Tres inspectores del Banco de España han montado una academia en la sombra —sin oficinas ni nombre ni anuncios públicos— que lleva años cobrando miles de euros en metálico a opositores que quieren acceder a puestos destacados del supervisor bancario. Los tres formadores llevan aproximadamente un lustro manejando grupos de decenas de alumnos a los que imparten cuatro asignaturas imprescindibles para acceder a una de las plazas más codiciadas del organismo regulador, las de inspección de entidades de crédito. Es un puesto que garantiza un sueldo inicial de 55.000 euros brutos anuales y la posibilidad de hacer carrera en el extranjero.
El sistema de clases particulares que han organizado estos tres profesionales ha permitido a alguno de ellos cobrar hasta 8.000 euros mensuales. Es un sobresueldo sin ningún control por parte del Banco de España y que se suma a su salario como trabajadores públicos. Según ha podido comprobar elDiario.es en una investigación que ha llevado a cabo durante meses, los pagos se hacen mayoritariamente con dinero en efectivo y se realizan en domicilios particulares o locales de hostelería donde esos tres empleados citan a sus alumnos. Los abonos por transferencia o plataformas de micropagos como Bizum son excepcionales y suelen reservarse a personas que viven fuera de Madrid, donde residen los tres preparadores.
Opositores que han preparado las pruebas con estos tres profesionales aseguran a elDiario.es que no han recibido en estos años ni un solo documento acreditativo de los pagos: ni facturas o albaranes, pero tampoco recibís o papeles que dejen rastro de ese dinero gastado. Esta redacción ha comprobado cómo varios de ellos han abonado más de 10.000 euros por cursos de cuatro asignaturas que duran cerca de dos años. En esta academia en la sombra imparte clases Alberto Casillas Cuevas, que figura en el organigrama del Banco de España como director del departamento de Resolución, su hermano Juan, que es inspector, y una tercera inspectora, Patricia Navarro-Rubio Poole.
Durante los primeros años en los que estos tres inspectores iniciaron este negocio, la formación tenía lugar en clases presenciales. Pero desde que estalló la pandemia se imparte de forma telemática. A través de la aplicación Zoom, con sesiones de tres horas semanales. O mediante un sistema de vídeos pregrabados, que incorporan una marca de agua con el nombre del opositor para evitar que pasen de mano en mano a alumnos que no han pagado.
El precio de las clases es de 160 euros al mes por asignatura y alumno. Las materias son Contabilidad, Sistema Financiero, Matemáticas y Estadística y cada una de ellas tiene a su vez distintos grupos de opositores, en función de su nivel. Según ha podido comprobar elDiario.es, los hermanos Casillas Cuevas y la inspectora Navarro-Rubio Poole han fijado idénticos precios para las clases. Una vez que llega un alumno interesado en preparar una de las materias, es habitual que el profesor le ponga en contacto con los otros preparadores para que impartan las restantes.
Esta especie de academia en la sombra no se anuncia en internet ni en ningún otro sitio y los alumnos llegan a ella por medio de contactos que ya han estado o por el boca a boca entre los aspirantes a superar la oposición. Los tres profesores son técnicos muy reputados e imparten asignaturas directamente relacionadas con sus funciones en el Banco de España. Es muy habitual que los aspirantes a estos puestos recurran a personas con experiencia profesional en el sector. Y estos tres preparadores, coinciden los opositores consultados, han ganado fama de estar entre los mejores.
Los alumnos explican que estas clases son de gran ayuda, dada la naturaleza de los exámenes a los que van a someterse. A diferencia de otras pruebas de acceso a la administración, las de inspector del Banco de España exigen resolver ejercicios y analizar casos prácticos. No es una oposición al uso: no consiste en memorizar una serie de temas para repetirlos ante un tribunal. Y las bases del concurso se limitan a recopilar un temario orientativo que no ofrece demasiadas pistas. Las fuentes consultadas apuntan que son necesarios entre 18 meses y dos años de estudio para poder superarlas.
Alberto Casillas Cuevas es considerado una eminencia en el campo de la contabilidad. Licenciado en Derecho, lleva prácticamente un cuarto de siglo en el supervisor hasta ascender en el organigrama a director del departamento de Resolución, un puesto que ocupa desde mayo de 2015. El cargo de director de departamento le ha dado acceso a participar en los principales organismos internacionales en materia de supervisión financiera, actuando en representación del Banco de España. Es miembro del comité de resolución de la Junta Única de Resolución (SRB, en sus siglas en inglés), el ente europeo que ejecutó la resolución del Banco Popular en 2017. También participa en la EBA, el supervisor bancario europeo, o el FSB, que une a los bancos centrales de las principales economías de todo el mundo.
