“Tenemos que comenzar a pensar en un nuevo contrato social a escala planetaria, y también dentro de cada país”, aseguró a IPS en una entrevista el Premio Nobel de la Paz 1980, el argentino Adolfo Pérez Esquivel. A sus 78 años, Pérez Esquivel se mantiene muy activo en defensa de los derechos humanos y la educación para la paz. Actualmente, es uno de los promotores de la creación de la Corte Penal Internacional para el Medio Ambiente, bajo el principio de que los desastres ecológicos son un crimen para la humanidad.
Para ello se requiere modificar el Estatuto de Roma, que en 1998 dio vida a la Corte Penal Internacional, en vigor desde 2002.
En uno de sus frecuentes viajes a esta ciudad del noreste de España, Pérez Esquivel dialogó con IPS sobre la situación de América Latina y los avances a una cultura de paz en el mundo.
IPS: Desde el fin de las dictaduras militares en América Latina, ¿cómo evolucionó la región?
ADOLFO PÉREZ ESQUIVEL: Después de las dictaduras impuestas por la política de Estados Unidos, se producen hechos importantes que hacen que América Latina cambie a democracias condicionadas o restringidas.
Es un proceso rápido, vinculado a la Guerra de las Malvinas (de 1982 entre Argentina y Gran Bretaña).
La confrontación antes era Este-Oeste, entre Estados Unidos y la antigua Unión Soviética. Con la Guerra de las Malvinas, el problema pasa a ser Norte-Sur. Prontamente Estados Unidos se da cuenta que es necesario promover democracias. Pero la política neoliberal, las privatizaciones, la apropiación de los recursos naturales y no naturales continúa.
IPS: ¿América Latina sigue siendo importante para Washington?
APE: Pese a que ha tenido que centrarse en las guerras de Afganistán e Iraq, Estados Unidos nunca deja de estar atenta a América Latina. En cuanto algún país se desvía de esa hegemonía, comienza a tener conflictos, como les sucede a Venezuela, Bolivia, Ecuador o Argentina.
Cuando (el depuesto presidente) Manuel Zelaya, de Honduras, comenzó a tener otra visión de la situación de su país, le dieron un golpe de Estado legalizado por el parlamento y el Poder Judicial. Es una experiencia piloto para aplicar en otros países, como Paraguay, por ejemplo, que pasa por algo semejante.
IPS: ¿Hay entonces un reposicionamiento de Estados Unidos con la región?
APE: Están creando una ‘pinza’ militar en el continente: El Plan Puebla-Panamá, para América Central y el Caribe; el Plan Colombia, con siete bases militares bajo el pretexto de combatir el narcotráfico y el terrorismo, la Triple Frontera (Argentina, Brasil y Paraguay), y, en las Islas Malvinas, una base militar con Gran Bretaña. Adicionalmente, empresas transnacionales buscan los recursos que faltan en los países centrales.
Pero, a pesar de todo, emergen fuerzas sociales, culturales y políticas fuertes. El gobierno de Bolivia, por ejemplo, está recuperando las empresas nacionales y los recursos naturales que estaban privatizados.
Son pasos importantes, como convertirse en un Estado plurinacional, con reconocimiento de pueblos indígenas, o medidas para superar el analfabetismo y los problemas de salud. Igual está sucediendo en Venezuela.
IPS: Pero hay críticas a esos gobiernos. ¿Cuál es su percepción?
APE: No hay democracias perfectas, lo que hay son democracias perfectibles, que pueden mejorar. Por ejemplo, en Venezuela hay una democracia distinta a la aparente democracia de Colombia, donde hay represión, control de grupos paramilitares, intervención de las Fuerzas Armadas, cuatro millones de desplazados internos y cinco millones de exiliados.
Los colombianos votan, pero lo que garantiza una democracia no es el voto, es la participación del pueblo. Con todas las dificultades y errores, países de América Latina dieron pasos cualitativos en la construcción de democracias participativas. Son espacios a construir.
IPS: ¿Con el presidente estadounidense, Barak Obama, cambiaron algo las cosas?
APE: No, Obama llegó al gobierno, pero no al poder. Él se comprometió a terminar con la guerra de Iraq y la intensificó, también la de Afganistán. No cuenta con condiciones de gobernabilidad como los presidentes de Bolivia, Venezuela y Ecuador. Sus gobiernos están unidos a través de Mercosur, Unasur o del Banco del Sur. Es la única forma de enfrentar los grandes poderes internacionales.
IPS: ¿Esa unión puede impedir el golpe de Estado en Paraguay que mencionó?
APE: Claro. La presidenta de Argentina (Cristina Fernández) hizo algo interesante. El 25 de mayo, fiesta patria y del Bicentenario, recibió a Manuel Zelaya con honores de presidente en ejercicio.
Esto incomoda a Estados Unidos, que pierde hegemonía. América Latina tiene que fortalecer su unidad, porque guarda grandes recursos naturales, y la próxima guerra va a ser por agua, recursos energéticos y alimentos. La única manera de fortalecerse son las alianzas económicas, culturales y políticas.
IPS: Citó a fuerzas sociales latinoamericanas emergentes, ¿cuáles son?
APE: Una es el movimiento de mujeres. La mujer es protagonista en toda la región, desde los pueblos indígenas a las esferas científicas, tecnológicas y del pensamiento.
Otro movimiento importante es el de los indígenas, que comenzaron a recuperar su identidad, su cultura, su espiritualidad, y a organizarse. Y la tercera son los movimientos sociales, que están generando una nueva forma de hacer política y construyendo una democracia participativa.
Esto conduce a algo en lo que vengo insistiendo: tenemos que comenzar a pensar en un nuevo contrato social a escala planetaria, y también dentro de cada país. Cuando la Real Academia Española realizó un encuentro de la lengua, nosotros hicimos un Congreso de las Lenguas, porque no somos un país mono-lingüístico y tenemos que respetar esa diversidad.
Cuando hablo de un nuevo contrato social también me refiero a esto, porque la dominación no comienza por lo económico, sino por lo cultural.
IPS: ¿Hay avances en la campaña para instituir la Corte Penal Internacional para el Medio Ambiente?
APE: Entre las cosas que hago, presido la Academia de las Ciencias del Ambiente de Venecia, integrada por 120 científicos, donde trabajamos sobre los grandes problemas ambientales. En los derechos humanos se ven los daños a las personas, pero no a los pueblos.
En 1976, la Liga Internacional por los Derechos y la Liberación de los Pueblos proclamó la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos. Y creo que hay que trabajar en el daño a los pueblos indígenas, a poblaciones enteras, por la contaminación del agua y del ambiente.
En 2001, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) divulgó un informe que decía que cada día mueren en el mundo más de 35.000 niños por hambre. Yo le llamo a eso terrorismo económico.
Estamos proponiendo una reforma del Estatuto de Roma. Al mismo tiempo, es necesario lanzar una campaña internacional para que los pueblos presionen. La resistencia para que los gobiernos hagan cambios debe provenir de las bases.(FIN/2010)
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