Las medidas nacionalizadoras y recuperación de las riquezas básicas, ejecutadas
en América Latina o África o Asia, siempre han sufrido la ira de los centros
coloniales y las empresas afectadas. Los ejemplos no faltan a la cita. Lázaro
Cardenas, Jacobo Arbenz, Fidel Castro, Omar Torrijos, Velazco Alvarado, Salvador
Allende, Evo Morales, Hugo Chávez, la lista es amplia. Acostumbrados al ordeno y
mando, los arrogantes imperios desconocen el concepto de independencia y
soberanía. Son reticentes al trato de igualdad. El paternalismo anclado en
posiciones de fuerza articula el discurso de la soberbia imperial. Revelarse
contra la autoridad paterna y el orden establecido debe merecer un castigo
ejemplar. Bloqueos, procesos desestabilizadores, estrangulamiento económico,
magnicidios o Golpes de Estado. En estos días, la expropiación de una empresa
privada, Repsol YPF, cuyos intereses sólo representan a sus accionistas y cuyo
objetivo es obtener beneficios a costa de cualquier consideración ética,
jurídica, moral y medio ambiental, despierta la ira de los centros de poder
hegemónicos, sus instituciones y principales dirigentes políticos.
Argentina, su presidenta y su pueblo están siendo sometidos a un ataque sin
cuartel por parte de las autoridades españolas, dirigentes europeos, gobiernos
cipayos latinoamericanos, centros de estudio y medios de comunicación social
donde Repsol posee acciones y controla voluntades. Estados Unidos, el FMI, la
Unión Europea y lo impensable, la voz del principal sindicato considerado de
izquierdas en España, Comisiones Obreras se suma al carro imperialista. El
comunicado de Comisiones Obreras no tiene desperdicio, se adhiere a las críticas
de los partidos políticos y reivindica su desacuerdo y rechazo al gobierno
argentino por una "... medida que causará graves perjuicios a los accionistas,
sobre todo a los pequeños, a los trabajadores y a la economía española..." Un
sindicato que dice representar a los trabajadores se alía con una empresa
causante de asesinatos, secuestro y desaparición de dirigentes sindicales en
Colombia y otros países de la región, han perdido la vergüenza. En un excelente
informe redactado en 2006, por Pedro Ramiro, y otros, editado como libro:
La energía que apaga Colombia. Los impactos de las inversiones de Repsol y Unión
Fenosa, sus autores relatan la puesta en práctica de la denominada
'Operación Heroica' desarrollada por las fuerzas armadas y los grupos
paramilitares, en la región de Arauca, para limpiar la zona y facilitar la
instalación de Repsol.En dicha operación, se realizaron "2500 detenciones de
personas, acusando a 30 dirigentes de organizaciones ecologistas y medio
ambientales de rebelión y terrorismo". Llevada a cabo entre el 1 de enero y el
14 de noviembre de 2003, su implantación supuso un extraño incremento en el
departamento de Arauca de "más del 74% de los homicidios y privaciones de
libertad ocurridos contra sindicalistas en toda Colombia". La instalación de
Repsol, trajo consigo el desplazamiento y expropiación de las tierras comunales
de la etnia u'wa, los dueños reales de las tierras. Pero da igual que da los
mismo. Comisiones Obreras apoya a Repsol. Menos sorprendentes son las palabras
de José Manuel Soria, ministro de Industria cuando amenaza: "El gobierno de
España defenderá los intereses de Repsol y de cualquier otra empresa española
que esté operando en el resto del mundo". palabras que tienen eco en Soraya
Sáenz de Santamaría a la sazón vicepresidenta del gobierno, quien corrobora a su
colega: "La obligación de España es defender, con todos los instrumentos a su
alcance, los intereses generales de España", sobre todo cuando Repsol les ha
financiado electoralmente. Asimismo, el PSOE no ha querido faltar a la bacanal
colonialista, y paga favores a Repsol, diciendo que: "el gobierno español sabe
