Patxi López mostró el martes ante el Comité Nacional su preocupación por la situación en que se
encuentra el PSE y su proyecto político en Euskadi. De su discurso todos los
medios llevaron a titulares la siguiente afirmación: “Hoy nuestro viejo Partido
se está convirtiendo en un Partido Viejo”. Me llamó mucho la atención tal
aseveración por su calado político, por lo que tenía de valentía y por lo que
podía ser el anticipo de un ejercicio sincero de autocrítica sobre los errores
cometidos. Interesado por lo que aparentemente se presentaba como un hecho muy
novedoso en el discurso de un secretario general, todavía lehendakari, me hice
con el texto íntegro del discurso y me adentré en su lectura con el deseo de
descubrir que no era una frase impactante pensada para titular. Tras la lectura
debo confesar que el interés inicial se desvaneció completamente. Es decir, lo
que era una frase sugerente ha resultado ser un recurso retórico, vacío de todo
contenido autocrítico. En primer lugar, me ha decepcionado la ubicación de la
afirmación en el apartado referido a la estructura organizativa, como si el
riesgo de convertirse en un ‘Partido Viejo’ fuese una cuestión organizativa que se resuelve poniendo a algunos
responsables trabajando para el Partido. Me ha sorprendido negativamente el
análisis que se hace de los resultados del PSE y de las otras formaciones,
especialmente el análisis comparativo que se hace de los resultados del PNV y
de EHBildu. Del primero, porque la
comparativa que realiza con los resultados del 2005 es equivocada, pues ignora
que los jeltzales fueron en coalición con EA en esos comicios. De los segundos,
porque compara los votos de Bildu con la suma de los que obtuvieron Batasuna y
EA nada más y nada menos que en 1986, año que surgió EA y alcanzó su máxima
cota electoral. Es asombroso lo que se está dispuesto a hacer con los números
con tal de minorar los malos resultados. Sin embargo lo más grave está en la
ausencia de cualquier signo de autocrítica por la estrategia desarrollada desde
que decidieron acceder a Ajuria Enea en las condiciones que lo hicieron,
mediante pacto con el PP, cuando en España se mantenía un enfrentamiento total
entre ambas formaciones, y en Euskadi dicha operación fue fabricada en contra
del compromiso electoral adquirido con sus votantes. No hay el más mínimo
atisbo de reconocimiento de errores, ni siquiera aquellos que han sido
clamorosos en el desarrollo de la campaña. Al contrario, se dice en el texto
que se ha hecho una gran campaña. La pérdida de más de 106.000 votos se explica
con un argumento tan objetivo y convincente como que “ha habido mucha gente que
se ha quedado en casa y que con seguridad, era potencial votante del Partido
Socialista”. Me parece un acto de irresponsabilidad política esa manera de
‘escurrir el bulto’. Convendría que el PSE, también el resto de las
formaciones, realizara el ejercicio democrático de reconocer que la libertad de
los votantes que ellos consideran ‘suyos’ no se reduce a votar al PSE o
quedarse en casa. Los votantes eligen y con cierta frecuencia cambian. Si a
efectos dialécticos diéramos por buena la tesis de López de que no se ha
conseguido movilizar a su electorado, debería
preguntarse las razones por las que no se ha producido esa movilización
y sobre quiénes son los responsables de tal hecho. Los dirigentes socialistas
insisten con reiteración que los nacionalistas no hablan de las cosas que
preocupan e interesan a la ciudadanía y que han sido los socialistas quienes
han convertido la política en un instrumento de resolución de los problemas
reales y no como herramienta para el ‘raca-raca’ identitario. Si ese análisis
fuera cierto, ¿cómo explican los dirigentes socialistas que los ciudadanos
mayoritariamente voten a candidatos que crean problemas y, sin embargo, no lo
hagan por quienes se ocupan de sus problemas reales? Es obvio que con en ese
tipo de análisis, aunque las estructuras organizativas se abran o rejuvenezcan,
el PSE seguirá inexorablemente adelante
en su conversión en un ‘Partido Viejo’.
Xabier Gurrutxaga Aizpeolea
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