Las personas que constituimos Zabaltzen, asociación de independientes de Nafarroa Bai, nos reconocemos en la defensa radical de los valores democráticos. Y entendemos que los dos pilares fundamentales de estos valores son la separación de poderes y un Estado de derecho garantista.
La reciente sentencia del caso Bateragune pone claramente en entredicho ambos principios de una democracia desarrollada. A la sombra de la funesta Ley de Partidos se puede detener y condenar a personas porque considera que hay ideas que delinquen. Un tribunal especial como la Audiencia Nacional, con la acusación de un Ministerio Fiscal vinculado orgánicamente al Gobierno de turno, dicta una sentencia cuya posterior ejecución parece que va a depender de que una organización armada decida autodisolverse. Una sentencia jaleada mediáticamente que se funda más en opiniones que en hechos, y que abre la puerta de par en par, una vez más, a la instrumentalización política de la justicia.
La acción de la justicia de un Estado garantista debe ser mínimamente previsible para sus ciudadanos. No cabe la arbitrariedad. Sin embargo, la política y los ritmos que impone un Gobierno urgido por la celebración de elecciones generales hacen temer la repetición del bochornoso espectáculo ya vivido la pasada primavera, en la que la sociedad hacía apuestas sobre si sería el Supremo o el Constitucional, y por cuántos votos, el que acabara legalizando -o no- a Bildu la misma fecha de inicio de campaña.
Como continuación de aquel espectáculo, el imprevisible sistema judicial español, al señalar los plazos de recursos a otros tribunales, toma como referencia la fecha del 20-N, y se sugiere que el fin de ETA puede condicionar la suerte para la libertad de los condenados. Esto configura un obsceno juego que no tiene ningún coste para quien lo diseña y que encuentra ¿víctimas que no buscaban serlo?
Un obsceno juego que vuelve a enturbiar una campaña electoral en la que a la mayoría de la sociedad se nos exigirá, por parte de unos y otros, que nos sumemos a su causa. Sobre todo cuando unos y otros saben desde el principio que esta sentencia será antes o después revocada, como reconocen juristas de todas las tendencias.
La no condena del terrorismo de ETA, aunque represente un desprecio inmenso a sus víctimas y merezca un severo juicio ético por parte de la sociedad, sigue siendo un posicionamiento y una opinión política. Así lo expresó Otegi hace unos meses ante la misma jueza que ahora le condena. Por cierto, una actitud parecida mantiene la derecha gobernante en Navarra con las víctimas del terror del 36 y del franquismo. Ambas actitudes, por mucho rechazo político y moral que nos provoquen -y nos lo provocan-, siguen siendo opiniones, ni más ni menos.
Desde una defensa radical de la democracia, denunciamos la instrumentalización de la justicia con fines políticos. Parta esta instrumentalización de instancias gubernamentales apremiadas por necesidades electorales, haciendo depender del comportamiento de ETA la aplicación de la sentencia a personas que no pertenecen a ella. O parta esta instrumentalización de aquéllos que exigen una interpretación de la justicia adaptada y favorable a su proceso de paz, o como un gesto del Estado ante ese proceso. Que no cuenten con nosotros ni unos ni otros para hacerles la ola.
Quienes formamos Zabaltzen pensamos que el garantismo de la justicia alcanza por igual a todas las ideas, y que la justicia no puede ser instrumentalizada como escenario de un proceso político de paz, con negociación o sin ella. Ni por parte de vanguardias que quieren negociar en nombre de un pueblo al que no representan, ni por parte de un gobierno que debe ser el primer mantenedor del principio de la separación de poderes.
Y no crea el lector que estamos exagerando. En el Informe Global de Competitividad, o sea una suerte de ranking de países serios que elabora el Foro Económico Mundial de Davos, se señalaba en 2009 como el talón de Aquiles de la competitividad española la escasa independencia de sus jueces. En un ranking de 134 estados, España ocupaba el puesto 56, siendo superada por países con la tradición democrática de Egipto y Arabia Saudí, aunque sí pudo situarse por delante de Nigeria.
Con sentencias como ésta sufren los condenados y sus familias, se envilecen las instituciones y pierde el conjunto de la sociedad. Porque, al final, a quien se acaba juzgando es a la propia democracia. Y cuando esto sucede, la sociedad no puede ser sumisa a las consignas de unos ni de otros. La rebeldía democrática en la que prefiere trabajar Zabaltzen es un ejercicio imprescindible para las necesarias nuevas formas de gobernanza a las que aspiramos, y santo y seña del espíritu con el que se fundó Nafarroa Bai.
Koldo Martínez, portavoz de Zabaltzen (asociación de Independientes de NaBai)
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