La Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe ha denegado el 'nihil obstat' (nada que objetar) al segundo libro de José Antonio Pagola sobre los evangelios, titulado 'El camino abierto por Jesús. Marcos', por considerar que en determinados puntos «la enseñanza del texto se opone a afirmaciones explícitas del magisterio de la Iglesia», y por la acumulación de una serie de «ambigüedades». El primer volumen superó el pasado mes de noviembre la barrera de la censura eclesiástica, lo que puso en guardia a los detractores de Pagola en espera de que llegara el segundo. El manuscrito ha acabado en la mesa de la secretaría general de la comisión, al mando de José Rico Pavés, un viejo conocido del teólogo vasco, al que ya desacreditó con la obra 'Jesús. Aproximación histórica'.
Rico Pavés firmó en su día un duro artículo contra el 'Jesús' de Pagola, que luego se convirtió en una extensa nota de clarificación -no de condena- de Doctrina de la Fe sobre la obra de investigación histórica. Casi cinco años después el exvicario de San Sebastián vuelve a sufrir un calvario por parte del mismo órgano episcopal. Rico, que figura en muchas quinielas como candidato a la mitra, es el perito de la comisión que preside ahora el obispo de Almería, Adolfo González, y de la que son miembros Manuel Urueña, arzobispo de Zaragoza, Alfonso Carrasco Rouco, obispo de Lugo, Juan Antonio Reíg Plá, titular de Alcalá de Henares, Luis Quinteiro, obispo de Tuy-Vigo y Enrique Benavent, prelado auxiliar de Valencia.
Pese al secretismo del 'caso Pagola', este periódico ha tenido acceso al informe doctrinal sobre el manuscrito del teólogo vasco, un duro alegato de 15 folios trufado de un lenguaje descalificador en el que se habla de formulaciones «poco afortunadas», afirmaciones «confusas» o «ambigüedad» constante. El informe apoya sus argumentos en textos recogidos de la propia Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe -como el documento Dominus Jesús sobre la unicidad de la Iglesia católica como religión verdadera-, el Catecismo de la Iglesia, la Dei Filius -constitución dogmática sobre la fe del Vaticano I-, el Credo del Pueblo de Dios, la encíclica Veritatis Splendor de Juan Pablo II, e incluso se remonta al Concilio de Trento. También invoca pronunciamientos que han tenido lugar contra destacados teólogos a los que se ha castigado con el silencio, como Leonardo Boff, Roger Haight o Jon Sobrino, estos dos últimos jesuitas.
El dictamen apenas ofrece una concesión positiva a los «méritos indudables» del autor, como el haber conseguido una «exposición sencilla y cercana, que se lee con facilidad e invita a la reflexión». Desde el primer folio, los censores encuentran ya «una serie de ambigüedades respecto a enseñanzas básicas de la fe cristiana, e incluso afirmaciones que no se ve cómo puedan resultar compatibles con determinados pronunciamientos de la Iglesia».
En el análisis sobre 'El seguimiento de Cristo, fe y religión', el informe establece que el planteamiento de Pagola «es incompatible con la fe católica» cuando, entre otras afirmaciones, escribe que «la primera tarea de la Iglesia no es celebrar culto, elaborar teología, predicar moral, sino curar, liberar el mal, sacar del abatimiento, sanear la vida, ayudar a vivir de una manera saludable». El informe advierte sobre el peligro de reducción de la verdad a la praxis, que ya se recogía en el primer documento de Doctrina de la Fe sobre la teología de la liberación. Añade que «una consecuencia de lo que afirma Pagola al no subrayarse adecuadamente la confesión de fe en aras de la praxis, es el riesgo de deslizarse hacia planteamientos propios del pluralismo religioso».
En el apartado de 'Identidad de Jesucristo y el misterio de Dios', el informe constata la «relativización de fórmulas dogmáticas en razón de la praxis». Los censores relacionan la posición del autor con la que mantuvo J. Sobrino «donde la confesión de fe cristológica quedaba redimensionada por la praxis liberadora hasta el punto de considerarse 'peligrosas' las fórmulas dogmáticas. Sin llegar a esos extremos de J. Sobrino -prosiguen- para J. A. Pagola parece que la confesión de la verdad sobre Cristo resulta bastante irrelevante para la vida cristiana, en la que lo único importante es la actividad liberadora, que parece reducirse al mero alivio de las miserias terrenas».
El demonio existe
Una cuestión que los censores esgrimen como «ejemplo de ambigüedad» es la afirmación de que en la Iglesia se debe superar la dominación masculina «sin especificar nunca en qué consiste». «En muchos lectores, dado el ambiente cultural, -escriben- se entenderá que la mayor 'discriminación' de la mujer en la Iglesia es que no pueda recibir el orden sacerdotal». «¿Pretende decir que se debe admitir a las mujeres al sacerdocio ministerial oponiéndose así a una enseñanza infalible?». El dictamen se refiere, por último, a la «permanente ambigüedad» sobre el pecado, así como a los textos en los que aparecen los posesos y los exorcismos para concluir que Pagola «silencia verdades de fe, como la existencia del demonio».
Según ha podido saber este periódico, Pagola ha respondido a todas las acusaciones de la comisión de la Doctrina de la Fe. Hastiado, pero en una situación anímica que no tiene nada que ver con la anterior, cuando somatizó un caso que cada vez tiene mucho que ver con una persecución personal. Mientras, los ejecutivos editoriales buscan un sello nodriza en el que pueda repostar el trabajo de Pagola, que se ha convertido ya, muy a su pesar, en un icono del pensamiento eclesial libre.
El Diario Vasco
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