Como en otros lares, también entre nosotros las casas religiosas (llámense conventos, monasterios o residencias) han conocido historias y avatares muy diversos, y son herencia de un pasado más o menos largo. El convento franciscano de Olite presenta una de esas historias de larga duración, en que se han sucedido formas de vida muy tradicionales e iniciativas novedosas.
Quien contemple el convento de Olite desde el castillo de los Reyes de Navarra enseguida percibirá que la construcción que tiene delante no es de hace muchos siglos. No contiene románico, ni gótico. Sin embargo, la primera hermandad que vivió en Olite lo hizo en 1243, época en la que superado el románico se estaba desarrollando el gótico.
El convento de Olite, en el umbral de
No sólo influyeron las circunstancias exteriores al convento. Las decisiones internas de la orden también condicionaron la vida de la comunidad, que estaba bajo el mando de provincias religiosas exteriores a Navarra. De la de Aragón al principio, y de la de Burgos después. Las políticas religiosas de
El último florecimiento anterior a la exclaustración estuvo unido a una reestructuración interna, cuando en 1745 pasó de ser un convento corriente a ser colegio de misioneros, con todo lo que eso conllevaba: una forma de vida más estricta, la formación reglada de los predicacores, y un trabajo especializado en el trabajo pastoral. 18 frailes convivían en la renovada comunidad. Bajo el nuevo reglamento, el convento de Olite continuó estando bajo la provincia de Burgos.
A los pocos años se produjo la segunda decisión trascendental: la construcción del nuevo edificio. El viejo estaba muy estropeado y se pensó que más conveniente que reconstruirlo era derribarlo y hacer uno nuevo. El amplio edificio de la actualidad, terminado ya en el siglo XX, se edificó tras aquellos trabajos.
Tras las graves vicisitudes de casi un siglo (1794-1880), el convento fue adjudicado a la renovada provincia de Arantzazu, entonces denominada provincia de Cantabria, y fueron sus frailes los que formaron la comunidad religiosa, lo que tuvo notorias consecuencias.
Era una época ascendente de la circunscripción de Arantzazu, tanto en Euskal Herria como en toda
Por la numerosa comunidad de frailes que albergaba y por esas funciones que cumplía dentro de la provincia religiosa, el convento de Olite, fue, junto a los de Arantzazu y Zarautz, de las más habituales de los franciscanos. Allí se insataló el primer Colegio de Teología de
Lógicamente, el número de componentes de la comunidad ha ido variando, sobre todo en función de la cantidad de estudiantes de Filosofía y Teología. En 1881 había 22 frailes, pero después de
En esta Casa de
Si bien los misioneros, confesores y predicadores han andado sobre todo en
Entre 1883-1960
Después del Concilio y una vez divididos los curas diocesanos, los servicios eclesiásticos de Olite y de varios pueblos del contorno se han ofrecido desde este convento franciscano, bien como párroco o bien como cura ayudante.
Joseba Intxausti (tfno. 610273580) en la revista Arantzazu
(traducido del euskera por Gerinda Bai)
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