que puede contar con nosotros y confiamos en que finalmente esto se pueda
arreglar y dar marcha atrás a una decisión muy perjudicial". El cuadro se
ataques se completa con la miserable actuación de los partidos minoritarios y
nacionalistas quienes tildan la medida de anacrónica. Como síntesis la
declaración emitida por Unión Progreso y Democracia, que : "...insta al gobierno
argentino a mantener una línea de coherencia en la aplicación de la necesaria
seguridad jurídica de las empresas inversoras extranjeras que operan en el
país..., UPyD quiere advertir sobre una posible extensión de expropiaciones
encabezadas por Hugo Chávez en otros gobiernos de América Latina, que pueden
poner en peligro los actuales niveles de inversión extranjera, estrangulando las
posibilidades de desarrollo económico que hoy por hoy benefician las cuentas de
los países receptores de dicha inversión....y "exige responsabilidad jurídica
para las inversiones de REPSOL." ¿Entenderá UPyD por responsabilidad jurídica
aquellas que hacen la vista gorda al asesinato de dirigentes sindicales, el
traslado forzoso y el etnocidio de comunidades y pueblos originarios, así como
la impunidad en la degradación medio-ambiental donde está presente?
Pareciera ser que Repsol es una empresa modélica, comprometida con la
protección del medio ambiente, respetuosa de las comunidades indígenas y una
líder en la aplicación de tecnologías no contaminantes y un presidente Antonio
Brufau, en la indigencia, cuyo sueldo en 2011, superó los siete millones de
euros netos. Motivo por el cual, no tiene empacho en decir que la expropiación
"solo es una forma de tapar la crisis social y económica que está enfrentando
Argentina".
Sin embargo, un informe del Observatorio de las Multinacionales españolas en
América Latina (OMAL) apunta lo contrario. Repsol actúa activamente en la
pérdida de la diversidad, está presente en 17 parques nacionales en Bolivia,
Ecuador y argentina. Sus emisiones directas ascienden a 30 millones de toneladas
de CO2 equivalente, ello sin tomar en consideración aquellas producto de la
quema de combustibles fósiles que producen más de 1.000 millones de toneladas de
CO2 equivalente al año.
Pero en esta campaña desestabilizadora no podemos dejar de mencionar la
actuación de los gobiernos cipayos de América latina. Las palabras de Juan
Manuel Santos, Presidente de Colombia quien, para mostrar su simpatía con Repsol
señala que: "aquí, por Colombia, no expropiamos...queremos que ustedes sientan
que hay reglas estables de juego, aquí novamos a expropiar sean bienvenidos,
ustedes son nuestros socios. Si a ustedes les va bien, a nosotros nos va bien",
y qué decir de Felipe Calderón cuando critica a la presidenta de Argentina y
califica la medida de "lamentable...y que no le va hacer bien a nadie", o del
ministro de economía de Ollanta Humala, Miguel Castilla, adjetivando la
nacionalización de "política errónea e insana". Sebastián Piñera, presidente de
Chile, tampoco pierde comba y muestra "su preocupación por tal medida". Todos
ellos han olvidado que sus países son lo que son, en gran medida, por la
nacionalización del petróleo y del cobre. Por suerte, otro grupo de presidentes
y países, la mayoría, como Venezuela, Ecuador, Cuba, Paraguay, Bolivia, Brasil o
Uruguay, han levantado la bandera de la dignidad, apoyando a la República
Argentina. Basten las palabras de José Mujica, presidente de Uruguay, quien
subrayó que "tal medida se fundó en un viejo error, el de privatizar la petrolera
estatal en la década de los noventa "...y si lo arreglan o no lo arreglan es un
problema del pueblo argentino" . No hay mas caminos o soberanía nacional o
claudicación vergonzante.
Marcos Roitman, en La Jornada, prensa mexicana
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