Por de pronto, el método seguido por NaBai para afrontar las elecciones de 2011 ha sido claramente negativo. Lo que debiera haber sido una discusión sencilla y con un claro desenlace -tomar los acuerdos anteriores y corregirlos o enmendarlos conjuntamente entre los cinco socios- se ha convertido por empeño de Aralar en una vía sin sentido y con un resultado final que deja fuera a los otros tres socios: el acuerdo Aralar-EA.
Frente a este chandrío bilateral, Batzarre, PNV e independientes hemos planteado la necesidad de un debate multilateral en NaBai en el que se discutan las bases organizativas y, más en concreto, que se retire el derecho de veto que se reservan Aralar y EA, así como la vuelta a la paridad de todos los partidos en los órganos de la coalición como ha funcionado durante estos ocho años. En estos temas, Aralar está radicalmente en contra de discutir la parte organizativa si no hay un acuerdo previo político-programático y sostiene de nuevo las posiciones más cerradas. De manera que estamos a la espera de lo que dé de sí el nuevo período abierto con las reuniones multilaterales o entre aquellas fuerzas que deseen establecer acuerdos. El nuevo problema añadido puede venir del alcance que adquiera la confluencia de EA con la izquierda abertzale y que puede noquear cualquier opción de continuidad.
Otro dato importante es lo referido a los independientes. Se conoce su orientación: nítidamente a favor de la continuidad de NaBai, pero desconocemos la influencia que puede ejercer este movimiento.
Para completar el cuadro, no podemos ignorar otros dos datos del contexto. Por un lado, que la izquierda abertzale está lanzando una ofensiva sobre NaBai y de momento lleva la iniciativa mediante las plataformas soberanistas e independentistas, su alianza con EA y maniobras de despiste con Aralar. Todo esto con un amago de que ETA lo deja, lo cual si se confirmara de verdad es obvio que produciría un tsunami en las izquierdas abertzales y en los restos de algunas izquierdas radicales.
Por otro lado, el reordenamiento del nacionalismo vasco pendiente de la decisión final de ETA, cosa que es muy clara en la CAV, pero no tanto en Navarra. En la CAV se perfilan un polo en torno al PNV (con Hamaikabat) y otro en torno a Batasuna con la integración de EA y con la más que dudosa inclusión de Aralar, que quedaría en una posición muy difícil. Mientras que en Navarra se parte de una situación diferente: Batasuna se halla en una posición más débil que en la CAV ante NaBai y el nacionalismo vasco necesita un cambio de rumbo tras décadas de estancamiento y de un aislamiento absurdo que debilita sus posibilidades en las instituciones.
A día de hoy, es evidente que se están debilitando las fortalezas de NaBai: por ejemplo, la unidad. El acuerdo EA-Aralar marginando al resto de fuerzas y la apuesta de EA en favor de una alianza muy de fondo con la izquierda abertzale crean fuertes divisiones y desconfianzas. Esto último, además, resulta muy problemático e insólito para NaBai: dicho acuerdo se da entre los dos miembros que están mirando de reojo a la izquierda abertzale y que, si ETA lo deja, acabarán aliados o engullidos por la izquierda abertzale.
En segundo lugar, bajo la iniciativa de Aralar y de EA se está abandonando el espíritu aperturista de la NaBai de 2007. En las bases políticas que han acordado, lejos de darse una adaptación a la realidad navarra, hay un giro hacia las tesis tradicionales de la izquierda abertzale, que ya apadrinaba en bastantes aspectos las bases anteriores. Esto se puede comprobar en varias cuestiones: en la falta de voluntad para incluir a sectores de la izquierda navarrista exteriores al PSN; en el relato sobre ETA, pacificación, normalización, violencia política y víctimas; y con otros matices en el discurso identitario. Y se produce esta rectificación pese a la buena acogida que tuvieron los vientos aperturistas de NaBai en la sociedad Navarra, pese a que ahora asistimos a las enormes dificultades que encuentra el proyecto de la izquierda abertzale y cuando más necesario es salir del aislamiento endogámico para hacer valer su fuerza en todos los ámbitos de la vida política y social de nuestra comunidad.
En las bases políticas acordadas por EA y Aralar hay, además, una ausencia clamorosa de la crisis económica o por lo menos de una defensa de los sectores más damnificados de las clases trabajadoras. Su discurso está anclado en el clima y en el contexto del inicio de esta legislatura (2007) y no tiene en cuenta la nueva situación marcada totalmente por la crisis económica.
Finalmente, Aralar y EA intentan una reorientación organizativa, que les otorgaría capacidad de veto y una mayoría suficiente para decidir a su antojo todos los asuntos y para ejercer un control absoluto. Y para colmo, los independientes desaparecen prácticamente de la escena, se quedan sin ninguna capacidad decisoria y se les asigna un papel meramente decorativo; lo que es un retroceso absoluto con la situación actual.
Cada día que pasa es más evidente la contradicción entre el deseo de Batasuna de participar en las instituciones de una parte y el mantenimiento de ETA que lo impide de facto de la otra. Por ello, no es casual que aparezcan diversas iniciativas dispuestas a servir de movimientos de aterrizaje en la política.
