Que el Plan Navarra 2012 ha tenido mucho
más de efecto propagandístico que de auténtico plan contra la crisis es
ya una evidencia que no deberían discutir ni sus propios impulsores.
Una muestra de ello es el Pabellón Reyno de Navarra Arena que ayer abrió
sus tripas a los parlamentarios, quienes de manera casi unánime
reconocieron que no era antes ni es ahora momento de llevar a cabo una
obra de tales dimensiones, un proyecto que además llega tan tarde que
las posibles demandas deportivas o artísticas que lo justificaron ya no
lo son. Por todo el Estado afloran ejemplos de obras mastodónticas de
inversiones millonarias que con la crisis han quedado convertidas en
proyectos fracasados, puesto que no hay dinero para ponerlos en
funcionamiento y mucho menos para rentabilizar la inversión. Proyectos
como la Ciudad de la luz en Alicante, la Ciudad de la Cultura en
Santiago o el aeropuerto de Ciudad Real. Pero Navarra sigue a lo suyo,
sobre todo porque sería aún peor a estas alturas rectificar y abandonar
que seguir la ruta. El Pabellón Reyno Arena, como el fallido Museo de
los Sanfermines, el Auditorio de Javier o el Circuito de los Arcos,
pertenecen a ese tipo de proyectos muy fáciles de vender políticamente
en tiempos de bonanza pero imposibles de defender hoy en día. El Reyno
de Navarra Arena, una obra incluida dentro del Plan Navarra 2012, tendrá
un coste estimado de 60 millones y consta, entre otros, de dos pistas
multifuncionales con capacidad para 10.000 y 1.500 espectadores,
respectivamente, además de un frontón con 3.000 asientos, tanta cifra
suscita la pregunta inevitable de ¿para qué servirá? ¿Se podrá inaugurar
y mantener con un coste de más de un millón de euros anuales? ¿Será esa
una de las prioridades del Gobierno de UPN? Estas son las preguntas que
quienes están detrás no quieren responder. La propia indefinición del
Gobierno cuando se refiere a esta dotación diciendo que tiene "diversas
áreas sin uso definido, a determinar en función de los requerimientos
del posible contratante" da una idea del desconcierto en que se mueven.
Pero lo grave es plantear si el departamento de Políticas Sociales puede
asumir en los Presupuestos de 2013 los 10 millones necesarios para
terminar la obra, mientras se rechazan peticiones de renta básica y la
ciudadanía cae en la pobreza. No es demagogia, es la realidad.
Editorial de Diario de Noticias
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