jueves, 12 de agosto de 2010

EL INCENDIO DE FALCES-PERALTA, O LA CRÓNICA DE UNA TRAGEDIA ANUNCIADA

En los últimos 10 años se han perdido en España aproximadamente más de un millón de los 22 millones de hectáreas de superficie arbolada. Además, el 41% de esa superficie está afectada de erosión. Cada año son calcinados por las llamas 1.000 millones de árboles en una superficie entre 200.000 y 400.000 hectáreas. Se calcula que las pérdidas ocasionadas pueden alcanzar entre los 300 millones de euros anuales y los 1.300. A esto hay que añadir 1.400 millones de euros de beneficios ambientales destruidos, además de las consecuencias para el medio ambiente y para la vida misma.

Estos datos escalofriantes nos deberían hacer reflexionar sobre la importancia que los incendios tienen en nuestras vidas y la demás especies que conviven con nosotros.

Las causas son de sobra conocidas: La acumulación de biomasa en los bosques por la mala o nula gestión forestal. Las repoblaciones forestales masivas de coníferas (pinos), fácil pasto de las llamas. Las altas temperaturas en verano que elimina la humedad forestal. La especulación urbanística y el mercado de la madera. La irresponsabilidad de algunas personas que hacen fuegos a sabiendas del peligro y de las prohibiciones existentes. Los pirómanos... Pero principalmente por la poca importancia que nuestros gobernantes dan al fenómeno de los incendios. De no ser así, las partidas económicas dedicadas a su prevención, a los equipos de bomberos y a la investigación serían muchísimo mayores.

La falta previsión de nuestros gobernantes hace que no se limpien los montes (cuando existen 20 millones de parados en España), no se planifiquen los recursos económicos en función de la importancia que tienen los incendios forestales. No se hagan campañas exhaustivas de información y asesoramiento a la ciudadanía. No se aplique con rigor la ley a los pirómanos y descuidados implicados en incendios… Si a los incendios se les diera la importancia que se le da al terrorismo en España, seguro que se reducirían éstos drásticamente.

Esto se traduce en que en el desastre de Falces-Peralta no fueran capaces de cortar el incendio en un espacio de 500 hectáreas de pino carrasco y aleppo y 4 kilómetros de extensión. En este incendio se han dado todas las causas que hemos comentado antes: Una barbacoa en Agosto cerca de un pinar. Masa forestal compuesta por coníferas. Mal estado del monte donde las llamas hicieron pasto de la maleza rápidamente. Mala coordinación de los efectivos, ya que según comentaron agricultores de Peralta no se les dejó actuar para hacer cortafuegos en las rastrojeras del barranco de Vallacuera (cuando se les dejó era ya tarde), donde se podía haber impedido la progresión del fuego hacia Peralta.

En los incendios que asolan los bosques rusos donde se han destruido 128 mil hectáreas de territorio, 2.210 personas se han quedado sin techo y se han producido 34 víctimas mortales. Ha ocurrido lo que se sabía de antemano podía ocurrir; la existencia de amplios yacimiento de turba susceptibles de combustión con las altas temperaturas. Su prevención hubiera precisado de inundar con anterioridad dichas zonas, como así lo pidieron científicos y grupos ambientalistas. Los ecólogos coinciden con que esto era imprescindible, pero el gobierno ruso durante largos años optó sencillamente por ignorarlo. Esta solución con el proceso de inundación es bastante cara, pero es evidente que son mayores los costos actuales de vidas humanas, bosques destruidos, incluidos los afectados por el desastre nuclear de Chernóbil, coste de las operaciones de extinción del incendio, consecuencias a nivel planetario por las emisiones de CO2 (dióxido de carbono) a la atmósfera que pueden provocar que el cambio climático siga acelerándose.

La verdadera solución a los incendios es evitarlos mediante la prevención y no centrarse exclusivamente en la extinción. Los incendios no son temas exclusivamente veraniegos, por tanto y dada la importancia que la conservación de los bosques tiene para la vida en el Planeta, es imprescindible un nuevo paradigma que dedique toda la atención, recursos e información que el tema requiere. Sabemos que eso precisa de importantes inversiones que ahora no se hacen, pero es más importante mantener nuestros bosques que construir nuevas y costosas infraestructuras, como son el TAV o las innumerables autovías, autopistas, rotondas, circuitos de Los Arcos, etc.

Los bosques nos proporciona oxígeno, retiene y atrae agua, combate la erosión y alberga y mantiene la diversidad biológica y hace se sumidero de CO2. En suma, no podríamos vivir sin ellos. La recuperación de un bosque es muy lenta y puede tardar según especies hasta 120 años tras un incendio: después 10 ó 15 años se crea el monte bajo; 15 y 20 años más para desarrollar un estrato arbóreo, entre 30 y 40 años más para que crezca matorral y unos 50 años más para la restauración definitiva. Por todo esto las políticas medioambientales de nuestras diferentes administraciones deberían pasar, además de una mayor implicación en la prevención y eliminación de los incendios, por realizar repoblaciones masivas de arbolado (cosa que no se hace), contando con la ciudadanía que seguro participaría gustosa.

Juan del Barrio, miembro de Lurra

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