sábado, 8 de enero de 2011

"LA ISLA. ARCHIVOS DE UNA TRAGEDIA", UNA PELÍCULA SOBRE EL TERRORISMO DE ESTADO EN GUATEMALA

H@ritu: ¿por qué el título “La Isla”?

Alfonso Porres: en 2005, tras la explosión del polvorín de la Brigada Mariscal Zavala en la ciudad de Guatemala, los vecinos de complejo de la actual academia de policía alertaron a la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH) sobre la posibilidad de que en el edificio cercano que veían abandonado se almacenaran explosivos. La Procuradoría pidió orden judicial para verificar la denuncia. La gran sorpresa llegó cuando en lugar de armas o explosivos, hallaron una prisión clandestina de los comandos de la policía nacional llamada La Isla. De ahí el título del documental. La Isla, porque los prisioneros que eran llevados al complejo desaparecieron. Además de la cárcel clandestina, hallaron el gran archivo de la extinta Policía Nacional.

H@ritu: un archivo que atesora 80 millones de documentos que retratan una parte de la historia de Guatemala…

Alfonso Porres: 80 millones de documentos que dispuestos en línea recta representan 8.000 metros de folios, es decir, 8 kilómetros ininterrumpidos de información sobre la actividad de la policía en el periodo comprendido entre 1960 y 1996, año en el que se firmaron los Acuerdos de Paz. Finalizado el conflicto armado, que duró treinta y seis años y se saldó con más de 200.000 víctimas mortales, 45.000 personas desaparecidas y 5.000 mujeres violadas, la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) y una delegación del Arzobispado que trabajó en la elaboración del “Informe Para la Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI)” preguntaron por la existencia de un archivo de la Policía Nacional para poder llevar a cabo sus investigaciones, y la respuesta oficial del Gobierno de Álvaro Arzú fue que éste no existía. Se tuvo que recurrir al trabajo periodístico basándose en los testimonios orales para poder ir reconstruyendo la historia. Pero el hallazgo del archivo de la Policía Nacional ha permitido acceder a documentos oficiales con sellos y firmas. Ya no se puede negar que el Estado los elaboró. En un momento el Ejército dijo que en Guatemala no había desapariciones y que las víctimas debían estar en Estados Unidos, pero en el archivo está comprobado que estas personas fueron detenidas. El archivo recoge una ingente cantidad de datos sobre personas que en su día fueron capturadas por la policía y nunca aparecieron. Describen cómo operaba la policía al hacer desaparecer a activistas de derechos humanos, dirigentes de organizaciones sindicales y de base, estudiantes, líderes políticos de la oposición…

H@ritu: ¿son datos claros y fácilmente intrepretables?

Alfonso Porres: hay de todo, en algunos casos nos hemos encontrado con datos en clave, escritos en jerga policial. Utilizan expresiones como “vamos a comer pollo” para decir iban a ejecutar a algún líder, o “ése es pancho” para referirse a alguien que ha sido ejecutado. Hay miles y miles de fichas y fotografías de hombres y mujeres asesinados, capturados, torturados y secuestrados por escuadrones de la muerte, archivos que cuentan la terrible historia del genocidio y los crímenes de la humanidad cometidos por fuerzas del Estado contra quienes eran considerados “enemigos de la patria”. Parte del equipo que trabaja con los archivos está compuesto por familiares de los más de 45.000 desaparecidos que dejó la guerra sucia implementada por las fuerzas de seguridad. En la película, el director Uli stelzner entrevista a los trabajadores asignados al archivo componiendo la historia del lugar. Esos hijos de la postguerra que trabajan en el Archivo narran sus experiencias diarias y se evidencian sus situaciones emocionales. El archivo fue un lugar de rodaje muy agotador, ya que los mismos protagonistas manejaron una carga emocional muy fuerte. Cada uno debió contar lo sucedido, revivir todos esos acontecimientos que les marcaron.

H@ritu: ¿se ha llevado a cabo algún programa de acercamiento a la ciudadanía para ofrecerles la información de los archivos?

