jueves, 26 de agosto de 2010

EL SIGUIENTE CANDIDATO, POR FAVOR

Aralar, haciendo uso del derecho que le confiere lo acordado hace cuatro años en el seno de NaBai, ha propuesto que sea Patxi Zabaleta quien encabece la lista de la coalición al Parlamento Foral en las elecciones de la próxima primavera. Cierto es que ya es hora de tener un candidato definido y que no es cuestión menor acertar en su designación. Pero son tantos los elementos de indefinición y confusión que gravitan en este momento sobre nuestro futuro que parece mucho más urgente un consenso sobre los contenidos, el discurso político, la integridad, la composición y el modelo organizativo de NaBai que hablar de candidatos.

No me parece necesario enfatizar mucho el reconocimiento de la valía de Zabaleta, figura referencial de la política navarra y vasca, que ha acreditado en su trayectoria militante no sólo aportaciones teóricas sino un protagonismo central en el acceso a puntos de inflexión de calado. Pero la idoneidad de un candidato hay que evaluarla en primer lugar por sus proyectos. Y por si hubiese alguna duda Patxi ha marcado tendencia de forma clara en dos entrevistas muy recientes. Una tendencia muy distanciada de lo que muchísimos nabaizales piensan sobre la función y el futuro de NaBai.

Ha insistido en que NaBai es un elemento de unidad táctica. Para quienes la concebimos como un movimiento plural fruto de tradiciones políticas convergentes, de caracter estratégico -como el mismo Patxi la describía en un artículo de 2008 poco después de las últimas elecciones generales-, no sería muy alentador confiar Nafarroa Bai a quien anuncia una caducidad más o menos próxima. Porque desde una perspectiva básicamente navarra, NaBai es una opción estratégica, no por capricho, sino por imperativo de las circunstancias políticas de la Navarra de hoy.

Tras descartar Txentxo Jiménez a primeros de agosto la posibilidad de concurrir el próximo año junto con Batasuna, Zabaleta le enmendó la plana al día siguiente, reabriendo la posibilidad de un encuentro en un frente soberanista en el que algunos sectores de Aralar y EA -ni mucho menos la mayoría en ninguno de los dos casos- se sentirían cómodos, pero que no tendría otros efectos políticos que la disminución de la representación global del vasquismo en la cámara y un bloqueo insalvable en la política de alianzas.

El desencuentro es también evidente en la caracterización que Patxi hace una y otra vez de NaBai como "única y exclusivamente coalición de partidos". NaBai es, efectivamente, una coalición de partidos, pero es mucho más que una suma de partidos. No sólo por la presencia importante de gentes identificadas con el proyecto fundacional que sin ningún interés por adscibirse a ninguno de los partidos coaligados demandan la apertura de la afiliación para asumir obligaciones junto al derecho de contribuir a la definición del proyecto. Una lectura correcta de la evolución electoral revela la incorporación al voto NaBai de abstencionistas contumaces y de votantes de otros partidos porque percibieron que la operación rebasaba las barreras partidistas convencionales.

Lo más fácil sería atribuir estas posiciones a fobias anti-Aralar. Fuera de NaBai existen, no cabe duda. Dentro no lo sé, pero desde luego no es mi caso. Porque la articulación de NaBai sería problemática sin Aralar y porque pienso que nuestros posicionamientos y actividad tienen que orientarse decididamente hacia la izquierda. Lo que critico son actitudes. Porque la izquierda transformadora tiene que superar dogmatismos y toda tentación autoritaria, patrimonialista y excluyente. La historia ya nos ofrece suficientes elementos de juicio para comprender adónde conducen.

Ya sé que la propuesta de Aralar va dirigida sólo a los partidos socios, y no a todos. Pero yo, como nabaizale, reclamo mi derecho para expresar con claridad mi opinión: Este candidato no hace consenso. El siguiente, por favor.
Praxku

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