El 26 de agosto de 1936, un total de 25 vecinos de Buñuel murieron fusilados después de que un grupo de más de 40 habitantes de la misma localidad fueran a buscarles casa por casa. El viernes, cuando se cumplían 75 años de estos hechos, más de 200 personas recorrieron el mismo trayecto que el camión al que subieron a los que después fusilarían.
El recorrido comenzó en la rotonda de entrada a Buñuel llegando desde Tutera. En ese punto, en el que actualmente hay un concesionario de Citroën, fueron apresados los dos primeros buñueleros en agosto de 1936: Julián Fernández y Laureano Otamendi, que vivían en esa zona, en unas casas que ya no existen.
En ese punto se cantó por primera vez una versión en castellano de «Va, pensiero», el canto de los esclavos del tercer acto de la ópera «Nabucco» de Giuseppe Verdi, una composición que se repitió en cada una de las paradas que realizó el cortejo por las calles de Buñuel en las casas de las que fueron sacados los fusilados. En cada uno de ellas, el improvisado coro iba conjuntándose más y más.
En cada punto, Pedro José Francés, uno de los organizadores del acto del viernes y autor de una obra sobre la represión fascista en Buñuel, explicaba qué sucedió hace 75 años.
Se trata de historias trágicas, como la del chaval de diez años que levantó el brazo y al que los franquistas iban a fusilar. Ante las protestas de su hermano mayor, destacando que no era más que un crío, los fascistas optaron por cambiar de objetivo y matarle a él.
Uno de los momentos más emotivos del recorrido se vivió junto al Ayuntamiento, donde se produjo el encuentro entre las hijas de dos de los fusilados hace 75 años. «Sí, sí, todo ocurrió como os lo están contando», destacaron, emocionadas al constatar que tantos años después podía celebrarse en Buñuel un acto de recuerdo a los fusilados en 1936.
Este punto fue uno de los más trágicos, ya que fue donde más fusilados subieron al camión. El actual ayuntamiento fue construido por las autoridades republicanas, con un coste de 32.000 pesetas de la época. El edificio se conocía también como «El Carasol», no por razones de simbología fascista, sino porque el sol lo ilumina por la mañana y por la tarde. Asimismo, era el punto de encuentro al que los buñueleros acudían en busca de trabajo.
Repetir el trayecto de la muerte que los franquistas realizaron une la Nafarroa de 1936 con la de 2011, mediante coincidencias trágicas. La casa de la que se llevaron a Pablo García, por ejemplo, es actualmente la sede local de UPN, partido que gobierna el Ayuntamiento de Buñuel y una de las formaciones que con más fuerza se ha posicionado en contra de los actos en defensa de la memoria histórica.
El camión de los fascistas que recorrió Buñuel para recoger a quienes posteriormente fusilarían tardó menos de 40 minutos en acabar su trayecto. El viernes, los asistentes al acto de recuerdo necesitaron dos horas a buen paso, saltándose algunas de las paradas que estaban previstas debido a la premura de tiempo.
El itinerario concluyó, ya con la noche encima, en el cementerio, situado en la carretera que lleva a Cortes, al otro extremo de Buñuel y en cuyos muros todavía persisten los orificios de las balas que segaron la vida de seis vecinos de la localidad. Los franquistas recogieron a tantas personas en su macabro recorrido que no cabían en la camioneta que tenían preparada. Por ello, mataron a seis en ese lugar, según relataron mujeres que decidieron romper con el muro de silencio hace 30 años, 45 después de la matanza.
Al resto los maniataron en dos cordadas y los mataron en Magallón y Frescano, dos localidades de la vecina comarca aragonesa de Campo de Borcha. Tres tuvieron más suerte y pudieron escapar, escondiéndose en los campos o en la Bardena.
Once de los cuerpos de los buñueleros que fueron fusilados hace 75 años siguen sin ser localizados y recuperados por sus familiares.
«Casi todos estos hombres salieron de sus casas a la muerte creyendo que con sus vidas salvaban las de sus mujeres y de sus hijos. Por ello no habían salido antes del pueblo cuando se inició el alzamiento en armas de los militares, la Guardia Civil y los falangistas, animados por la Iglesia católica. Para esa noche, ya se habían cometido más de veinte crímenes», explicó Francés, que agradeció a los asistentes, muchos de ellos llegados de fuera de Buñuel, y se felicitó por el hecho de que se hubiera podido celebrar el acto de recuerdo.
«Lo sucedido en la noche del 26 de agosto de 1936 es algo que la gran mayoría de los vecinos de Buñuel desconocía. Tenemos el propósito de que año tras año se recuerde lo que pasó porque es necesario para la salud de una población que su historia se conozca y más si su historia contiene hechos tan espeluznantes como el que recordamos. Se trata del día más trágico de la historia del pueblo, pero ahora dicen las instituciones democráticas que no pasó nada», añadió Francés.
Martxelo Díaz (Ahaztuak)
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