Son variadas y jugosas las perlas que últimamente nos ha ofrecido Urizar. Jugosas, sobre todo para Batasuna y UPN, claro está, que llevan ya un tiempo haciendo palmas con las orejas y sonriendo cada mañana al ver los titulares de la prensa foral.
Hace pocos días se nos informaba del veto de EA a Uxue Barkos para el Ayuntamiento de Pamplona. Es a EA a quien corresponde, efectivamente, la designación del cabeza de lista de NaBai para el Ayuntamiento de la capital navarra, del mismo modo que era a Aralar a quien le tocaba elegir al cabeza de lista para el Parlamento foral. Siendo así, es legítimo que EA decida, pero lo que ya no se puede aceptar es que el perfil del candidato se fije no teniendo en cuenta la realidad de Pamplona ni los intereses de los pamplonicas ni la línea política de NaBai, sino en virtud de un acuerdo suscrito entre uno de los integrantes de la coalición (EA) y Batasuna. Es lamentable, en definitiva, que sea la opinión favorable a Batasuna lo que vaya a determinar quién sea el candidato y que se haga contra la opinión mayoritaria de los militantes de la propia EA de Pamplona y de Navarra.
Es evidente que hoy en día el aparato de un partido puede tomar decisiones que van contra la opinión mayoritaria de sus militantes. Esto es algo que debería hacer reflexionar a los líderes políticos, aunque mi optimismo no es tan grande como para creer que un político vaya a soltar el control del sistema que le da de comer.
Hoy podíamos leer en la prensa unas declaraciones en las que Urizar, otra vez él, daba muestras de no conocer ni comprender Navarra. En su opinión, el objetivo principal de NaBai no es otro que sacar a la derecha navarra del Gobierno y para ello es necesario conformar un “ente lo más plural posible”, en el que tiene cabida todo aquel que quiera cumplir “las mismas condiciones que el resto”.
De las palabras de Urizar se desprende, negro sobre blanco, que para él NaBai es una herramienta puramente táctica, construida en negativo, es decir, “para que la derecha no gobierne”. Urizar no ha entendido nada, no ya de lo que podría ser, sino de lo que ya es NaBai. Nafarroa Bai no se creó en negativo, para evitar que otros gobiernen, sino en positivo, para conseguir que la otra voz de Navarra pueda ser escuchada y tenida en cuenta. El cambio de gobierno será en todo caso la consecuencia del éxito de NaBai, no su razón de ser.
Pero, lo que es más importante, a mi modo de ver, es que NaBai se ha convertido en cierta medida en un símbolo y, como tal, se ha ido llenando de significados con el paso del tiempo. NaBai simboliza y representa a esa otra Navarra posible más allá de un discurso caduco y viejo que hace que hasta las prioridades en la red de carreteras se marquen desde el alejamiento de “lo vasco”. El respeto a esos nabarros, con b, es lo que ha hecho de NaBai un proyecto apoyado incluso por algunos navarros, con v, cansados de una Navarra oficial anquilosada y carente de propuestas de futuro. Pero, además, el respeto a esos nabarros, con b, sigue siendo una asignatura pendiente tanto para los vascos, con v y c, como para algunos baskos, con b y k. NaBai también simboliza una manera navarra de entender lo navarro y de decidir sobre lo navarro, desde el abertzalismo y desde el vasquismo. Ahí radica la pluralidad de NaBai, no en incorporar a la coalición a alguien que siga empeñado en decirnos lo que somos y que crea que el problema radica en que no nos hayamos dado cuenta de ello.
Abarria, en Erreniega
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