Como manda una antigua tradición conocida como cubertera, los niños y niñas de Mendigorría recorrieron ayer las calles haciendo sonar tapas de cazuelas, cazos, bandejas, tambores o panderetas, con el objetivo de atraer la atención de los Reyes Magos. Pese a que los actos comenzaron a las 12 de la mañana, los nervios provocaron que los niños se adelantasen a la hora prevista y se congregasen en las inmediaciones de la plaza de los Fueros, ataviados con todo tipo de cubertería a la espera de la llegada del paje real.
"Recuerdo la cubertera de toda la vida y tengo 60 años. Mis padres también lo hacían y es una tradición que se ha ido trasmitiendo de generación en generación", explicaba María Jesús Muro, que iba en compañía de sus nietas María, Raquel y Laura Iturbide Lerga. Los más pequeños, como los hermanos Maialen y Aitor Muro, de 5 y 9 años respectivamente, en cambio, guardaban su propia teoría al respecto. "Hay que darle lo más fuerte que podamos, hay que hacer mucho ruido", le aconsejaba Aitor a su hermana pequeña mientras ésta le tranquilizaba diciendo: "tú tranquilo que las campanas nos van a ayudar a que nos oigan". Otro vecino, Joao Teixeira, que lleva 15 años viviendo en Mendigorría, tampoco quiso dejar pasar la ocasión y acompañó a sus hijos, Daniela y Uriel, de 5 y 7 años, porque "es una costumbre muy bonita y a mis hijos, que son nacidos aquí, les encanta", dijo.
Una vez entregadas las cartas, los pequeños recorrieron las calles del municipio entonando villancicos y por la tarde pudieron constatar que su esfuerzo había merecido la pena porque Melchor, Gaspar y Baltasar llegaron puntuales al pueblo.
Diario de Noticias
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