Alfonso Porres: de momento, se están trabajando los aspectos técnicos. Hay que tener en cuenta que son 80 millones de documentos que hay que rescatar e intentar detener el proceso de deterioro en el que se hallaban. Hay que archivar una cantidad ingente de datos, separándolos por años y por cada una de las organizaciones que componían el cuerpo de la PN. Además, se tiene que iniciar la investigación para poder empezar a sondear las informaciones relevantes y deducir patrones de actuación, cadenas de mando, así como conocer mejor la evolución histórica de las estructuras policiales. Por último, es imprescindible la digitalización para asegurar la preservación de la información el mayor tiempo posible y lograr así un fin último: facilitar la información. Se está trabajando para subir una gran base de datos a internet y hacerlos públicos. Éstas son las principales líneas de trabajo que ocupan a más de 150 personas diariamente. Llevan cinco años de trabajo y les quedan unos siete más.

H@ritu: ¿los familiares de personas desaparecidas han acudido al archivo en busca de información?

Alfonso Porres: desde que el pasado año fuera abierto al público, la Unidad de Acceso a la Información del Archivo ha recibido un total de 394 solicitudes, 130 de las cuales corresponden a usuarios particulares. De hecho, la película recoge la historia de una pareja de hermanos que acude a los archivos con el fin de esclarecer la desaparición de 14 familiares suyos. Los hermanos Armando y Verónica Morales fueron unas de las primeras “víctimas” que tuvieron acceso al archivo. A través de la película narran su trágica vida. Pero no son los únicos protagonistas, en la narración se introducen también a los empleados del archivo. Además, Elías Barahona, Jefe de Relaciones Públicas del Ministerio de Interior de 1976 a 1980, narra la historia desde las entrañas de la institución, y la única actuación es de Jon Dun, reconocido catedrático universitario audiovisual, interpretando a un agente de la CIA. Hasta el momento, tres familias de desaparecidos que se han acercado al archivo han emprendido procesos judiciales gracias a la documentación hallada. En unos de los casos, llevado a los tribunales por Ninette Montenegro, viuda de un desaparecido, ya se ha dictado sentencia penalizando a quienes ejecutaron la desaparición de su marido. Hay que tener en cuenta que Gautemala no es un país fácil para procesos legales, ya que los niveles de corrupción y de impunidad del sistema de justicia son muy altos. Además de intentar restituir la dignidad para la víctimas y familiares, a través de la recuperación del archivo se busca hacer justicia.

H@ritu: ¿cuál ha sido la reacción del Gobierno de Guatemala ante la difusión del archivo?

Alfonso Porres: el gobierno actual es bastante contradictorio. En el caso del archivo, ha permitido que se trabaje en él, no ha puesto dificultades. Pero ni un solo céntimo de los costos y las inversiones requeridas proviene de las dependencias del Ministerio de Cultura y Deportes, que es la instancia encargada del patrimonio archivístico de Guatemala, sino de países como Suiza, Holanda, Suecia o Euskadi. Esta es todavía una asignatura pendiente del Gobierno, pero la ventaja es que garantiza la política de austeridad y de rigor que aquí se aplica con respecto al correcto manejo de la información que el archivo contiene. “La Islaes una película dura, por la crudeza de los testimonios que en ella aparecen, pero creo que es necesaria, ya que este secreto a voces guardado durante tantos años ha causado mucho daño a toda la sociedad guatemalteca. Mi deseo es que el documental cumpla con su función de información y, sobre todo, que genere un debate positivo para la recuperación de la memoria.

H@ritu: ¿qué esfuerzos se han hecho para reconstruir la memoria histórica y política de Guatemala?

