Experto en la vida y en la obra de Arturo Campión, sobre el que ha publicado el libro La visión de la historia en Arturo Campión (Txalaparta), al que dedicó cuatro años y medio de su vida, Emilio Majuelo se debate entre la estupefacción y el enfado por todo lo que se está diciendo del intelectual navarro.
¿Qué opinión le merece todo este revuelo que se ha generado con la concesión de la Medalla de Oro a Campión?
–Cuando me enteré de esta polémica, que fue relativamente tarde, la recibí con estupefacción, por decirlo de una manera suave. Me da la sensación de que se mezclan cosas muy distintas con motivo de la concesión póstuma de la Medalla de Oro de Navarra a estos tres personajes de la cultura vasca y lo que fue realmente su aportación. Y digo con estupefacción porque no sé a qué obedece la rotundidad con la que se ha planteado en la prensa por las personas que han firmado determinados artículos o incluso en el Parlamento. No sé que argumentos históricos tienen para decir todo esto, porque, si mal no recuerdo, hay toda una posición estricta en la que, a priori, todo el mundo estaría de acuerdo, en el sentido de que hay que ser críticos con la Historia, con el pasado, sí pero, lo primero que pensé es que, para ser críticos con ese pasado, lo fundamental y primigenio es conocerlo. Y en las cuestiones que se han venido diciendo tengo la sospecha de que no se conoce lo suficiente como para poder hacer una valoración tan rotunda como se ha hecho. Y si estoy equivocado, sería maravilloso que esas personas que conocen tan bien la historia de Olóriz, Altadill y Campión dijeran a qué se sujetan para decir todo esto. Parece que estamos obligados ahora a hablar de Campión, pero es que Campión se defiende solo, y a mí me parece de escolares o de párvulos venir a tratar un tema tan enorme o profundo a cuenta de que algún periodista ha recogido unas comunicaciones de ciertos políticos que tienen más tinte de tertulianos que otra cosas, y lo digo como valoración negativa, en lugar de hablar de la obra de este señor, que es muy desconocida. Por lo tanto, primero habría que hablar sobre los que ponen estas cuestiones sobre la mesa, porque, insisto, no sé qué elementos de fondo o de reflexión utilizan para decir todo lo que están soltando. Y también es terrible el silencio ensordecedor de los historiadores cercanos a los partidos que han dicho algunas de estas cosas.
Incidiendo en esas cosas que ha argumentado algunos políticos, concretamente se ha dicho que Arturo Campión no merece la Medalla de Oro por que era "integrista, xenófobo y racista"...
–Vuelvo a lo mío. Esas personas tienen que preguntarse si es lícito, en un ejercicio anacrónico y desde un punto de vista intelectual acudir a la historia para valorar, enjuiciar o casi exigir... O que cada uno dé cuenta de su ideología a tenor de lo que han leído sobre ese posible integrismo o xenofobia. Esta polémica ronda sobre tres aspectos: uno es la ignorancia, otro el cinismo y el tercero, que me callo. Es algo que no se sostiene. No se puede valorar la obra de 50 años de una persona sacando un frasecita, a través de una lectura indirecta de un libro que se escribió hace años, y decir que Campión es no se qué. Campión no se reduce a una frase, ni a una actitud ni a un detalle, porque como ese tiene otros tantos. Por lo tanto, discutir de esto es lo que me parece inconveniente. ¿Se ha dicho, por ejemplo, si Cánovas del Castillo era racista o no? Porque lo era. ¿Y la tesis de Unamuno era sobre la raza vasca? ¿Existió la raza vasca? ¿Se acuerdan del machismo de Ortega y Gasset? ¿O decimos que era indigno porque cobraba de la embajada española en Buenos Aires y nos cargamos toda su filosofía? O cogemos a Max Weber, padre de la sociología moderna y como era militarista e imperialista en su momento, lo echamos al cubo de la basura. O a Thomas Mann porque era antiliberal. Discutir esto es entrar en el mundo de los tertulianos, y yo estoy en contra de los políticos y periodistas tertulianos. Y digo esto porque no hay capacidad ni preparación para, en el momento en el que se oye una tertulianada, pararle a esa persona los pies y rebatirle: ¿esto por qué lo dice? Si se coge cualquier texto de Marx o de San Ignacio de Loyola se le puede darle la vuelta que cada uno quiera. Y esa es la mejor manera para no entender la historia. Campión empezó a escribir en 1876, y hasta 1925 estuvo activo; la última reedición de su obra es de 1935. Si alguien tiene el aplomo de reducir 50 años de vida intelectual a una frase o a una actitud religiosa, apaga y vámonos, no hay discusión posible. Nos están llevando a la obligación de tener que defender a Arturo Campión, y yo no le tengo que defender porque fuera un papista o viviera en un mundo religioso que, por cierto, era mucho más abierto que muchas de las actitudes que yo estoy viendo en torno a él o a otras muchas cosas.
