jueves, 15 de noviembre de 2012

EL PNV BARAJÓ UN GOBIERNO DE CONCENTRACIÓN


El lunes, minutos antes de la comparecencia en la que terminaría apostando por gobernar en solitario, la Ejecutiva del PNV reunida en Sabin Etxea aún bullía de ideas para buscar la gobernabilidad de la CAV en un Parlamento tan fragmentado. Tras varias jornadas escuchando las declaraciones de EH Bildu y PSE, que subrayaban las divergencias que separarían a sus partidos del programa jeltzale, la formación de Iñigo Urkullu concluyó que, al menos por el momento, no sería posible gobernar en coalición. Pero la reflexión del EBB en esa tarde del lunes no murió en ese punto, sino que terminó fluyendo hacia un último intento de sumar con el resto de fuerzas: la Ejecutiva llegó a barajar un gobierno de concentración con EH Bildu, PSE y PP.
Según ha podido saber este diario, la reflexión, inspirada en la necesidad de sumar en tiempos de crisis, estuvo sobre la mesa del EBB y fue debatida por los jeltzales antes de decantarse por la gestión en solitario. El gobierno de concentración contaba con la virtud de que, al ser planteado como un conglomerado de partidos, las formaciones podrían haber vencido con mayor facilidad el vértigo que podría despertar en ellas ser el único socio del PNV. Labrar una alianza tan estrecha sin otras fuerzas de por medio podría resultar impensable para EH Bildu como adversario político de los jeltzales, o para el PSE, tras una legislatura de enfrentamiento. La idea del Ejecutivo de concentración se presentaba, así, como un último recurso ante la imposibilidad de una coalición.
Sin embargo, según las fuentes consultadas, las más recientes declaraciones del resto de los partidos, que se colocaron automáticamente en la oposición antes de finalizar las conversaciones, y que subieron el tono de sus críticas hacia el PNV, terminaron disuadiendo al EBB, que finalmente optó por enterrar la propuesta. No llegó a ser planteada a los partidos al entender que no iba a ser bien acogida. Minutos después, los jeltzales se decantaron en público por gobernar en solitario.
El PNV hizo pública su decisión de gestionar en solitario ante la imposibilidad de forjar una entente con EH Bildu o con el PSE, los únicos con los que sumaría la mayoría absoluta necesaria para gobernar la CAV sin sobresaltos. Los jeltzales argumentaron su posición en que la coalición habría planteado un cambio de modelo "radical", y en que la forma de gobernar de los socialistas poco tendría que ver con el proyecto del PNV. Los dos aludidos, sin embargo, acusaron al PNV de acudir a las reuniones sin voluntad de acuerdo, y con la decisión de gobernar sin ataduras tomada de antemano.
Nada más obtener el triunfo en las elecciones del 21 de octubre, el PNV abrió una ronda de contactos con los partidos para explorar acuerdos que garantizaran la gobernabilidad de la CAV en un Parlamento tan dividido entre las cuatro familias políticas vascas. Todas las opciones permanecían abiertas, desde gobernar en solitario con pactos puntuales hasta conformar un Ejecutivo de coalición. Aunque esa fórmula encerrara más de un obstáculo, el partido de Sabin Etxea trató de mantener viva la expectativa, y planteó al resto de formaciones unos principios básicos lo suficientemente abiertos como para suscitar un consenso amplio.
Esa generalidad terminó convirtiéndose en un arma de doble filo, ya que tanto EH Bildu como PSE coincidieron en interpretar esa amplitud de criterios como reflejo de la nula disposición de los jeltzales a forjar pactos en profundidad. En un momento de crisis en el que ningún partido quiere presentarse como el dinamitador de los acuerdos, ese factor, unido a la alianza presupuestaria propuesta por el PNV, sirvió al resto de partidos para desplazar el peso a Sabin Etxea y defender que los jeltzales solo buscaban aprobar sus cuentas a toda costa, y hacerlo desde un gobierno en solitario que habrían decidido conformar incluso antes de las elecciones. 
Grupo Noticias

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