Alberto Casillas se presenta en su propio Linkedin como profesor de contabilidad en oposiciones para inspectores del Banco de España o para interventores del Estado desde hace casi 20 años. Además, tiene un libro publicado ['Matemáticas financieras (a través de los exámenes del Banco de España)'] que se utiliza de referencia en el programa preparatorio de estos exámenes de acceso a plazas públicas.
Sus clases de Contabilidad se imparten por Zoom un día a la semana en sesiones de tres horas. Cobra por ello 160 euros mensuales a cada opositor, a los que recibe en su piso del barrio de Salamanca de Madrid cada primero de mes para cobrar esa cantidad en metálico. Tarda entre año y medio y dos años en impartir el temario completo y se compromete a organizar nuevos grupos si aumenta la demanda. Eso sí, exige que haya entre cinco y siete personas interesadas para ponerlos en marcha. Este otoño mantiene al menos dos grupos, con alrededor de una veintena de opositores, lo que le reporta unos ingresos mensuales de más de 3.000 euros, al margen de su salario como supervisor.
Durante los meses de la pandemia en que se decretó el confinamiento, algunos de sus alumnos le preguntaron por la posibilidad de hacer transferencias para abonar las clases. El profesor y alto cargo del Banco de España pidió, según estos testimonios, que esperasen a que el Gobierno relajase las limitaciones de movilidad para cobrar todo de una tacada: mediante entregas en efectivo que acostumbra a recibir en persona o a través de su hermano. Alumnos consultados por elDiario.es recuerdan que cuando se levantó el confinamiento se acumularon decenas de estudiantes con dinero en metálico para abonar las cuentas pendientes. Con los opositores se comunica desde el correo corporativo del Banco de España con mensajes que, en ocasiones, aparecen rematados con su nombre y su cargo en el supervisor bancario. Consultado por este diario, Alberto Casillas asegura que no va a responder a nada sobre este asunto.
Su hermano Juan Casillas Cuevas es un ingeniero de caminos que trabajó en el sector civil hasta que superó las oposiciones como inspector del Banco de España en 2012. Actualmente trabaja en el departamento de supervisión de grandes entidades financieras que se ha ocupado de fiscalizar las actividades del BBVA y el Banco Santander. En su tiempo libre da clases de Estadística y Matemáticas a los aspirantes a entrar en el Banco de España. Las imparte de forma independiente en sesiones de tres horas semanales cada una. En su caso, el importe a pagar se duplica hasta los 320 euros mensuales por opositor. Durante los últimos años ha manejado grupos que superaban los 25 alumnos, lo que le ha llegado a reportar algunos meses ingresos de 8.000 euros entre las dos asignaturas. La forma de pago también consiste en la entrega de dinero en metálico.
Los grupos que maneja en la actualidad son sensiblemente inferiores a los de otros años y reúnen a alrededor de 15 alumnos por cada una de las dos asignaturas. Organiza cobros trimestrales en su casa de Boadilla del Monte, aunque también se pueden pagar sus clases en la residencia de su hermano Alberto, en el centro de Madrid, o en un bar de la capital a donde acude a recoger el dinero personalmente. Es habitual que en este local se reúnan grupos de alumnos con cantidades cercanas a los mil euros por cabeza. Es el resultado de multiplicar 160 euros por dos asignaturas y por tres meses (960 euros al trimestre). Desde el pasado julio, el Gobierno ha limitado los pagos en efectivo a un máximo de 1.000 euros, con la entrada en vigor de la nueva ley de medidas de prevención y lucha contra el fraude fiscal. Juan Casillas ha eludido contestar a las llamadas de teléfono y tampoco ha respondido a las preguntas que elDiario.es le ha remitido por escrito a través de correos electrónicos y mensajes de texto a su teléfono, que sí ha leído.
La tercera preparadora, Patricia Navarro-Rubio Poole, forma parte de una saga con mucha historia en el supervisor bancario. Su abuelo fue Mariano Navarro-Rubio, gobernador del organismo entre 1965 y 1970, un cargo al que accedió tras haber sido ministro de Hacienda durante la dictadura franquista y procurador en Cortes. Fue uno de los encargados del Plan de Estabilización de 1959. El caso Matesa, un escándalo de corrupción económica en el régimen que tuvo una extensión política, provocó el procesamiento y posterior absolución de Navarro-Rubio, quien tuvo que dejar el cargo de gobernador del Banco de España.