Alfonso Porres: los procesos de recuperación de la memoria en Guatemala han pasado por distintas fases. Primero se realizó el trabajo de investigación histórica y forense, luego vino el rescate de los cadáveres, ya que los familiares tienen todo el derecho de enterrar a sus muertos. Para los familiares de los fallecidos, la imposibilidad durante los años de violencia de enterrar a sus seres queridos añadía una causa más de sufrimiento al dolor provocado por su desaparición. También está el tema del resarcimiento de las familias víctimas para olvidar el dolor y angustia ocasionados por el conflicto armado. Además, está el trabajo de la memoria oral, de la recopilación de testimonios orales. En nuestro caso, en la asociación Luciérnaga, recuperamos testimonios audiovisuales. Ninguna sociedad puede reconstruirse tras años de violencia sin un esfuerzo común por construir un sentido e intepretar el pasado. ¿Qué sucedió? ¿Por qué sucedió? ¿Quiénes fueron los responsables? ¿Qué identidad se desea construir de aquí en adelante? En el proceso de reconstrucción en Guatemala, durante las negociaciones de paz, se acordó la creación de la Comisión para el Esclarecimento Histórico (CEH), cuyo objetivo era determinar las violaciones de derechos humanos cometidas durante el conflicto armado, esclarecer sus causas y consecuencias, así como hacer recomendaciones concretas para prevenir abusos en el futuro. Previo al informe elaborado por la CEH, la Oficina de derechos humanos del Arzobispado de Guatemala publicó un primer informe sobre violaciones de derechos humanos durante el conflicto, resultado del proyectointerdiocesano “Recuperación de la Memoria”(REMHI). Dos días después de su publicación, el obispo Monseñor Juan Gerardi fue asesinado en la Ciudad de Guatemala. El informe, denominado “Nunca más”, analiza miles de testimonios sobre violaciones de los derechos humanos ocurridas durante el conflicto armado interno. Este trabajo está sustentado en la convicción de que, además de su impacto individual y colectivo, la violencia política les quitó a los guatemaltecos su derecho a la palabra. Cada historia es un recorrido de mucho sufrimiento, pero también de grandes deseos de vivir. Mucha gente se acercó para contar su caso. Esta demanda implícita está ligada al reconocimiento de la injusticia de los hechos y a la reivindicación de las víctimas y sus familiares como personas, cuya dignidad trató de ser arrebatada. A través del conocimiento de la verdad, se intenta recuperar la dignidad de las comunidades, de las personas. No es sólo una cuestión de datos y conocimiento. El hecho de haber sido forzados a desparecer, obligados a emigrar y toda cuestión de violación de derechos humanos lleva a que las personas avergüencen de su pasado, y brindarles el conocimiento de la verdad es el camino para que recuperen su dignidad como seres humanos. El informe busca aclarar y explicar, dentro de lo posible, lo ocurrido, sin focalizar el daño ni estigmatizar a las vítimas. Es un trabajo que constituye la base para el proceso de reconstrucción social. Sólo así la memoria cumple su papel como instrumento para rescatar la identidad colectiva.

H@ritu: ¿en el proceso del recuperación del archivo se ha considerado el trabajo de la reconciliación social?

Alfonso Porres: en 2003, tal como lo recomendó la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, fue concebido el Programa Nacional de Resarcimiento (PNR) como un conjunto de políticas, proyectos y acciones para indemnizar y dignificar a las víctimas del conflicto armado que contempla la cuestión de la reconciliación, pero no ha sido suficiente. Hay varias instituciones que trabajan en torno a la salud mental, pero la gente aún no llega a cerrar sus procesos, a estar bien consigo misma, porque los hechores no han pedido disculpas. En el caso del archivo, aún no creo que se haya contemplado esta cuestión de la reconciliacion. Creo que es algo que corresponderá a un proceso posterior.

H@ritu: ¿qué impacto ha tenido “La Islaen la generación de jóvenes guatemaltecos?

