La huerta navarra apenas ha comenzado a despertar. A diferencia de Andalucía, donde el clima benévolo permite la producción de hortalizas durante los meses de invierno, en Nafarroa arranca justo ahora la temporada de invernaderos. El sector hortofrutícola de Erribera no está encaminado a la venta de productos frescos de cara el exterior, sino que se hace fuerte en la exportación de conservas y congelados. Pese a todo, el sector primario navarro sí que está muy preocupado por cuanto está ocurriendo.
Jesús Palacios tiene una pequeña explotación de pepino en Ribaforada. «Lo vendo todo en el mercado estatal, los que nos dedicamos al pepino aquí somos pocos y no sacamos una producción grande», afirma. La variedad de pepino con la que trabaja poco se parece a la que ha suscitado la polémica en Alemania. Aquí se cultiva un pepino más corto y de piel rugosa, que se conoce como urano, y que es el que se consume mayoritariamente en el Estado español. Por contra, a Hamburgo llega el pepino holandés (o Almería) más largo y con la corteza más fina, puesto que en los países de centroeuropa los comen sin pelar. Palacios hizo la primera recogida de pepino el 12 de mayo. Al principio le pagaron el kilo a 0,4 euros, pero el precio ha descendido a 0,3. En Nafarroa apenas hay unas decenas de productores de pepino y todos apuestan por el urano. Por otra parte, es raro que un agricultor navarro encamine toda su producción al pepino, lo común es que la combine, como Palacios, con otras hortalizas, como el tomate.
No obstante, la alarma alimentaria no se circunscribió sólo al pepino, sino que ha puesto en jaque a todo el sector hortofrutícola. Ignacio Gil, de EHNE, no es capaz de medir aún el impacto que puede tener el hecho de que se hayan cerrado las puertas a la producción hortofrutícola del Estado español de forma momentánea. A pesar de que, en sólo unos días, Bruselas haya corregido el error y que se haya exonerado de la culpa del brote de la bacteria E.coli a los pepinos de Almería, Gil habla de una «crisis de confianza» que puede retrotraer los mercados a nivel europeo.
La huerta navarra corre riesgo de verse afectada de rebote. Si bien el grueso de la producción en fresco de Nafarroa se exporta a la CAV y a las comunidades limítrofes, un menor consumo en los países europeos forzaría a la maquinaria exportadora andaluza a tratar de colocar sus productos en el mercado interno, el estatal. En ese caso, las cooperativas navarras se verían arrastradas a una guerra de precios desatada por una sobreoferta.
Lo principal, para Gil, es recuperar la confianza cuanto antes. Europa ha admitido que se precipitó a la hora de culpar a los invernaderos andaluces del brote mortal de la bacteria, pero es el comprador de a pie quien tiene la última palabra. Si no supera esos miedos infundados, consumirá menos y el mercado quedará resentido. Paradójicamente, al error de las autoridades sanitarias alemanas al precipitarse en busca de culpables ha demostrado la robustez del sistema de controles. «Hemos llegado a unos niveles de trazabilidad increíbles. En cuanto se sospechó de los pepinos, se pudo localizar de qué invernaderos provenían, con nombres y apellidos. Ésta es una garantía importante», dice Gil. El responsable de EHNE, sin embargo, manifiesta su preocupación y cree que lo que quedará es una mala imagen. «Indudablemente hará daño. La apertura de los mercados a los productos del Estado español de poco sirve si no se reactiva el consumo», sostiene.
El jueves, los supermercados de la cadena alemana Lidl anunciaron que vuelven a ofrecer hortalizas del Estado español, después de que, el miércoles, Bruselas anunciara que el veto se ha levantado. Sin embargo, a Gil le preocupa «que haya supermercados aún con carteles donde se anuncia que no se venden productos del Estado español».
