La Aste Nagusia donostiarra de este año presenta una significativa novedad: por primera vez, las corridas de toros no se celebran dentro del programa festivo. Un paso pequeño pero de gran significado, una decisión portadora de esperanza para todos aquellos que trabajan por unas fiestas que no transmitan valores basados en el sufrimiento de nadie, donde la barbarie y la tortura para el entretenimiento no tengan cabida. Donostia fue ayer escenario, como los últimos quince años, de una importante movilización ciudadana abolicionista. Hicieron un llamamiento para que el próximo año haya una declaración oficial de ciudad antitaurina y, para ello, plantearon una vía escrupulosamente democrática, sensata y de sentido común: preguntar a los y las donostiarras, y respetar y hacer respetar su voluntad.
Esta iniciativa ciudadana llega justo después de que el Gobierno español haya reconocido a las corridas de toros como disciplina artística y producto cultural. Y, consecuentemente, haya asignado al Ministerio de Cultura la responsabilidad de protegerlas y desarrollarlas. Un sinsentido que retrotrae la cultura a la Edad Media. Sólo defendible desde una visión que encuentra en las corridas el símbolo de la «marca España», que las defiende como patrimonio cultural que da forma a la identidad nacional española. Una razón de más, a sumar a las ya de por sí poderosas razones culturales y de derechos de los animales, para hacer que la propuesta de la plataforma Donostia Antitaurina Orain! vaya madurando, ganando en amplitud e impacto y pueda materializarse.
El escaparate de Donostia como capital cultural europea ofrece nuevas oportunidades a este debate. No puede ni debe permitirse que el sufrimiento animal sea compatible con el mensaje que se quiere transmitir, en definitiva, que la cultura se equipare con un acto de tortura. Por otra parte, las corridas no subsistirían en Donostia si no fueran subsidiadas con dinero público, si empresarios como los hermanos Chopera, que hacen uso de Illunbe, no hubieran recibido 21 millones de euros para hacer frente a sus deudas. Cortar ese grifo se antoja también necesario para que las corridas de toros no puedan ser salvadas de la espada de la abolición.
Editorial de GARA
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