosamente mucha gente aún sigue en la inopia. O en el miedo. O el
sometimiento cobarde.
Àngels Martínez Castells nos habla hoy de esperanza ante la
intervención de Alexis Tsipras de la Syriza griega en la (sucia) campaña
electoral catalana. El líder griego dice a los políticos: “Crean en su pueblo“.
El PP de Rajoy está tensando mucho la cuerda. Es una grave
irresponsabilidad. Conociendo la historia y relacionando datos, cada vez
pienso más en el helicóptero en el que tuvo que huir por pies el
presidente argentino Fernando de la Rúa, ante una situación tan similar
que pasma verlo. En helicóptero. Con lo que poco que le gustan a Rajoy.
Rosa María Artal, en El Periscopio
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