Esta entrevista no trata, o al menos lo intenta el que la firma, de hacerle el juego a esas afirmaciones, sino de poner luz, aunque resulte complicado en tan poco espacio, sobre la figura de Arturo Campión.
–Lo sé, pero es que hablar de esto es hacerles el juego. Efectivamente, Campión tiene frases xenófobas. Bien, ¿me pueden explicar qué decía, en buena parte, la Segunda Internacional sobre el colonialismo? Estaban en contra, y eran contrarios al belicismo y al imperialismo, pero claro, ahora vete a pedirle cuentas a Kautsky o Bernstein sobre lo que dijeron, porque llevaron al matadero de la Primera Guerra Mundial. Si hiciéramos eso, este sería un país de locos, no podemos ir a la historia a juzgar. Esa es mi opinión. Xenófobo era todo el mundo, pero da la sensación de que eso significaba ser racista, y eso presupone ser darwinista social, y de ahí a decir que era hitleriano... la gente ya se lo ha imaginado. Esto significa andar con una ligereza y un desparpajo dentro de la ignorancia que a mí me resulta muy molesto y me enfada. Todo el mundo era xenófobo, ¿y si le pedimos cuentas al Partido Socialista por la Ley de Extranjería y todos los inmigrantes que han expulsado ilegalmente? Pues ya me dirás. Esto es un despropósito. Pedirle cuentas a uno o a otro me parece terrible. En aquellos años todo el mundo hablaba de raza, porque se vivía la época del desarrollo científico. A partir de 1860 predomina el empirismo y el positivismo, se intentan encontrar leyes que permitieran controlar la naturaleza. Y todo el mundo pensaba así. Y efectivamente hay planteamientos eugenésicos en socialistas: uno de los mayores racistas era Albert Laduche, un socialista que tuvo un exitazo tremendo. Pero a nadie se le ocurre pensar que estos socialistas lo que pretendían era poner las semillas de un genocidio posterior. Y esta imagen que se puede dar de Campión es absurda, porque lo último que fue es darwinista social: ni era darwinista, porque no creía en esas leyes, ni era empirista ni nada por el estilo. Lo que él odiaba era que un imperio comiera a una nación pequeña, que un Estado poderosísimo engullera todas las realidades particulares bajo la suya. Si habla Campión de raza es por un concepto cultural, histórico, no darwinista ni nada por estilo. La gente que no ha leído no sabe que los modelos que Campión tiene en su filosofía y pensamiento no son los de finales del siglo XIX, sino los de los grandes hacedores del humanismo y cosmopolitismo alemán, que se llaman Wolfgang Goethe y Wilhelm Humboldt.
Permítame, aunque quizá sea incidir, pero es que un partido político ha utilizado como argumento la portada de un diario navarro, publicada un año antes de su muerte, en el que aparecía el titular "Campión con España", sobre un texto mecanografiado, solo con la firma autografiada, en el que manifiesta su repulsa por "el incalificable proceder del nacionalismo vasco" y muestra su "adhesión inquebrantable a la Junta Nacional de Burgos".
