viernes, 7 de enero de 2011

LA HISTORIA DEL CONVENTO FRANCISCANO DE OLITE

Como en otros lares, también entre nosotros las casas religiosas (llámense conventos, monasterios o residencias) han conocido historias y avatares muy diversos, y son herencia de un pasado más o menos largo. El convento franciscano de Olite presenta una de esas historias de larga duración, en que se han sucedido formas de vida muy tradicionales e iniciativas novedosas.

Quien contemple el convento de Olite desde el castillo de los Reyes de Navarra enseguida percibirá que la construcción que tiene delante no es de hace muchos siglos. No contiene románico, ni gótico. Sin embargo, la primera hermandad que vivió en Olite lo hizo en 1243, época en la que superado el románico se estaba desarrollando el gótico.

El convento de Olite, en el umbral de la Ribera, es uno de los grandes conventos de Navarra. Muy temprano en su surgimiento, mandó sobre todo hacia el Sur sus frailes predicadores y mendicantes. Desde el siglo XIII hasta ahora ha tenido continuidad, no sin conocer guerras y desgracias. Incluso en los años de la exclaustración forzosa vivieron allí los venerables frailes ancianos y enfermos.

La Reina Juana II reconstruyó en 1345 el primer edificio, acercándolo al Palacio Real. Los castigos y medidas coercitivas que siguieron a la conquista de Navarra en 1512 afectaron directamente al convento durante el siglo XVI, aun cuando no fue del todo destruido por orden de Cisneros. Unas décadas después, en 1585, quedaba una pequeña comunidad de 12 frailes.

No sólo influyeron las circunstancias exteriores al convento. Las decisiones internas de la orden también condicionaron la vida de la comunidad, que estaba bajo el mando de provincias religiosas exteriores a Navarra. De la de Aragón al principio, y de la de Burgos después. Las políticas religiosas de la Corona tuvieron una incidencia directa en todos estos avatares.

El último florecimiento anterior a la exclaustración estuvo unido a una reestructuración interna, cuando en 1745 pasó de ser un convento corriente a ser colegio de misioneros, con todo lo que eso conllevaba: una forma de vida más estricta, la formación reglada de los predicacores, y un trabajo especializado en el trabajo pastoral. 18 frailes convivían en la renovada comunidad. Bajo el nuevo reglamento, el convento de Olite continuó estando bajo la provincia de Burgos.

A los pocos años se produjo la segunda decisión trascendental: la construcción del nuevo edificio. El viejo estaba muy estropeado y se pensó que más conveniente que reconstruirlo era derribarlo y hacer uno nuevo. El amplio edificio de la actualidad, terminado ya en el siglo XX, se edificó tras aquellos trabajos.

Tras las graves vicisitudes de casi un siglo (1794-1880), el convento fue adjudicado a la renovada provincia de Arantzazu, entonces denominada provincia de Cantabria, y fueron sus frailes los que formaron la comunidad religiosa, lo que tuvo notorias consecuencias.

Era una época ascendente de la circunscripción de Arantzazu, tanto en Euskal Herria como en toda la Península. De esta manera, la larga historia del convento franciscano de Olite influyó para que a partir de entonces, cumpliese, además de sus propias funciones, otras generales de toda la provincia de Arantzazu.

Por la numerosa comunidad de frailes que albergaba y por esas funciones que cumplía dentro de la provincia religiosa, el convento de Olite, fue, junto a los de Arantzazu y Zarautz, de las más habituales de los franciscanos. Allí se insataló el primer Colegio de Teología de la Provincia (1884-1928) y después el de Filosofía (1928-1976), y durante todo ese largo período entre 1884 y 1976 ha sido el único convento que ha dado la oportunidad de conocer Navarra a todos los seminaristas jóvenes de la Provincia de Arantzazu.

Lógicamente, el número de componentes de la comunidad ha ido variando, sobre todo en función de la cantidad de estudiantes de Filosofía y Teología. En 1881 había 22 frailes, pero después de la Guerra Civil, esa cifra subió mucho, hasta los 111 que tuvo en 1963. Desde que en 1976 dejaron los estudiantes el Colegio, el convento de Olite ha derivado en el tamaño de su comunidad a las cifras normales en otros conventos, y ahora son siete los frailes que viven en él.

En esta Casa de la Ribera los quehaceres de los frailes han sido diversos: a) encargarse de la educación de los novicios jóvenes, b) misiones celebradas en pueblos navarros, c) los habituales sermones de los pueblos del entorno, d) la Orden Tercera franciscana de Navarra, e) varias iniciativas de orden social y cultural.

Si bien los misioneros, confesores y predicadores han andado sobre todo en la Ribera, también han andado por la Navarra Media y por la Montaña, acorde con las capacidades de los frailes euskaldunes, sin olvidar el modo de vida sacramental ni los oficios de la iglesia de la Casa.

Entre 1883-1960 la Orden Tercera de Navarra vivió un resurgir muy notable; tanto los franciscanos como los capuchinos, hicieron verdaderos esfuerzos en los conventos y en las parroquias, para que los cristianos se unieran a esas congregaciones franciscanas. Por ejemplo, desde las congregaciones gestionadas desde la Ribera, durante 1884-1893, hubo 681 personas que ingresaron voluntariamente en la Orden Tercera, respondiendo a la llamada de León XIII. Por desgracia, las Congregaciones Terceras surgidas en los alrededores, no recibieron visitas desde los conventos con asiduidad delimitada, ni tampoco la educación permanente que de ello debería haberse derivado. En 1966 el convento de la Ribera contaba con 1.210 Terciarios bajo sus auspicios, diseminados en 102 congregaciones.

Después del Concilio y una vez divididos los curas diocesanos, los servicios eclesiásticos de Olite y de varios pueblos del contorno se han ofrecido desde este convento franciscano, bien como párroco o bien como cura ayudante.

Joseba Intxausti (tfno. 610273580) en la revista Arantzazu

(traducido del euskera por Gerinda Bai)

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