Ya sabemos que el contexto presiona hace ya tiempo a favor de que surjan tales iniciativas: hay una conciencia creciente en el conjunto de la sociedad (incluida la izquierda abertzale) de que la existencia de ETA es una carga pesada e inútil para Batasuna, se sabe que en el seno del MLNV crece el desprestigio de ETA y que la simple existencia de ETA se considera perjudicial para sus intereses; es evidente la existencia de un movimiento de opinión (aunque algo solapado como suele suceder en estos casos) en los medios de comunicación más influyentes de la izquierda abertzale a favor de la desaparición definitiva de ETA... Nada de esto es nuevo, pero sí lo es en todo caso su creciente y acuciante intensidad.
Sin embargo, esta perspectiva de futuro meridianamente clara y perentoria se encuentra por lo menos con un par de problemas fundamentales. Uno es la dificultad de armar una explicación y un discurso coherentes para conseguir una buena reconversión de ETA y de Batasuna en una fuerza puramente política cuando ambas saben, por su parte, que ya es totalmente implanteable, por imposible, su viejo intento de negociar una salida que le reportara unos evidentes beneficios. La otra incógnita es el silencio de ETA, que siembra de dudas e incertidumbres el horizonte y no permite un suelo firme a los diversos análisis y proyectos.
En cualquiera de los casos, la desaparición de ETA o el desmarque de Batasuna con respecto a ETA son requisitos imprescindibles para la legalización de Batasuna y para las diversas alianzas e iniciativas que se proyectan. En la CAV cabe contemplar la hipótesis de una alianza entre la izquierda abertzale y EA, pero parece difícil la inclusión ahí de Aralar dada su falta de empatía y su clara desventaja en la disputa con la izquierda abertzale. En Navarra la situación es distinta, si bien no es descartable una alianza similar, en cuyo caso habría que ver si aguanta la NaBai actual o cómo quedaría NaBai (u otra sigla) si se descolgaran EA o Aralar. Otra hipótesis es que ETA y Batasuna persistan en el statu quo actual, en cuyo caso no habrá legalización, pues nada será posible sin la desaparición de ETA.
De entrada, Batzarre ha de precisar su posición ante los tres posibles escenarios que cabe prever. 1) La NaBai actual con un intento de reajuste más abertzale en su imagen y en su programa y con un intento de control absoluto por parte de Aralar y EA, control que es rechazado frontalmente por independientes, PNV y Batzarre, y cuya retirada Batzarre considera condición imprescindible para continuar debatiendo. 2) Un reordenamiento del nacionalismo-vasco en Navarra, si ETA desaparece, bajo un modelo bipolar: con una plataforma de la izquierda abertzale y quienes deseen acompañarle y con otra plataforma en la que están por concretarse sus componentes, orientación, etcétera, y que seguramente revestiría peculiaridades diferentes de su homóloga en la CAV (PNV más Hamikabat). 3) La convergencia de izquierdas no nacionalistas vascas propuesta por IUN y constituida, según lo han hecho público, por IUN, Batzarre, escindidos del PSN, independientes...
Segundo, nos parece fundamental que Batzarre prosiga con su apuesta a medio plazo. Deseamos construir una cultura de izquierdas diferente de la izquierda abertzale y del conservadurismo de izquierdas. Queremos preservar el carácter dual de Batzarre: su acción social y la actividad política e institucional. Nos planteamos desarrollar nuestra función, actitudes y deseos diferentes del PSOE o de NaBai, que aspiran a representar y gestionar el amplio espectro del centro izquierda con todas las obligaciones y servidumbres que eso conlleva. Pretendemos mantener y desarrollar nuestra singularidad en lo identitario (respeto mutuo y convivencia de identidades); ser una fuerza impulsora de cambios a favor de la igualdad y de la solidaridad; formar parte de las corrientes que apuestan por un estilo y un pensamiento crítico, abierto a las diferentes escuelas; con una acción institucional unida a las partes sociales; independiente de los poderes y de las corrientes dominantes; crítico de las servidumbres y convencionalismos políticos; que da importancia a la acción ideológico-cultural, a la renovación de la acción social, favorable a la desobediencia civil como forma de lucha cuando sea necesaria...
Tercero, creemos que será necesaria una consulta entre los socios y socias de Batzarre con las propuestas concretas que finalmente haya encima de la mesa.
Cuarto, una de nuestras preocupaciones centrales en todo este affaire es mirar hacia los cambios de mentalidad que pueden producirse en el tercer espacio electoral de izquierdas a raíz del cambio de ciclo que puede consumarse con la desaparición de ETA y sobre todo a consecuencia de los efectos de todo tipo que puede acarrear la crisis económica. Quizás algo cambie y todo siga igual. Pero conviene mirar la realidad, pues no hay que descartar transformaciones importantes en este apartado.
Por último, Batzarre mantiene su apuesta por NaBai. Ahora bien, nos parece completamente necesario un golpe de timón claro y rotundo que recupere y desarrolle el espíritu aperturista de 2007, que propicie una adaptación a la Navarra de 2010 (con la crisis económica como sujeto central, alejándose de una parte de los conceptos diseñados en la transición en lo relativo a ETA, adoptando el principio de realidad ante la cuestión identitaria y saliendo del aislamiento actual) y que mantenga el equilibrio interno de la coalición entre la paridad de los cinco socios en los órganos decisorios y la representatividad en las listas electorales… Sin un giro radical en ese sentido el futuro de NaBai es más que incierto.
Josetxo Arbizu, Ioseba Eceolaza y Jesús Urra (en Diario de Noticias)
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