–Yo doy mi opinión. Lo que hay que preguntarse es por qué Diario de Navarra, por ejemplo, saca ese escrito cada cierto y cuando le conviene, precisamente para montar semejantes follones como el que se está montando ahora. Y, ¿por qué no ha defendido a Campión durante los años 40, 50 y 60 si era tan franquista? Debiera saberse que todo el legado de Campión, que ha sido el alma mater de la cultura vascona, que es lo mismo que Navarra, ¡estaba por los suelos en el Archivo durante esos años! Hasta el punto de que no nos consta lo que dejó. Afortunadamente, hace 25 años pusieron unos archivadores y ahora está allí. Si era tan franquista, ¿por qué no lo han puesto como modelo? Todos tenemos abuelos, ¿no? Si tú coges a tu padre, que está moribundo con 85 años, le dices que acaban de matar a unos sobrinos y que las masas revolucionarias, según el momento que se estaba viviendo, actuaron en San Sebastián haciendo la intemerata desde el 19 de julio de 1936... Hasta el punto de que Campión estaba bajo guardia de los gudaris del PNV, porque temían que fueran a por él. ¿Y ahora me quieren hacer creer que este hombre era tan franquista que estaba esperando a que llegaran a salvarlo? Una persona dolida que no sabía lo que estaba pasando fuera... Los últimos testimonios de los que tengo constancia, de personas que estuvieron con él, para nada tienen que ver con el texto de ese escrito, en el que, de su puño y letra, solo aparece la firmita, cuando resulta que estaba ciego desde hacía 10 años. ¡Me quieren hacer creer que ese abuelo de 80 años va a arruinar todo su pensamiento y obra de 50 años diciendo que estaba esperando a los fascistas! Cuando, si algo odiaba Campión era el militarismo, sobre todo el carlista de la segunda gran guerra porque les arruinó la vida y la juventud, a ellos y a mucha gente. Él vio que estaba arruinado este país, y eso no fue solo cuestión suya, fue generacional. Altadill dijo, en mil novecientos y mucho, que aquel acontecimiento marcó sus vidas porque los arruinó, y no veían más que ríos de sangre por parte de carlistas y liberales. Yo dediqué cuatro años y medio de mi vida, leyendo todo lo que escribió y todo lo que tenemos recogido en los archivos. Y si lees todo eso te das cuenta que lo que traspasa su obra es la guerra, porque les machacó. Y él sufrió por su país, que a fin de cuentas es de lo que estamos hablando. Es un hombre contrario a los germanófilos porque machacaban a los pequeños estados. Totalmente antimilitarista. ¡No va a saber Campión lo que hicieron los militares españoles en Euskal Herria, por favor! No se entiende su fuerismo si no es como una reacción a la abolición foral en Vascongadas y la merma de los fueros de Navarra. Y ahora me quieren decir que hay que tener en cuenta un papel que firmó un señor que está ciego, llevado por una cuadrilla de Pamplona y le someten, ya liberada Donosti, para que firme. ¡Y la imagen que se da es como si les estuviera esperando! Yo he oído de su sobrino, por vía indirecta, que se oían los gritos desde fuera de la habitación. Y ahora me vienen una serie de indocumentados a querer hacernos ver que este era un hombre que estaba esperando abrazarse al franquismo o al fascismo, ¡pero estamos bobos, o qué! Pero si no hay más que leerle para darse cuenta de su actitud ante el imperialismo español y la primera guerra mundial, él era un hombre tranquilo, de orden, pero en absoluto españolazo ni militarista. Su vida era otra cosa, pero hay que conocerla, y esta indigencia actual de la izquierda, y los que se le suman, es terrible, estamos en la prehistoria del conocimiento.
Diario de Noticias