En concreto, en Nafarroa los controles a los alimentos se realizan desde el departamento de Salud Pública y son minuciosos. Los inspectores hacen a los agricultores llevar un control estricto de todo cuanto ocurre dentro de sus producciones y, además, pueden presentarse cuando quieran en cualquier explotación, para comprobar la veracidad de los informes.
El grueso de las exportaciones de productos hortofrutícolas en Nafarroa se hace a través de los productos elaborados: las conservas y los congelados. Este sector supone aproximadamente el 90% del total y abarca a hortalizas como el cardo, los guisantes, las judías verdes o las alcachofas. Esta rama de negocio, en principio, sí que estaría blindada ante la alarma sanitaria, lo que resulta tranquilizador, ya que el volumen aproximado de facturación de elaborados y congelados es de 123 millones de euros. La punta de lanza de este sector exportador es Congelados de Navarra.
Como productos frescos se exportan fundamentalmente brócoli, coliflor y tomate. El volumen de ventas es mucho menor, de unos 12 millones de euros. Generalmente, la exportación de producto fresco a otros países de Europa se realiza a través de cooperativas pequeñas, que se han especializado en un producto concreto, como es el caso de la de Ribaforada, con el brócoli, que luego vende en Gran Bretaña. En este mercado se engloban también las frutas.
La producción en fresco sí que es relevante en el mercado interno. La huerta navarra trabaja con productos como lechuga, tomate, calabacín y diversas frutas, principalmente. Es esta fracción del negocio la que más preocupa. Si la perdida de confianza obliga a las grandes cooperativas andaluzas a tratar de sacar buena parte de su producción al mercado interno, los agricultores navarros podrían verse seriamente afectados. Las dimensiones de la industria agroalimentaria andaluza son descomunales, porque están dimensionadas para surtir de hortalizas durante todo el invierno a los países del norte, que son incapaces de sacar adelante sus plantaciones por falta de sol. Poco tienen que ver los invernaderos de Almería con los navarros, donde las producciones son muy pequeñas, de carácter familiar en muchos de los casos.
«Sí que han llamado de Iparralde, donde compran mucho producto navarro, como pimientos del piquillo o alcachofas», comenta Gil. «Habían visto los invernaderos andaluces y querían saber cómo era nuestro sistema de producción, pero les hemos explicado que no tiene nada que ver. Todo aquí es muchísimo más pequeño», afirma el responsable de EHNE.
Los invernaderos navarros están a punto de funcionar a pleno rendimiento. Si el pepino se comenzó a recolectar hace un par de semanas, el tomate justo arranca ahora. La temporada alta coincide con los meses de verano, por lo que el eventual choque entre la producción navarra y las hortalizas andaluzas que no se consuman en Europa resulta inminente. Desde esta perspectiva, la alarma alimentaria no ha podido producirse en peor momento. Si la resaca de la bacteria E. Coli es fuerte, habrá problemas de sobresaturación.
Xabier Mendia posee una producción orientada a la fruta ecológica. «Por el momento no se puede hablar de grandes repercusiones. A los andaluces sí que les ha golpeado fuerte. Ellos tienen un sistema de producción que va como una moto y la alarma alimentaria puede dar al traste con su sistema». Explica que los productores de fruta juegan con un poco de ventaja. Gumendi, su empresa, exporta a Europa (fundamentalmente al Estado francés y Alemania) el 15% de la fruta. Aunque la recolección llega en breve, cuando más fruta venden a Europa es en contratemporada, durante el invierno. «Recogemos la fruta y la almacenamos en frigorífico, donde esperamos a que se termine de madurar, para irrumpir en el mercado cuando el producto escasea», explica. Eso les dará más tiempo para que se derriben las posibles suspicacias creadas.
En el otro lado de la balanza se ubican los propios productores alemanes. «Los invernaderos de Alemania también comienzan a recoger hortalizas ahora. Las críticas a los productos del Estado español pueden auparles y fomentar la creencia de que los productos alemanes son mejores», dice Mendia.
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