Alfonso Porres: en Guatemala, el estreno de la película tuvo lugar en el Teatro Nacional, un edificio con 10.800 butacas que se llenó completamente. Se agotaron todas las entradas. La mayoría de los espectadores que asistieron fueron jóvenes de entre 20-25 años, una generación que desconoce la realidad nacional de su propio país, que se enfrenta a un pasado lleno de sombras cuyas consecuencias está pagando. De aquelloaños de terror se deriva, en parte, la violencia que se vive hoy en día en Guatemala, el crimen organizado, el narcotráfico... que los jóvenes están padeciendo. Así pues, el hecho de poder conocer lo que ocurrió les ayuda a entender. La juventud de Guatemala se enfrenta al reto de transformar la oscuridad del pasadoen claridad, preservar la memoria para construir un mañana diferente. En una de intervención que tuvo lugar en una de las proyecciones del documental, una joven se levantó con lágrimas en los ojos, muy molesta, diciendo que su padre fue oficial del ejército, que había tenido que arriesgar su vida, salvar la dignidad dela nación. Intentaba dotarle de sentido, entender la actividad de su padre. Las imágenes de la película son bastante impactantes y emotivas, y ayudan a que los jóvenes se cuestionen su pasado. A los jóvenes hijos de ejecutores el conocimiento de la verdad les genera conflicto y se cuestionan lo ocurrido.

H@ritu: “La Isla” cuenta con imágenes fílmicas inéditas sobre Guatemala, ¿cómo se integran dentro de la película?

Allfonso Porres: cuando se empezó a hacer la película no estaba pensado incluir este material, pero durante la realización se dio la oportunidad de usarlo porque, a fin y al cabo, una película solo con documentos es aburrida. Entonces se buscó una relación directa entre los documentos con los archivos fílmicos. Para producir “La Isla” se tuvo que recurrir a archivos internacionales, porque en los lugares más alejados de Guatemala, donde se cometieron las masacres, no había testigos de parte de los medios nacionales, hubo una gran censura. Entonces, los corresponsales extranjeros jugaron un rol crucial en ese momento. Esos materiales valen oro para la sociedad guatemalteca y nosotros, a través de nuestro patrimonio y trabajo, hemos colaborado facilitando ese material para el documental. Poco a poco, se van filtrando trozos de grabaciones del pasado. Parte de los materiales que ilustran la película son materiales que nuestra institución, Luciernaga, ha logrado recuperar durante quince años de trabajo, continuas búsquedas de imágenes del pasado reciente hasta la fecha.

H@ritu: en concreto, ¿el objetivo de Luciérnaga es el rescate de la memoria visual en Guatemala?

Alfonso Porres: en nuestra asociación nos encargamos de dar estudio a la memoria audiovisual y sus repercusiones en la sociedad. El trabajo de Luciérnaga no solamente es la producción documental como archivo, sino el rescate de material audiovisual, que es la base del trabajo, para su proyecto de memoria. Contamos con una valiosa videoteca sobre la recuperación de la memoria reciente y nos hemos dedicado la búsqueda de material nacional y filmado por documentalistas y realizadores extranjeros. Además de producciones sobre la historia reciente, contamos con material que ilustra lo que ha sido Guatemala desde 1917 hasta la fecha. Los materiales recuperados proceden, a veces, de lugares insólitos: sótanos u oficinas gubernamentales en desuso... El papel que representan la memoria y sus imágenes en la creación de identidades es importantísimo. Pero para construir una idea ordenada sobre el país se requieren referentes y estos referentes se construyen a través del conocimiento y la memoria. La memoria visual permite crear diálogo entre cultura e identidad. Nuestros materiales son para la reflexión y la formación. Más allá de la divulgación, de la transmisióm de información, el esfuerzo se orienta a la creación de un proceso de comunicación. Hay que darle seguimiento a esa divulgación y utilizar esas herramientas para la comunicación entre las comunidades de cara a ir abriendo las puertas de la reconciliación. Es una labor que hay que hacer dentro de las comunidades utilizando sus propias dinámicas, sus herramientas de comunicación. Por otra parte, la formación de artistas y técnicos audiovisuales, así como el rescate de los archivos cinematográficos que se encuentran dispersos y en mal estado de conservación son pasos que deben darse en Guatemala, al igual que en otros tantos países, bajo un marco legal adecuado, una Ley de Cinematografía y Audiovisuales, que les ampare y que, a día de hoy, es inexistente.

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