Su nieta ha desarrollado un sistema más sofisticado que los otros dos profesores para impartir sus clases de Sistema Financiero. Graba las explicaciones en vídeo y las difunde a través de una intranet a la que se accede con una clave y una contraseña y desde una única dirección IP. Cada vídeo, en el que aparece su imagen al principio y a continuación una voz en off, se puede visionar durante un máximo de cinco días e incluye una marca de agua con el nombre del opositor. De esa forma, evita que pueda ser difundido y, en caso de que ocurra, poder cazar a quien use su formación sin pasar por caja.
Navarro-Rubio Poole, que ejerce en el Banco de España de inspectora, también cuelga apuntes de cada tema. Y es la única que oferta otra serie de servicios complementarios: la inmensa mayoría, según los testimonios recabados, se pagan en metálico. Además de las clases (160 euros por alumno y mes), ofrece exámenes semanales (otros 160 euros) y quincenales (por 100 euros), además de una modalidad tipo test por la que hay que pagar 70 euros. En su caso, el dinero en efectivo lo recoge personalmente en una oficina de coworking situada en la glorieta de Cuatro Caminos de Madrid. Es imposible calcular los alumnos que tiene porque cada uno ve las clases en su ordenador a una hora distinta y sin contacto con el resto de los opositores. Solo coinciden los días de entrega del dinero.
En el caso de Navarro-Rubio Poole, uno de los alumnos consultados, entre las decenas de testimonios recopilados en esta investigación, ha señalado que realiza los pagos a través de Bizum a un teléfono distinto del que la preparadora utiliza como forma de contacto con sus alumnos. Contactada por este periódico, la inspectora ha asegurado que no va a pronunciarse sobre el tema.
Según la normativa de Hacienda, la preparación de oposiciones está exenta de IVA y, por tanto, no existe la obligación de expedir factura. Es así desde 2013 cuando la Dirección General de Tributos, tras años de controversia, resolvió en una consulta vinculante que las clases de preparación de oposiciones son materias incluidas en los planes de estudio del sistema educativo español y, en consecuencia, están exentas de ese impuesto. Estos ingresos, en todo caso, deben computarse como rendimientos de una actividad económica y tributar así en el IRPF, según expertos fiscalistas consultados por elDiario.es. Además, deben reflejarse en el Libro de Registro de Ingresos.
Las decenas de alumnos contactados aseguran que los profesores no expiden facturas pero tampoco recibís o documentos que puedan acreditar de algún modo los pagos, a pesar que varios de ellos han pasado largos períodos de cerca de dos años acudiendo a las clases y han pagado cuentas de más de 10.000 euros por cabeza. Entre los opositores consultados, uno de ellos ha admitido que desde que se trasladó fuera de Madrid sí abona las clases por transferencia bancaria. La gran mayoría de los estudiantes ha evitado explicar cómo se efectúan los pagos. Aunque las sesiones que ofrecen son semanales, los preparadores se muestran disponibles en todo momento para resolver dudas por email, teléfono o WhatsApp. Los aspirantes los definen como técnicos cualificados que mantienen un tono muy didáctico y dan todo tipo de facilidades para seguir las clases.
Sin controles del Banco de España
Según la respuesta que ha ofrecido a esta redacción el Banco de España, estos tres inspectores tienen concedida la compatibilidad para ejercer una segunda actividad que otorga la Oficina de Conflicto de Intereses, que depende orgánicamente del Ministerio de Hacienda y Función Pública. No obstante, algunos de los permisos no cuadran con las actividades que vienen ejerciendo durante los últimos años.
En el caso de Alberto Casillas, lo que se le aprobó en agosto de 2015 fue un permiso para "realizar una actividad privada de enseñanza en el Centro de Estudios Profesionales", el nombre de otra entidad que nada tiene que ver con la especie de academia que ha improvisado junto a sus compañeros del Banco de España. Patricia Navarro-Rubio también recibió autorización para "realizar una actividad privada, por cuenta propia, consistente en la preparación de oposiciones". Fue acordada en septiembre de 2020, pero esta inspectora llevaba ya varios años impartiendo las clases de Sistema Financiero a decenas de opositores. Forma a opositores al menos desde el año 2016, según ha podido comprobar esta redacción. Lo mismo sucede con Juan Casillas. Le fue reconocida la compatibilidad para impartir docencia por cuenta propia en julio de 2018. Pero llevaba ya varios años impartiendo estas clases a opositores.
Fuentes del Banco de España confirman que las solicitudes de compatibilidad se presentan, con carácter general, directamente ante la citada Oficina de Conflicto de Intereses por los interesados. Una vez concedida, no hay ningún control sobre esta segunda actividad: ni acerca de las horas impartidas ni sobre el dinero que cobran a los opositores que aspiran a obtener una plaza en el supervisor bancario. Tampoco sobre cómo cobran o declaran estos ingresos.
Elena Herrera, José Precedo y Diego Larrouy, en El Diario