lunes, 27 de enero de 2014

DÍA DE LA EDUCACIÓN AMBIENTAL EN NAVARRA: A PROPÓSITO DEL CRANA

No deja de ser irónico que la misma semana en la que se ha celebrado el Día Internacional de la Educación Ambiental se haya acordado desde Gobierno de Navarra el cierre de la Fundación Crana, entidad clave de la educación ambiental en nuestra comunidad.

La educación ambiental es el instrumento básico de transformación hacia una sociedad más sostenible con el medio ambiente, más equitativa y eficiente para todos los ciudadanos y ciudadanas, pero está claro que la apuesta política es la de destrucción de servicios de este tipo al ciudadano y está por encima de todos sus compromisos con la sostenibilidad. Y es que parece que solo vale el hoy, como si no existiera un mañana.

En el año 2003, el Gobierno de Navarra crea el Crana como fruto de una demanda social, haciendo posible iniciar el apoyo a las administraciones, empresas y organizaciones sociales en sus procesos de integración ambiental y compromiso con la sostenibilidad. Los motivos y necesidades que generaron su creación no solo siguen vigentes, sino que en la encrucijada actual, son la llave para salir antes y hacia un futuro mejor.

En tiempos de crisis es cuando la eficiencia, hacer más con menos, base del desarrollo sostenible, debe ser la guía. Pero esta eficiencia no es ahorrar unos cuantos miles de euros a corto plazo, sino invertir algunos miles de euros en conseguir procesos más rentables en todos los sectores de la sociedad, asentados de manera que a corto, medio y largo plazo generen ahorro de recursos y, por tanto, ahorros económicos. Y eso es a lo que se dedica el Crana, a ofrecer servicios de apoyo para que la eficiencia, en el uso de la energía y del agua, en la reducción de residuos, en un consumo responsable, genere ahorros reales. La eficiencia, hoy en día, tiene más sentido que nunca.

Crana también se ha preocupado de intentar ir un paso por delante, anticipándose a los retos y demandas europeas, para que Navarra se fuera abriendo camino, como en el caso de la Ecoinnovación. Y obviamente no hay que olvidar la importancia de la participación ciudadana en los temas de medio ambiente y sostenibilidad.

Desde los procesos de participación promovidos por Crana se han creado puentes entre lo público y lo privado, entre los administradores y la ciudadanía. Y este papel solo lo puede jugar un centro equidistante a todos los intereses que garantice poder comunicarse en una misma mesa a interlocutores que de otra manera no tienen ni espacios ni tiempos para construir una mejor sociedad juntos. La desaparición del Crana conlleva una clara y dramática apuesta por la eliminación de canales de participación, llevándonos a una situación cada vez más alejada a la democratización de las decisiones políticas.

Otra gran tarea de Crana es aumentar la eficiencia de la Administración Pública, a través de la puesta en práctica de la famosa transversalidad. Es decir, conectar las políticas públicas totalmente estancas y sectorializadas y coordinarlas estratégicamente para abordar los problemas complejos. Porque los problemas ligados al desarrollo sostenible son muy amplios y no se pueden imputar únicamente y de forma independiente al área de medio ambiente, sino que en él deben participar el resto de áreas de forma coordinada.

Pero no hablemos solo en términos eficiencia, hablemos de rentabilidad social, de transparencia, de participación, de cambio social, porque la educación ambiental hoy es mucho más que solo mover conciencias sobre la defensa del medio ambiente, sino que también es interferir en las políticas y modelos de desarrollo de los territorios y su ciudadanía.

Por eso, todas las acciones impulsadas desde Crana han perseguido el objetivo de no solo mejorar la calidad ambiental, sino contribuir a la construcción de una sociedad navarra más democrática, transparente y corresponsable.

Crana ha conseguido como pocos diversificar fuentes de financiación y atraer fondos para Navarra, obteniendo de otras fuentes de financiación 90 euros por cada 100 invertidos por el Gobierno. Y en cualquier caso, ¿se puede poner precio a la salud, a la educación, al impulso de la participación y la concertación social? ¿Se las puede considerar un lastre económico? Si actuar tiene un coste, ¿cuál es el precio de no actuar?

Por ello cabe preguntar al Gobierno, ¿las cientos de acciones desarrolladas por Crana durante estos años en los diferentes ámbitos han aumentado la eficiencia en empresas, comunidades de vecinos, ayuntamientos, centros escolares, edificios de la administración pública y la ciudadanía en general? ¿Esas acciones son un apoyo para un mejor futuro de nuestra sociedad?

La educación ambiental no es un capricho, es una necesidad y un derecho para los ciudadanos y ciudadanas, en especial para aquellos que viven en una comunidad como la nuestra que se erige la abanderada del medio ambiente, la sostenibilidad y la participación social en el ámbito nacional e internacional.

Feliz No-Día de la Educación Ambiental en Navarra.

Rafael Aldai, Jorge Iriarte, Ana Carmen Irigalba y Adolfo Jiménez, en representación de los trabajadores y trabajadoras de CRANA

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